«Estamos rodeados de pantallas. Las pantallas han salido del cuarto de estar donde han estado siempre. Han entrado en nuestros bolsillos, en nuestros dormitorios, en nuestras oficinas, en nuestros coches, en las calles, en los supermercados… Nunca estamos a más de un metro de una pantalla. En América, el 60% de los que tienen teléfono móvil lo mantiene encendido toda la noche y los televisores que están en Wal-Mart, la cadena de supermercados, ya tienen más audiencia que todas las cadenas de televisión juntas. Estamos en la era de la pantalla«.
Antonella Broglia, la ex-vicepresidenta de Saatchi & Saatchi, arrancaba así su discurso sobre «un mundo de pantallas» en 2006. Tras recordar cómo a Jerry Mander le preocupaba ya en 1975 la mediación continua de las pantallas para acercarnos a la realidad, continuaba así:
«Es preocupante esta mediación continua, este no saber ya nunca cómo fue verdaderamente la historia de nada sino verlo simplemente en el canal de Historia de la televisión, pero el discurso de hoy, de esta mañana, no es político o sociológico, es un discurso de negocio, es decir, cuáles son las implicaciones de un mundo de pantallas para las empresas. Y la primera es… que no se puede negar el fenómeno. Hay que tenerlo en cuenta, hay que aprovecharlo«.
«Hay una actitud nueva, la de inclinarse hacia la pantalla e interactuar. El mass-market ha terminado, estamos en la economía de la atracción. […] Podemos ir a ‘The Greetings Door’, una tienda do-it-yourself en EEUU, y tenemos 1.500 diferentes tiradores para cajones donde elegir…!!!: la mayor elección no produce más satisfacción, ni mucho menos. Y el consumidor se cansa, hace click y se va; apaga… y se va: no quiere el mass-media, quiere el my-media«.
Las implicaciones de todo esto son enormes, están siendo enormes. La de Antonella Broglia fue una ponencia importante que les recomiendo ver y escuchar por éste y otros aspectos. Aunque varios de sus postulados no hayan resistido el paso de tan sólo 4 años, otros sí, otros se han confirmado y agrandado, como esta idea de un mundo de pantallas.
No son, sin embargo, las implicaciones para las empresas lo que me interesa destacar hoy en este post, sino lo que supone para las personas, consumidoras de servicios a su través en multitud de ocasiones… y usuarias ya casi por obligación.
De la especie atada al imperio de los sentidos, el imperio de la vista se torna en primordial en ese mundo de pantallas. El mundo del comercio, de los servicios, de la interacción con la administración pública, con la banca, con el colegio de los hijos, con el club deportivo al que pertenecemos, el mundo de las redes sociales y de la comunicación entre humanos, la relación con la compra, con el acceso a la información y a la formación… todos ellos exigen progresivamente más y más carga de la interface humana de la vista.
Las pantallas interactúan con nosotros a través de nuestros ojos, fundamentalmente. Aunque haya experiencias y realidades que mutan ya la interface visual por la de la voz y el oído, la velocidad de crecimiento del mundo de las pantallas y de los servicios asociados a ellas (ese «nunca estamos a más de un metro de una pantalla») es muy superior al de penetración de interfaces alternativas en las mismas.
Así que como derivada, intuyo que las barreras están creciendo exponencialmente para quienes tienen déficits visuales, a mucho mayor ritmo que las barreras físicas que las personas con minusvalías sufren cada día en nuestras ciudades y entornos laborales.
¿Piensan que hablo de un pequeño nicho? ¿Quizá, por el contrario, que entro en este tema por algún interés personal, por alguien cercano que esté actualmente sufriendo esta barrera de comunicación y de acceso al conocimiento?
Pues les reconozco abiertamente que mi reflexión viene derivada de un puro egoísmo. Me explico…
En la actualidad hay unas 70.000 personas en España afiliadas a la ONCE (que son sólo una parte de quienes están afectados por déficits visuales), de las que el 44% están en la franja de los 31 a los 64 años y el 43% son mayores. Cada año se incorporan a estas cifras 4.000 nuevas personas, el 20% con ceguera total y el 80% restante con deficiencia visual grave.
No estamos, por lo tanto, hablando de un fenómeno marginal y minúsculo: la ceguera afecta en el mundo a 7 de cada 1.000 personas (cifra que baja al 3 en los países desarrollados), donde más de 180 millones de personas sufren ceguera o deficiencias visuales.
En países desarrollados, entre las causas principales de ceguera está la retinopatía diabética, pero… atención: también la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), que entre la afiliación de la ONCE es en España ya el 25% de las patologías visuales.
No es el único problema visual que crece con la edad… y caminamos afortunada, deliberada e inexorablemente hacia un envejecimiento de la población cuyo límite aún no se adivina claro…
El glaucoma, por ejemplo, que se calcula que puede afectar sólo en España a casi un millón de personas (aunque la mitad de ellas no lo sepa), aparece con más intensidad a partir de los 50 años y, en casi el 50% de los casos, deriva en al menos deficiencia visual grave.
La OMS ya ha pronosticado que el envejecimiento poblacional significará que la prevalencia de las enfermedades oculares se triplique en los próximos años, estimando que se convertirán en uno de los principales problemas socio-sanitarios del siglo.
No solo nuestro mundo 2.0 sino nuestra vida entera, la física también, es cada vez más altamente dependiente de las pantallas y del sentido de la vista como interface de comunicación humana. «Nunca estamos a más de un metro de una pantalla«. Más allá de hablar de la sociedad de la información o del conocimiento, de la economía de la atención o de la atracción… vivimos inmersos en el imperio de la vista.
Piensen en si tendrían un hueco en su actual empresa si perdieran total o parcialmente los sentidos del olfato, del gusto o del tacto. Piensen en si podrían seguir aportando valor en caso de sordera (ya más difícil ¿verdad?… pero aún no es complicado pensar que puedan comunicarse y crear, utilizando el lenguaje escrito). Pero piensen ahora lo que tendrían que cambiar y adaptar, en ustedes, en su entorno y en las formas de trabajo de su organización, para seguir en ella en un caso de ceguera…
Y vuelvan a pensar en el mundo del comercio, de los servicios, de la interacción con la administración pública, con la banca, con el colegio de los hijos, con el club deportivo al que pertenecen, en el mundo de las redes sociales y de la comunicación entre humanos, en la relación con la compra, con el acceso a la información y a la formación…
La conciencia sobre accesibilidad ha crecido mucho social y públicamente. Las ayudas a empezar una vida nueva y a moverse por nuestro mundo, desde la fuerza del asociacionismo, también.
Y los avances médicos han mostrado resultados espectaculares en los últimos años en la corrección de defectos físicos del ojo. Pero aún queda mucho camino por andar en otro tipo de patologías.
Supongo que el avance a pasos agigantados de mi presbicia es quien me ha puesto el foco sobre este asunto y quien ha provocado mi reflexión… 😉
Pero es que aún no han pasado los suficientes años como para que conozcamos el impacto que tendrá sobre nuestros ojos cansados esta era de las pantallas y de la «vida en web«… y ahora también de la «vida en móvil», foco de concentración visual sin precedentes, castigo continuo de la humidificación de nuestras superficies oculares… aunque sólo sea por insuficiente parpadeo.
Sin son ustedes un poco hipocondríacos, me disculpo por poner en su lista de temores uno más, pero yo simplemente espero que los avances médico-quirúrgicos que se produzcan en torno al sentido de la vista en los próximos 20 años sigan al menos el mismo ritmo que los que hemos vivido, casi sin darnos cuenta, en los pasados 20.
Quizá nos vengan realmente bien…
¿Cómo me puedes hacer esto a mí? 😦
No quiero ni saber número de veces que te comenté (telefónicamente, vía mail, vía chat, …): «mis ojos ya no aguantan», «estoy castigando a mis ojos».
Mientras escribo estas líneas, ya las lentillas secas, mis ojos pidiéndome a gritos «déjame tranquilo»…
Y lo peor… sabes muy bien que soy un poco hipocondríaca. Pero gracias por ampliar la información al respecto (aunque no voy a re-leer este post si no te importa).
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Pues… mis más sentidas disculpas…
Te compensaré (o al menos, prometo intentarlo). 😉
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Buen post! me lo he impreso para leerlo tranquilamente. Seguramente se abre un abanico de opciones en la usabilidad en una pantalla.
Por otra parte, siempre he cruzado los dedos por que inventen el nervio óptico que conecte una cámara con el cerebro.
Va a ser el invento del siglo.
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Dejé un comentario, pero no lo veo; será que he perdido la vista? 😀
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Pues he estado a punto de recomendarte que fueras a mirártela… 😉 … pero no…
Misterios de la técnica… Este segundo ha entrado, pero tu primer comentario se había ido directito a la carpeta de spam. No sé cómo se me ha ocurrido mirar ahí… Todo en orden. 🙂
Muchas gracias y muy bienvenido, Enrique. Si tienes noticias de la cámara, recuerda donde estoy…
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