Vibraciones: un caso singular de empresa basada en el conocimiento

Hoy voy a relatarles lo que podríamos denominar «un estudio de caso». Procede de una visita a una planta de producción que hice hace ahora nada menos que 4 años, de la que tomé algunas notas personales con las que, ahora que estoy revisando todo mi material archivado por causa de un traslado, aún me descubro impresionado.

No mencionaré el nombre real de la empresa porque, habiendo transcurrido desde mi visita un periodo temporal que sé que ha sido problemático, no sé cómo habrán evolucionado desde entonces ni si les apetecería que, a estas alturas, hiciera pública referencia a ellos.

En realidad, ya había citado este caso en algunos artículos de esta bitácora, aunque de forma muy tangencial. No me posicionaré en este post sobre cada uno de los aspectos que describa: como todas las obras humanas, hay claros y oscuros, apreciaciones relevantes y matizaciones que rondan las conversaciones privadas que se esconden tras la escucha… pero creo que la historia merece mucho la pena.

La visita se realizó en el marco de una de las reuniones rotatorias del Comité de Automoción de la AEC (al que pertenecí durante algunos años), en febrero de 2008. Al final de cada reunión, después de la agenda de trabajo ordinaria, la empresa que hospedaba el encuentro presentaba una experiencia que consideraba un éxito de calidad de su gestión.

Necesitaré contarles muy brevemente algunos detalles sobre la empresa para que comprendan luego la magnitud de la apuesta que esta organización hizo por convertirse en una organización basada en el conocimiento.

Algunas características de la empresa

Nos acercamos a un paraje castellano no demasiado industrializado, donde se había implantado, en 1997, una planta de producción de componentes metálicos para la industria del automóvil que empleaba en el momento de mi visita a algo más de 200 personas, para una facturación muy cercana a los 100 M€.

La planta pertenecía a una gran organización empresarial con implantación multinacional (casi 100 plantas industriales en más de 20 países), pero con la singular característica de que aún era una empresa «de dueño» (es decir, que aún existía un propietario con nombre y cara que ejercía como tal), con la fortuna de ser un dueño «curioso», que permitía experimentos singulares si alguien «se la quería jugar» (su carrera, digo…). 😉

Un elemento característico (aunque no inusual en multinacionales) del funcionamiento interno normal de este grupo industrial, es que se fomentaba una competencia interna casi brutal entre diferentes plantas que podían responsabilizarse de la fabricación de un pedido captado.

Eso les obligaba a mantenerse permanentemente en la búsqueda de mejoras de productividad… y en no tomarse demasiadas alegrías ni en el volumen de plantilla ni en el monto global de los costes salariales. La tensión sobre los costes  les obligaba:

  • a delegar muchas responsabilidades para llevarlas al siguiente nivel, creando unas estructuras muy planas;
  • a trabajar en un régimen continuo de entre 18 y 20 relevos por semana (lo que significaba planta abierta todos los sábados completos y temporalmente hasta dos tercios de los domingos), marcando unas condiciones de trabajo que pueden calificarse, sin darle demasiadas vueltas, como «duras»;
  • a incrementar continuamente la cadena de valor (a su tecnología matriz habían añadido en pocos años tecnologías como soldadura, pintura, hidroformado, galvanizado, zincado…), lo que reforzaba la necesidad de contar con personas capaces de acompañar la evolución de la tecnología de producción.

En definitiva y como veremos más adelante, que esa tensión sobre el coste hacía aún más valiosa la decisión de adoptar el modelo que finalmente adoptaron.

El importante papel del trabajo temporal.

Una de las principales obsesiones de los responsables de la planta era asegurar el empleo del personal con contrato ya fijo. Para ello utilizaban mecanismos de flexibilidad basados en la subcontratación de operaciones y en significativos volúmenes de contratación eventual, que además la realizaban mediante la forma más precaria y denigrada socialmente (las famosas ETT o empresas de trabajo temporal). Pero en ambos casos, con una función singular orientada al objetivo anterior:

  • Las ETT eran la fuente principal de ingreso de personas en la empresa. De hecho, las personas comenzaban a trabajar en la planta mientras formaban parte de una ETT… y lo hacían durante 2 años, que pasaban a ser realmente un largo contrato en prácticas.
  • Por acuerdo con la ETT, todas las personas tenían formación profesional a nivel de ciclo formativo de grado superior (el antiguo FP II) y es la observación y valoración de su trabajo la que promovía su incorporación a la plantilla de la empresa, primero como eventuales y luego como personal fijo.
  • Utilizaban extensivamente el outsourcing de funciones enteras que no eran parte del core del negocio. Por ejemplo, toda la gestión logística, que era importante en cuanto a volumen de empleo.
  • En momentos de crisis importantes de ventas, como la que sufrieron en el periodo 2005-2006, con una caída drástica del 30% de la cartera que duró esos dos años, rescindieron el contrato a la empresa que se ocupaba de la gestión logística y ocuparon esos puestos con los excedentes de la plantilla fija antes dedicada a funciones de producción.

Algunos aspectos adicionales de los procesos de selección.

La selección de personal era un proceso clave. Apostar por que toda una plantilla de una planta de producción tenga un nivel FP II es una decisión poco habitual que ya empieza a dibujar la importancia que se le otorgaba al trabajo de conocimiento como clave de productividad.

En el párrafo anterior ya se comentan algunos aspectos muy singulares de la selección de personas, pero aún creo interesante mencionar un par de ellos más:

  • El gerente de la planta se había encargado personalmente de valorar y decidir las primeras 70 incorporaciones a la plantilla.
  • A cada nueva incorporación se le transmitían con mucha fuerza dos simples ideas clave:
    • cultura radical de «cero defectos«: no toleramos producir conscientemente productos defectuosos y, si detectas defectos, se te exigirá actuar sobre el proceso;
    • el negocio, el mercado y como derivada el trabajo, son globales: si aspiras a que esta planta vaya a ser el destino en el que pases físicamente tu vida profesional… éste no es tu sitio.

El sistema retributivo y de desarrollo personal.

Llegamos ahora al verdadero núcleo del modelo.

Habían diseñado un sistema retributivo que puede representarse esquematizado en 4 niveles con 3 categorías profesionales en cada uno, lo que da un total de 12 posibles niveles retributivos.

Hasta aquí… todo bastante normal.

Lo singular del caso es que este esquema de 4×3 se aplicaba para cada una de las «carreras profesionales» que habían identificado (que no eran demasiadas, descritas de forma tan genérica como «fabricación», «mantenimiento», «calidad» o «relación con el exterior») con tablas salariales idénticas.

Eso quería decir que, por ejemplo, un matricero (puesto privilegiado con anterioridad) podía cobrar lo mismo que una telefonista, porque, siguiendo ese ejemplo, el nivel 3.1 de una telefonista en su carrera profesional implicaba dominar 3 idiomas.

El acceso a recorrer el camino marcado por una carrera profesional estaba completamente abierto a cualquiera. De hecho, se esperaba de cualquier trabajador que, a lo largo de una larga vida profesional, alcanzara el nivel 4 en al menos dos carreras profesionales. Este nivel 4 era un nivel de «tecnificación» que, por ejemplo, significaba capacidad para desarrollar estándares de proceso.

La duración de un recorrido profesional, desde el nivel más bajo al más alto y pasando por todas las etapas, podía requerir de 17 años de trabajo, aunque la realidad era bien distinta porque muchas personas comenzaban ya a un nivel medio desde el momento de su incorporación a la planta, o disponían de competencias que les permitían reducir los plazos entre categorías dentro de cada nivel. Y por supuesto, una persona podía perfectamente estar desarrollándose en paralelo en dos carreras profesionales, hecho que se daba con cierta frecuencia.

Un factor muy singular que atañe a este tema es que la formación para crecer en la carrera profesional era gratuíta para la persona (el coste anual para la empresa era superior a los 300.000 €), pero siempre fuera de horas y sin retribuir.

Pero a pesar de ello, la planta registraba más de 10.000 horas de formación anuales de forma continua.

¿Dónde estaba el truco? 😯

Pues en el hecho de que, alcanzado un nivel de carrera profesional… era el salario el que automáticamente se ajustaba al mismo (la ley marca que a las categorías consolidadas les siga la consolidación del salario, que además, a partir de ese momento ya no retrocede).

Como imaginarán, a muchos directivos se les pondrían «los pelos como escarpias» al pensar en el posible fenómeno inflacionista de salarios que se intuye de todo esto, como temor inevitable.

Pero la planta había diseñado algunos factores correctores que moderaran el riesgo:

  • Para acceder a una nueva categoría o nivel profesional, cada persona era valorada mediante un sistema de evaluación del desempeño basado en tres parámetros:
    1. Conocimientos: mediante un esquema tabulado de competencias técnicas basado en su traslación a capacidades de acción observables y a dominios técnicos demostrables.
    2. Actitudes: mediante un esquema tabulado de competencias basado en comportamientos observables asociados a valores y competencias básicas y transversales.
    3. Tiempo: mediante unos límites temporales mínimos, establecidos para garantizar la estabilidad y madurez de conocimientos y actitudes adquiridos.
  • La empresa se reservaba el derecho de cerrar el acceso a determinados niveles / categorías en cualquiera de las carreras profesionales, para proteger una sobresaturación de los mismos. De hecho, lo habían realizado en alguna ocasión, aunque no era una práctica habitual.
  • El acceso a una nueva categoría o nivel profesional exigía también su práctica real y continua, es decir, que a partir del momento en que a una persona se le reconocía un nivel, ese nivel significaba que había labores y puestos de trabajo para los que estaba preparada… y por tanto la planta hacía que trabajara en ello, mediante un sistema de rotación continuo que obligaba a todo el mundo a mantener sus competencias perfectamente adiestradas, actualizadas… y evaluadas.

La presión para las personas también tenía una válvula de escape, además de la libertad en los ritmos: cualquier persona podía «pararse»; podía decir: «no me evalúes más, no puedo con este esfuerzo». También había registrados varios casos así, que eran perfectamente asumibles para personas ya con un cierto recorrido profesional a cuestas o por cualquier situación personal que lo justificara.

Resultados y beneficios singulares del sistema.

Para empezar, algunos datos significativos típicos de las áreas de «recursos humanos»:

  • a pesar de una organización del trabajo basada en 18-20 relevos semanales, no tenían registrada ninguna baja voluntaria de la empresa en 3 años;
  • el nivel de absentismo, en esas condiciones, había oscilado en los últimos 5 años entre un 2’5 y un 5’5%, incluyendo en esa cifra enfermedad, accidentes, actividad sindical, permisos retribuidos, etc.

Las rotaciones sistemáticas entre funciones y puestos de trabajo, además de permitir mentener viva la competencia de las personas y por tanto hacer factible una polivalencia real y muy extendida, daba una flexibilidad tan extrema a la organización que le permitía asumir aspectos tan singulares como los siguientes:

  • La rotación generalizada y sistemática podía darse, lógicamente, por sobreabundancia de gente preparada para asumir un rol, una función o un puesto de trabajo en particular. Pero disponer de 13 jefes de línea rotando semanalmente en esa función, por ejemplo, cuando en una situación estándar sólo necesitaban 6, les permitió enviar a media docena de ellos durante meses a ocuparse de la puesta en marcha de una nueva planta en Argentina… sin que la organización matriz se resintiera en absoluto.
  • El mismo efecto había sucedido en otros puestos más técnicos, que habían actuado como soporte a otras plantas en otros lugares del mundo. Cuando no había suficientes personas para cubrir las necesidades, también eran capaces de reordenar funciones para cubrir tareas de menor cualificación con personal de las ETT, redistribuyendo las principales aportaciones de valor entre quienes quedaban.
  • En los puestos directos de fabricación, la polivalencia permitía además realizar rotaciones cada 2 horas, con lo que cada persona tenía una visión sistémica del proceso y la orientación al cliente (no solo externo sino también interno) estaba permanentemente presente en las decisiones.
  • Forzar la rotación sistemática significa que una persona trabaja en puestos de gran valor añadido… pero también en puestos que no son precisamente así… durante semanas. Así que los responsables de la planta se vieron forzados a rediseñar los puestos de trabajo estándares para dotar a todos ellos de un contenido «rico», que permitiera aportación continua de valor al proceso.

En cuanto a la cultura de calidad que de todo ello se derivaba, basta con observar la gráfica que se adjunta a continuación, que mide la evolución del volumen de productos defectuosos en cliente, medidos en ppm (partes por millón). Sin más comentarios.

Otros aspectos señalados.

La empresa reconocía que uno de los factores habilitadores de este sistema era haberlo implantado desde una edad muy temprana de la planta. De hecho, lo habían implantado después en plantas nuevas en México y Argentina, pero habían fracasado en Polonia, una planta con muchos años de historia y una cultura propia ya muy asentada.

A pesar de ello, tampoco su aplicación en planta nueva era algo fácil. En el caso original que nos ocupa, con una implantación que no finalizó hasta 2005, el arranque supuso 2 años de dura negociación con el Comité de Empresa y la necesidad de forjar acuerdos relacionados con quienes tenían que asumir que el sistema nuevo rebajara formalmente sus niveles salariales o incluso eliminara derechos adquiridos.

El sistema tenía excepciones: incluyendo los miembros del equipo directivo, había 29 personas que estaban fuera del sistema retributivo, sustituido por un acuerdo salarial cerrado personalizado. Se trataba de gente no necesariamente con responsabilidades jerárquicas, incorporada desde elementos de gestión del talento.

Las entrevistas de evaluación contaban con la presencia del área de recursos humanos junto al jefe directo. Se contemplaba también la asistencia de un miembro del comité de empresa a solicitud del trabajador, pero esta práctica (que se dió en varias ocasiones el primer año) había desaparecido radicalmente de la práctica cotidiana.

La apuesta por el desarrollo de las personas se completaba con detalles como el hecho de que el máximo responsable de personal de la planta se reuniera individualmente con cada empleado fijo dos veces al año para acercarse a su realidad personal.

Por cierto, que la visita a planta se realizó en 3 o 4 grupos… y el responsable de recursos humanos (que condujo el que a mí me correspondió) nos explicó la totalidad del proceso y fue incluso capaz de responder muy satisfactoriamente a cuantas preguntas de caracter técnico se le hicieron… 😮

Termino con algunos comentarios relativos a lo que ellos concebían como los pilares de su política de calidad en las operaciones productivas:

  1. Mejora continua: basada en un proceso Renault-Nissan denominado Step-up, con piezas clave en las reuniones de resolución de problemas (que celebraban sistemáticamente dos veces por semana), la paralización de la producción ante la aparición de un defecto y las reuniones de relevo cada relevo.
  2. Formación: con módulos disponibles para cada asunto a niveles básico y avanzado y con formadores extraídos de los niveles superiores con un mínimo establecido de experiencia docente supervisada.
  3. Comunicación: con reuniones diarias, a primera hora, del equipo directivo dirigido por el responsable de calidad, que a continuación llevaba a producción las incidencias en mercado, que se divulgaban (fotografía incluida) por mail y mediante pop-ups en la pantalla de los ordenadores de planta.

Las prioridades de la planta de transmitían igualmente a través de otros mecanismos retributivos: una retribución variable por objetivos, adicional al sistema antes descrito, alcanzaba a todos los trabajadores (desde el último operario hasta el gerente), exclusivamente focalizada en resultados de efectividad y calidad.

Conclusiones.

Tal y como lo veo, lo que les he relatado es un caso de empresa que tomó la decisión de hacer de la apuesta por las personas, de su capacidad de adoptar decisiones basándose en su conocimiento y, en definitiva, de su talento, el factor principal de diferenciación y productividad en un mundo occidental con dificultades para competir en el mercado global.

No es fácil de encontrar algo así, realmente aplicado, en organizaciones industriales: supone un notable riesgo. Así que si conocen otros ejemplos, diferentes o incluso mejores o más sorprendentes… me encantará conocerlos.

14 comentarios

  1. un caso muy estimulante, gracias

    además hay otro valor muy interesante, y es que la gente que ha trabajado al menos durante un tiempo para esta organización vuelve motivada y formada al mercado de trabajo

    algún día tendremos que pensar en la responsabilidad de las empresas en la preparación de las personas, no sólo para cumplir las tareas que les encomiendan sino para ser empleables luego en el mercado general

    ahora que se discute tanto sobre el despido, estaría bien vincularlo a la empleabilidad futura: aquel que despide a alguien dificil de emplear después de haber trabajado para esa organización debería soportar más responsabilidad / coste que aquel otro que despide a alguien que es rápidamente empleable

    ?

    javi

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    1. Gracias a ti, Javi, por pasarte por este pequeño rincón y por dejar tu primer rastro escrito…

      Es un placer y honra este cuaderno de bitácora.

      Cuando estudiaba «formalmente», hace ya muchos años, recuerdo que un viejo profesor con perfil de John Wayne me habló por primera vez de «la función social de la empresa». Creo que es lo único que recuerdo de aquella asignatura de «Teoría Económica» (seguro que hay muchas cosas más que reconocería, claro, pero ya no están entre mis recuerdos del tema). Pero si no me equivoco, ese perfil de empresa como «generadora de empleabilidad», que no de empleo, no estaba entre sus aportaciones explícitas. Y es evidente.

      Tu «propuesta» sobre regular el coste del despido de forma variable, en función del «valor añadido empleable» aportado al despedido sobre el tiempo de trabajo en la compañía, me parece muy sugestiva y provocadora. Claro que dificil de evaluar…

      Pero sugestiva… un rato largo.

      ¿Alguien se anima a concretar?

      Gracias de nuevo por tu comentario y muy bienvenido.

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  2. Mew encanta este caso que planteas. Parafraseando el anuncio «Dentro de unos años todas las empresas funcionarán así».

    Coincido contigo en el entusiasmo por la estructura y estaría encantado de recibir más información de como se hacían las cosas para tratar de aplicarlas, incluso de conocer el caso concreto y visitarlos, quizá ellos te autoricen…

    También coincido con Javi en la responsabilidad de la empresa en la formación de sus empleados. Es inadmisible que tras 20-25 años en una empresa se despida a alguien incapaz técnicamente, ya que ha sido su responsabilidad mantenerlo formado o al menos interesado en formarse. Siempre hay casos excepcionales, claro.

    Así que gracias por compartir la experiencia y el entusiasmo!

    Saludos molineros!

    Eduardo

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    1. Hola, Eduardo.

      Encantado de que hayas pasado por esta casa y de que hayas dejado tu comentario, una forma excelente además de llegar hasta ese mundo molinero tuyo tan diferente al mío… que acabo de descubrir.

      No conservo contacto con la planta que describo, ya lo siento. Por alguna noticia a la que he tenido acceso, sé que estos últimos 3 años de crisis están siendo una dura prueba para su sistema, pero no conozco en detalle el impacto que están teniendo sobre el mismo. Te paso algún matiz adicional por mail.

      Gracias y muy bienvenido.

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      1. No creas que el mundo molinero es tan diferente. En realidad aparte de «nuestros» temas que están muy «ingenierados» somos una especie de experimento organizativo.
        Veremos como sale. 😉
        A ver si escribo una reflexión sobre algunos temas organizativos y conozco vuestra opinión.
        Gracias por la entrada y la respuesta.

        Eduardo

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  3. Fascinante. Algo me habias comentado alguna vez pero no lo conocía con tanto detalle. Ahora que estamos trabajando en proyectos de Autogestión, muchas de las inquietudes que tenemos actualmente han sido abordadas de forma magistral con este modelo.

    Para que algo así funcione hace falta alinear a muchas personas de diferentes áreas, y superar muchos límites organizativos. Es una auténtica revolución. Y una apuesta de futuro por las personas.

    Por cierto, no se si será cosa de mi ordenador pero no veo las imágenes anexas.

    Aunque soy un poco vago para escribir y no me he hecho notar hasta ahora soy un fan de este sitio.

    Un saludo Jesús,

    Mikel González

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    1. Hola, Mikel.

      Después de haber ido soltando retazos de la historia en numerosos frentes dispersos, tenía verdaderas ganas de contar el caso completo con un poco de orden en algún sitio. Haber encontrado mis notas en este reciente traslado ha servido de espoleta para traerlo aquí. Coincido contigo en que es un modelo que puede calificarse de revolucionario, pero lo que sí es evidente es que, equivicada o no, es una apuesta por competir en base al desarrollo y al talento de las personas, a las que se hace responsables y se les reconoce libres de gobernar su propio crecimiento.

      Sobre lo de las imágenes… yo no tengo problemas en mi equipo (he probado en tres navegadores) y he visto que tampoco hay problemas en otro equipo del trabajo ni en el personal de casa. Nunca se sabe donde están las raíces de los problemas cuando hablamos de estas tecnologías aceleradas, pero yo me lo haría mirar… 😉

      Un saludo y muchas gracias, por el halago y por dejar tu comentario.

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  4. Apasionante el caso y aún más el relato que haces porque empuja a seguir leyendo a sabiendas de que será necesaria una segunda lectura para detenerse en los detalles. Tenía la lectura aplazada por su extensión y se me ha hecho corto.

    Conseguir que cada persona tenga una visión sistémica de proceso y orientación al cliente interno y externo, parece una utopía muy lejana para la inmensa mayoría de las organizaciones, no sólo en las industriales. Es la primera vez que veo el concepto de polivalencia aplicado con auténtica visión, aunque se hubiera llegado a ello reinventando, como les ocurrió con el planteamiento de “rotación sistemática”. Creo que es tan importante como difícil conseguir que todos los puestos de trabajo tengan aportación continua de valor, y que ésta sea percibida por todo el sistema.

    Realmente un caso digno de mención… y de ejemplo, independientemente de cómo estén afectando las circunstancias actuales. Aunque también es posible que la comparación con los efectos y consecuencias de esta crisis con otros sistemas tradicionales ofreciera datos importantes para la reflexión.

    Que bien que recuperaras tus notas. ¡Un saludo!

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    1. Gracias, Isabel. Como siempre, un privilegio recibir tus comentarios desde la reflexión sobre un texto que siempre siento leído con atención.

      No me va a ser sencillo porque ya no estoy en el entorno en que mi visita fue posible y, como digo en algún comentario precedente, no conservo lazos suficientes como para acercarme y ver cómo les va… pero sí conservo una enorme curiosidad y seguro que algún día la ocasión se presenta y me entero.

      Lo contaré, claro… y compararemos su manual de supervivencia con otros que me temo sean más habituales.

      Un saludo.

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