
Hace ya media docena de años que avisaba en esta bitácora de que el grave problema demográfico que se nos venía encima lo notaríamos dramáticamente en el plano laboral… y hoy ya resulta evidente que lo tenemos sobre la mesa.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que la construcción sufre “serios problemas” por la escasez de arquitectos técnicos, con ofertas de trabajo que no se cubren como muestra de una realidad que «pone en serio peligro» el relevo generacional del sector.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que hay escasez de talento en Transporte y Almacenamiento (entiéndase Logística), rama de actividad donde hay casi un 20% de puestos de trabajo que se quedan por cubrir en procesos de selección.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que hay escasez de profesionales cualificados en el sector de la ayuda a domicilio (enfermeras, auxiliares y técnicos en atención a la dependencia), tanto en el sector público como en el privado, con una demanda continuamente creciente.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que agrónomos y forestales no cubren la creciente demanda de las empresas, con un sector primario que urge múltiples perfiles técnicos de especialidades en las que no hay ni alumnos.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que hay escasez de profesionales sanitarios, hasta el punto de que las regiones se pelean entre sí por ofrecer las mejores condiciones a médicos y enfermeros (a pesar de no estar permitido). Sobre todo, en medicina de familia, pediatría y enfermería… pero también en medicina del trabajo, urgencias o psiquiatría, calculándose que el déficit de médicos alcanzará en el país la cifra de 9.000 en el año 2027.
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que el país tiene un déficit de más de 120.000 profesionales TIC, en especialidades que tampoco llenan las aulas. De esas vacantes que quedan sin cubrir, unas 7.000 son de titulados universitarios, lo que por otra parte parece concluir mayores necesidades en el ámbito de las competencias básicas que en las nuevas tecnologías más cool, que parecen estar mejor cubiertas (aunque sea a un coste creciente, tanto económico como de condiciones).
En estos últimos días de este mismo mes de junio que ahora se nos termina hemos podido leer que la falta de ingenieros enciende la rivalidad de las empresas, que compiten de manera muy agresiva en los reclutamientos, sumando al esfuerzo económico beneficios emocionales y sociales.
Y suma y sigue.
Me van a permitir que en esta ocasión obvie los argumentos centrados en cambios de valores en las nuevas generaciones y ponga foco exclusivamente en una simple escasez de profesionales, que hace que el mercado laboral se torne en un mercado de oferta donde, en muchos ámbitos de competencia, los candidatos tienen la posibilidad de elegir. Así, cuestiones como el proyecto ofrecido, la flexibilidad horaria, las políticas de conciliación, la zona geográfica, el desarrollo profesional y la formación a alto nivel ya han pasado a ser factores que forman parte en estos momentos de la pelea por captar el talento necesario.
El problema es que aún no se nota demasiado… porque la pandemia ha venido a lastrar la aceleración que era previsible de crecimiento y ha reducido en cierto modo la tensión que se había comenzado a sentir a finales de 2019 en el mercado de trabajo en muchas especialidades. Pero lo que vivimos hoy, ya en indiscutible y plena recuperación de esa tensión, no va a ser nada comparado con lo que vamos a vivir a corto plazo.
Porque lo importante es entender bien el fenómeno que mostraba la última gráfica que incluía en el artículo de 2016 con que comenzaba este post de hoy. La reproduzco de nuevo a continuación y transcribo la explicación, porque es importante:

Elaborada ese año de 2016 por Mondragon Unibertsitatea, «representa dos diagramas de barras cruzados: uno de ellos formado por las personas que cada año, en la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), alcanzan la edad de 65 años (la referencia de jubilación) y otro formado por las personas que cada año alcanzan la edad de 24 (la teórica de incorporación al trabajo de titulados universitarios).
Frente a una historia pasada en la que cada año se jubilaban menos personas que las que se incorporaban en esa edad de 24 al mercado laboral… desde hace ya 6 años está sucediendo lo contrario. Y las perspectivas demográficas nos dicen que además, en los próximos 20 años este hecho se seguirá produciendo a un ritmo espectacular: cada año, se incorporarán entre 8 y 10.000 personas menos que las que se jubilarán.
O sea, que en los próximos 5 años estarán a disposición de las empresas 50.000 personas menos de las que se jubilen, para entendernos mejor. Y en 20 años… 200.000.
Solo en Euskadi.»
Pues en eso estamos ya… con serias dificultades para incorporar ciertos profesionales que las empresas necesitan para su evolución. Decía entonces que iba a haber tortas para captar talento… y veo ya a las empresas haciendo guantes.
El fenómeno tiene numerosos ingredientes que sería muy largo volver a desmenuzar, pero a poco que dejen de sucederse crisis de orden mundial de estas que llevamos encadenando en los últimos años, va a ser imprescindible ofrecer propuestas de trabajo realmente atractivas a nivel de proyecto y desarrollo profesional y cuestionar elementos culturales, modelos retributivos y condiciones laborales que quizá no deseen cambiar.
Porque ya no será posible cerrar los ojos.
Que tengan suerte…