Personas inquietas

Personas inquietas: Ángel Arboníes

«El conocimiento no se puede gestionar». La frase estalló en mis oídos en uno de mis primeros encuentros con Ángel Arboníes, pocos meses después de arrancar un camino de trabajo en común que comenzó en el ya lejano diciembre de 2001.

Llevaba solo unos meses tratando de entender qué valor se podía extraer para la empresa de la idea de «gestión del conocimiento» y estaba analizando la propuesta de embarcarnos en proyectos de la mano de MIK, el centro de investigación en gestión de MONDRAGON que Ángel comenzaría por entonces a construir y que hoy está embebido en Enpresagintza.

Así que con esa frase… empezábamos bien.

Más adelante se fue dibujando una explicación racional para ofrecer a otros («conocimiento es capacidad efectiva de acción» ante estímulos cambiantes) que implicaba entender que el conocimiento solo puede radicar en la cabeza de las personas y que por ello no es posible que sea gestionado, sino que la única posibilidad de encauzamiento viable es habilitar condiciones facilitadoras para que las personas poseedoras de conocimiento decidan usarlo en alineación con objetivos compartidos… por ejemplo, empresariales.

Pero entonces, fue la puerta de entrada a conceptos como la distinción entre conocimiento tácito y explícito (menos evidente en su esencia de lo que la gente en general comprende), los procesos de internalización, externalización, socialización y combinación, la importancia de las competencias esenciales, las narrativas como vehículo de lo tácito, la trascendencia de entender las claves de activación de la productividad en el trabajo de conocimiento, la explosión del producto extendido, la empresa abierta… o las comunidades de práctica como vehículo de intercambio (aprendizaje) y creación de conocimiento (innovación), comunidades tan sencillas, que resultan difíciles de entender… hasta que por entenderlas en su sencillez resultan difíciles de impulsar. 😉

Ángel Arboníes llegó a MIK después de haber estado al frente del Cluster del Conocimiento, un extraño «artefacto» en el universo de clusteres impulsados en el País Vasco, pero muy valioso para quienes entonces nos acercábamos a un mundo donde el aprendizaje organizacional y la innovación empezaban a vislumbrarse como clave de futuro.

Cerca de él conocí a gente como Debra Amidon o Klaus-Dieter Thoben y comencé a entender a Peter Senge, Ikujiro Nonaka o Karl Sveiby, de quien heredé la comprensión de las organizaciones como redes de relaciones entre personas y entre ellas y las «estructuras» internas y externas a las mismas.

Todo lo que sé en materia de «gestión del conocimiento» y una parte de lo que sé de innovación lo aprendí con él. Buena parte de lo que aprendí más tarde sobre innovación se debe a los cimientos que construí entonces.

Y conmigo… muchos otros que recorrimos aquellos proyectos que conformaron (CON)ex, un ambicioso programa de investigación que concluyó en su primera y más interesante fase en 2004, dibujando un «modelo de empresa digital, extendida y basada en el conocimiento» que resultó visionario en muchos aspectos y cuyos entregables, en buena parte, continúan vigentes hoy.

MIK comenzó desde un punto de partida explosivo: la mezcla de una universidad, una empresa de consultoría y un centro tecnológico… y no explosivo por ese hecho en sí mismo (que podía haber conformado un triángulo mágico), sino porque en aquella época era inviable que tres socios se unieran con un propósito común en el que no prevalecieran los intereses particulares de cada parte.

La etapa inicial de MIK, riquísima en su producción… terminó mal. No es cuestión de ahondar ahora en ello porque daría para un libro, pero me atrevo a decir que para Ángel fue un cierre de etapa básicamente de sufrimiento.

Mis últimos contactos frecuentes con él fueron en ese momento, en que nos ayudó a construir un modelo de gestión que personalmente considero muy potente, desde una comprensión de sostenibilidad económica, social y medioambiental ligada a la comprensión actualizada del hecho cooperativo.

Bueno… no se puede escribir sobre Ángel sin mencionar un carácter con frecuencia intelectualmente provocativo… o al menos «complicado» para quienes se negaban a enfrentarse a subir una mínima escala de abstracción que les permitiera juzgar sus actos desde la reflexión de las claves del conocimiento, instalados en el confort de quien ha alcanzado dosis de poder suficientes como para imponer sus criterios en base a comportamientos aprendidos que no está dispuesto a cuestionar. Siempre se sintió, creo yo, en un equilibrio inestable

Pero en sentido contrario, entrar en el juego de su provocación siempre fue un camino de aprendizaje y descubrimiento continuo. Discutir intelectualmente desde posiciones enfrentadas, pero desde la apertura personal a cambiar de posición, una tentación permanente.

Creo que quien le conozca coincidirá conmigo, sin dudar, en definirle como un personaje singular y de fuertes convicciones. Si leen algún artículo, pero sobre todo algún libro suyo que haya sido escrito en colaboración con otro autor, no les resultará nada difícil identificar qué parte corresponde a su aportación personal, a poco que le hayan escuchado.

Les dejo al final un vídeo muy corto de aquella época de cambio de etapa, no porque diga nada especialmente brillante en el mismo (busquen para ello sus ideas en sus publicaciones… o en YouTube), sino porque es el Ángel que yo conocí. Como explica en esos 3 minutos, se había pasado una vida tratando de que innovaran grandes empresas que en el fondo… no querían innovar.

En años sucesivos dedicó mucho tiempo en un proyecto más personal, volcado en ayudar a empresas de menor dimensión, con barreras diferentes pero igual de importantes para la innovación… y yo le perdí en cierto modo la pista.

Esta semana fallecía en Durango. Me enteré por una publicación de Enrique de la Rica en LinkedIn y como decía en mi comentario… si está en un lugar donde haya tertulia, seguro que es un buen lugar para estar…

Puedo afirmar que es una de las pocas personas que he conocido personalmente con las que he aprendido a mirar a las organizaciones empresariales desde una mirada sistémica profunda. Lo poco o lo mucho que haya crecido en ese camino a lo largo de mi vida profesional, se lo debo a no más de 4 personas y una de ellas sin lugar a dudas fue él.

Con este post rompo una de las reglas que me había impuesto en este segmento de «personas inquietas», que no alimentaba desde hace ya 8 años: la de hablar sobre personas con las que uno aún puede coincidir. Pero he sentido que debía hacerlo.

No se me ha ocurrido nada mejor que pudiera hacer.

Personas inquietas: Txus Santos

Tengo que empezar por decirles que Jesús Mª Santos es un amigo.

No es algo que pueda decir de muchísimas personas, pero sí algo que debo advertir porque dedicarle un post a alguien no es frecuente en esta casa ni en ninguna… y no quiero asumir el riesgo de que eso condicione ni mi escritura ni su lectura.

Y es que traigo a esta bitácora a Txus Santos por otra razón: escudriñando mi círculo familiar, laboral o social en lo medianamente próximo, puedo decir con rotundidad que es el único emprendedor de verdad que me honro en conocer medianamente bien.

Las nebulosas que confunden mis recuerdos son cada vez más densas, pero creo que nos encontramos por primera vez hace  nada menos que unos 30 años por mediación de un amigo común, en un momento en el que él se había dedicado a despejar incógnitas binarias en la Escuela de Química y Electrónica de Indautxu.

Los primeros pasos profesionales que le recuerdo estuvieron ligados al programa IMI auspiciado por el Gobierno Vasco para propiciar el desarrollo tecnológico de la industria, pero ya curiosamente desde una figura de colaborador y no como plantilla de la SPRI.

Supongo que haber crecido en una familia cuya vida se nucleaba alrededor del merendero de Basatxu (justo encima del barrio de Cruces) o de una cafetería en la bilbaína Alameda de Mazarredo, forja caracteres poco dados a los fichajes y las nóminas.

Quizá por eso, el cierre del programa IMI le llevó a embarcarse junto a otras personas en situación similar en su primera iniciativa empresarial de calado: una empresa de servicios informáticos de la que era accionista y director comercial… hasta que la abandonó sin contrapartidas cuando se cansó de esperar a que sus compañeros de aventura asumieran los riesgos de crecer y de aprovechar oportunidades que año tras año iban pasando frente a la puerta sin ser suficientemente aprovechadas.

Luego llegaron iniciativas más personales (la construcción de páginas web para empresas, el proyecto EuskoCenter o el más famoso quiosco del parque de Doña Casilda pasaron por sus ilusiones), que se desarrollaban en paralelo junto con ambiciosos proyectos que abordaba progresivamente cada vez más apoyado en redes de profesionales singulares, ingenierías o empresas de servicios informáticos.

Pero sobre todo, hay una palabra que me gustaría destacar de su periplo vital: aprendizaje.

Compromiso incansable, personal y profesional, con un aprendizaje continuo, intenso, multidisciplinar, arriesgado, formal e informal… siempre orientado a encontrar LA oportunidad de negocio mientras otros temas menores permitían facturar para vivir en los mejores momentos.

Entre los proyectos más ambiciosos aparecían soluciones avanzadas de adiestramiento virtual para equipos de trabajo o de formación frente a riesgos de incendio, sistemas tecnológicos de control de flujos humanos en espacios donde se mueven colectividades numerosas… o un gigantesco proyecto de innovación radical en el transporte urbano y periurbano, realmente sostenible, que innovaba hasta en la manera de financiarse y que para incredulidad de muchos, tuvo alguna oportunidad real de hacerse realidad.

Txus sigue siendo una persona inquieta por naturaleza, aunque hoy desde mayor serenidad y madurez. Es una opción de vida que admiro desde la distancia, porque debo reconocer cobardía para apuntarme a ella. Una admiración que me consta matizaría (mucho) Carmen, con quien decidió compartir vida y familia hace ya unos cuantos años… 😉

Caracter emprendedor puro, ahora que muchos nos «lucimos» desde el succedáneo del intraemprendimiento, ya sabe que ningún reto es inalcanzable. Creo que muchos de quienes se pasen por estas líneas (me consta que algunos de mis queridos suscriptores le conocen personalmente) coincidirán en ellas y sentirán que, más allá de amistades personales, mi personaje de este post merece pertenecer a la categoría en que le coloco.

Hay pocas personas que entienden tan bien lo que es un proceso y cómo debe gestionarse un proyecto como Txus. No sé si es un ser renacentista de nuestro tiempo, pero a mí me lo parece. Y además es un gran tipo.

El viernes pasado presentaba en La Hacería de Zorrozaurre su última iniciativa empresarial, donde creo que también anida gente de Delirium Studios.

En una abarrotada takeoff party, desde Ludium Group lanzaban Brokerstars, una iniciativa innovadora y disruptiva en el proceloso mundo del gambling on-line.

Se merece, se lo aseguro… que les vaya muy bien.

Personas inquietas: Virginia Imaz

Este post va a ser una pequeña excepción en la serie de «personas inquietas», porque no será una conversación particular con el personaje la que me servirá de nexo de unión en estas líneas.

Ya averiguarán qué es…

Virginia Imaz es profesora, es actriz, pero creo que sobre todo… es clown. O sea, payasa.

Tras haber pasado por el Circo del Sol, parte de su realidad profesional se llama hoy Oihulari Klown, compañía de teatro que fundó en 1979.

Aparentemente, la página web que yo conocí ha desaparecido (habrá sido, seguro, arte de magia ;-)) y se anuncia ahora en construcción, donde sólo es accesible una vía de contacto por mail. No obstante, he podido rescatar alguna vieja información aún accesible en la que pueden trastear por algo de lo que hacen…

Pero salgo definitivamente de la compañía que fundó y vuelvo a la persona porque, aunque supongo que no para ella, Virginia Imaz es para mí y sobre todo Pauxa.

La conocí en el Kursaal de San Sebastián hace 4 años, resumiendo y cerrando una jornada llena de ponencias sobre inteligencia emocional.

Bien… creo que una demostración de «inteligencia emocional» es precisamente lo que ella hizo. Les aseguro que no son capaces ni de imaginar la excepcional finura del humor con que, de manera absolutamente elegante, fue capaz de hilar cada matiz humano, cada contradicción, cada idea-fuerza que había ido flotando en la sala a lo largo del día.

De no haber estado presente, no hubiera creído que un clown era capaz de advertir las sutilezas de sesudas ponencias de prestigiosos técnicos y teóricos sobre el tema de esa forma, de las preguntas y los comentarios que surgieron entre los asistentes…

Y no recuerdo haberme reído más en años.

Tras su intervención, los 300 supuestos directivos o gente de empresa que asistíamos a la jornada, muchos encorbatados, disfrutábamos de un exquisito almuerzo en los comedores del Kursaal. Virginia Imaz llegó al salón algunos minutos más tarde, cuando los demás ya habíamos empezado a comer. En ese escenario, no dudé en levantarme, acercarme hasta el punto por donde ella acababa de entrar y darle las gracias con un público y largo abrazo.

Por la cara que puso… supongo que si lee estas letras (cosa que dudo) lo recordará… 🙂

Aunque ninguna ha superado a aquélla, la he visto en otras ocasiones (la última en el Re’09 de infonomia) haciendo el mismo espectáculo (siempre diferente, como no puede ser de otra manera): las Klownclusiones, un derroche de ingenio que les recomiendo no perderse si algún día tienen la ocasión de que Virginia Imaz le ponga cuerpo. «Modelo Clowntrapublicitaria», «Molestias Clównicas», «Divinas»… son otros espectáculos con un tono que seguro que, a medida que se acerquen, irán identificando.

Hay incluso vídeos en la red que permiten un acercamiento audiovisual al personaje, pero casi… que mejor no. Mejor vayan a que les conmueva en persona…

La Fundación EDE, en su programa de formación abierta, ha organizado un curso titulado «Liderar desde el humor» que conducirá Virginia Imaz, los días 29 y 30 de este mes de enero de 2010. Como aperitivo, «Entiendo el humor«, un texto reflexivo sobre su importancia en la vida.

Están a tiempo, ya ven, de conocerla en una faceta menos habitual pero muy atractiva. Están a tiempo de aprender y de conmoverse con ella.

Personas inquietas: Fernando Iglesias

El escenario, el hotel Ra de El Vendrell, en uno de sus comedores con grandes mesas redondas, alrededor de las cuales se iba sentando la gente del renacer’06, ponentes y asistentes sin distinciones, según entraban en la sala.

Un entorno envidiable para conocer a quien hoy les voy a presentar, Fernando Iglesias Eciolaza, habitante de Madrid pero un poco a caballo siempre de sus orígenes bilbaínos.

La conversación, siempre la conversación como vínculo con Fernando, arrancó entre otras cosas con una curiosa vivencia, producto de haberse sentido libre de actuar públicamente de forma que para estas tierras es normal… pero que estando en Cuba, al parecer no lo era tanto. Inesperadas consecuencias que, para ser sincero y una vez enmarcadas en el pasado, me divirtieron.

Fernando presentó a todos al día siguiente qué hacía, a qué se dedicaba. Lo hizo en 3 minutos y estuvo extremadamente nervioso, apoyado en un discurso construido sobre imágenes y sobre-condicionado por el límite de tiempo. Mal trago…

Pues nada que ver con la realidad. Muy al contrario de aquellos 3 minutos, en el trabajo o en el contacto personal la conversación con Fernando fluye fácil, muy fácil. Coleccionista de recuerdos de vinos, hábil en la escucha, inteligente observador de debilidades personales, coach embebido en su mirada…

De aquellas conversaciones llegaron contactos posteriores. Los primeros presenciales, compartiendo unas cervezas en los espacios comunes de ese excepcional marco que es el Hotel Embarcadero de Getxo, al que convierte con frecuencia en delicioso centro de operaciones en sus «retornos a casa».

Luego su libro «Memoria del futuro«, que transcurre precisamente y en buena medida entre las paredes del Embarcadero y que ya ha ocupado su espacio en este blog… Y finalmente proyectos de transformación en los que trabajamos juntos, a veces en compañía de Iñigo Marquina.

Siempre un placer.

Fernando es socio de Evocalia. Allí son sólo cuatro y no quieren ser más: hace 3 años que me dijo que no querían crecer… y 3 años después aún no lo han hecho. Compartieron con Juan Carlos Cubeiro el germen del proyecto Eurotalent, pero pronto iniciaron el suyo propio.

No conozco ese capítulo, espoleta de su siguiente y actual paso en el camino… y no me interesa, aunque creo que, como diría Eduardo Chillida, los ángulos rectos dialogan mal con otros ángulos.

Nunca les he oído reclamar para sí esa etiqueta, pero en Evocalia hacen consultoría artesana. Ahora que llevo meses escuchando debatir y configurar ese concepto, creo sinceramente que sí, que la esencia del artesano responde fielmente a su propuesta de valor y a la forma en la que intervienen, aunque sea a su modo particular.

Pero en fin… les aseguro que esto no es un ejercicio de propaganda interesada… y aquí y ahora lo que me interesa resaltar es la persona. Hace unos meses, Fernando me pidió una frase sobre sí mismo para alimentar una parte de su espacio web. Se la envié pero aún la conservo… y la transcribo porque resume con bastante exactitud lo que trataba de volcar aquí:

«Conocí a Fernando hace algo más de dos años, en el Ra del Vendrell y en una atmósfera difícilmente reproducible, pero sólo hasta trabajar con él, algún tiempo después, no fui consciente de su perfecto encaje en aquel paisaje humano.

Cualquier observador medio es capaz de advertir cómo disfruta trabajando en lo esencial (casi siempre invisible), para ayudarte a que pasen cosas importantes, en ti o en tu empresa, trabajando en proyectos que se siente que le apetecen, sin obsesión por el crecimiento, sino más bien por disfrutar de crear conjuntamente con aquellos para quienes trabaja.

Un placer diferente.»

Si alguna vez trabajan con él (lo que les recomiendo) y, en un momento dado, les entrega una pequeña piedra azul, guárdenla con cariño.

Les aseguro que es un buen regalo.

Un día, al finalizar un taller en el que nos ayudaba y tras observar mis dificultades para ganar compromisos y tejer complicidades, me miró francamente y me dijo: «Te puedo ayudar«.

«Gracias, te creo; pero no toca…», le respondí.

Para el «revolcón personal» hay que estar muy dispuesto, requiere compromiso, tiene su tempo… Y después de mi último salto, me tocaba respiro.

Pero eso sí… supe que él podía hacerlo.

Personas inquietas: Mikel Urizarbarrena

urizarbarrenaAquel 18 de Septiembre de 2006 tuve el privilegio de compartir mesa con una curiosa decena de personas, a muchas de las cuales (como a Mikel Urizarbarrena) no tenía el gusto de conocer personalmente.

Deiane Madinabeitia y Julen Burgoa (hoy en Fatronik) flanqueaban a Juan Luis Irazabal como anfritrión de esa mesa, en la que los invitados que me acompañaban eran Koldo González (entonces director de promoción en Matrici), Juan Mari Uzkudun (recién jubilado de sus responsabilidades en Mondragon), Cristina Garmendia (aún consejera delegada de Genetrix, lejos de pensar-en-ser ministra), Alfonso Martínez Cearra (director general de Bilbao Metrópoli 30), Javier Pagaegi (entonces director de Biobide y hoy en Alium), Carmelo Bengoechea (al frente de las relaciones institucionales de Iberdrola y en calidad de vocal de Aclima) y el propio Mikel.

El motivo de tan extraordinaria reunión, celebrada en la bodega del restaurante Kate Zaharra de Bilbao, era explorar oportunidades para el intraemprendizaje en MAIER S. Coop., desde conversaciones hibridadas entre personas con vivencias muy diferenciadas.

Pero déjenme saltarme el desarrollo del taller y centrarme en la conversación de la sobremesa. No recuerdo al hilo de qué, pero fue entonces cuando Mikel, con esa posición de gravedad sin perder la sonrisa afable que adopta cuando quiere transmitir algo de importancia, nos miró individualmente a todos (no sé cómo se hace, pero les aseguro que se puede) y nos confesó que la decisión más importante y más dificil que había tomado en su vida había sido abandonar la dirección ejecutiva de Panda, dejarla en manos de otra persona.

En aquél momento, cifraba en no más ya de un 10 ó un 15% de su tiempo la dedicación personal a su más conocida creación. Y reconoció que no le había resultado en modo alguno fácil. Nos dijo entonces que su reflexión le había llevado a entender que su principal dedicación debería ser la de generar nuevo valor, que más allá de sus capacidades como gestor, donde resultaba más necesario (y útil) era emprendiendo.

Desde la creación de su primera empresa, Lantek, hasta el reconocimiento social derivado del éxito de Panda Software (hoy Panda Security), la historia de Mikel Urizarbarrena es la de un emprendedor.

semantixActualmente es «presidente de honor» y conserva una importante parte del capital (o eso creo) de Panda Security, hoy en las manos ejecutivas de Juan Santana, pero este año ha sido noticia por el lanzamiento de su nueva aventura empresarial, Semantix, con productos de futuro muy interesantes y con enorme potencial para este mundo global e interconectado; productos como Dixio, que ya podemos probar en algunas webs (un doble click sobre cualquier palabra y tendrán una muestra sencilla).

Me pregunto cuántos empresarios dedican desde hace años la absoluta totalidad de su tiempo a la gestión de operaciones en negocios que crearon, pero que ya han perdido casi cualquier posibilidad de mostrar un futuro envidiable…

Y con disculpas por un inevitable autofiltrado cooperativo… me pregunto igualmente si muchos de los socios y de los responsables orgánicos y ejecutivos de cooperativas no habremos olvidado o adormecido la dimensión «emprendedor» en el ejercicio de nuestra responsabilidad…

Personas inquietas: José María Ormaechea

ormaecheaA la sombra de la aparente pérdida de vivencia de principios y valores, el proceso de reflexión interna que sobre la Experiencia Cooperativa se cerró en 2007 (con participación de miles de socios de las cooperativas de MONDRAGON), derivó en algunas líneas de acción estratégicas que incluían un intenso programa de formación cooperativa.

Este programa, aún en curso, llegará a la totalidad de los socios de las cooperativas, partiendo de quienes ostentan responsabilidades en los órganos directivos y sociales.

En el taller al que yo asistí, creo recordar que a comienzos de 2008, tuve la fortuna de tener un encuentro directo con José María Ormaechea.

Ya no es fácil tener la oportunidad de conversar abiertamente sobre la experiencia cooperativa de Mondragón con uno de sus fundadores (para quienes no formamos parte de su más cercano núcleo familiar o de amistades, me refiero), así que valoro aquel encuentro como un auténtico lujo.

mondragonUno de los cinco fundadores de ULGOR (primera piedra industrial de la experiencia cooperativa, germen de lo que hoy es FAGOR), director y alma mater de Caja Laboral, presidente del Consejo General de MCC (Mondragón Corporación Cooperativa, hoy corporación MONDRAGON), promotor de la Escuela Politécnica, de numerosas empresas y centros tecnológicos, vicepresidente de la SPRI

Su curriculum tiene un sitio destacado en el movimiento cooperativo vasco y en el camino que ha recorrido hasta convertirse en uno de los grupos empresariales más importantes de Euskadi y de España… y en el mayor grupo cooperativo mundial.

Tras su intervención en el taller, en una de las salas de Otalora, en un lúcido y emocionante ejercicio de memoria y de sencillez en el relato de las ideas y las claves de su historia vivida, llegó el momento del espacio abierto a la conversación.

Había estado hablándonos de las que consideraba claves del arranque de un proyecto de una magnitud entonces insospechada.

Pero las condiciones, creencias y anhelos de aquella sociedad y las necesidades de las personas que la formaban distan ya mucho de las de nuestras sociedades y personas actuales. Por eso le pregunté sobre qué haría hoy si recuperara sus 30 años y tuviera que empezar de nuevo.

«No haría cooperativas«, me respondió.

Dijo también otras cosas, más concretas, que me guardo porque no aportarían mucho más a lo que quiero contar en este post. Sobre la representatividad del voto en el gobierno de las cooperativas, por ejemplo…

Supongo que es necesario haber creado la historia como él para permitirse provocar con frases como esa…

Pero en cualquier caso, una respuesta para guardar… y para pensar, ¿no creen?

Personas inquietas: ¿de quién hablar?

inquietosEste va a ser otro post endógeno (el último por una temporada), casi una justificación personal de por qué, cuando empecé este blog hace hoy exactamente 3 meses, decidí que «personas inquietas» iba a ser una categoría específica de la bitácora.

Porque ya sabía que no iba a ser fácil… Mis contactos con «personajes» de la ciencia, la economía, la política, la imagen, el arte, los medios o la red, por poner ejemplos, no han sido muy abundantes ni directos.

Aunque mi actividad profesional ha estado centrada en la empresa industrial casi sin excepción,  sí es cierto que, en ese camino, me he topado con algunas personas con las que he compartido aunque sólo sea el placer de una conversación (con algunas incluso colaboración en proyectos), que me han dejado recuerdos que me apetece abrir… porque creo que definen rasgos que hacen de ellos seres que se compadecen fielmente con la marca de este blog.

Como decía en el tradicional «acerca de» de aquel 28 de Febrero de 2009:

«Mi declaración de intenciones se resume en la palabra “inquietos”: personas que combaten la complacencia con el “cómo son hoy las cosas”, que ambicionan transformarse y transformar a la sociedad a través de la principal fuerza transformadora de que los seres humanos disponemos: el trabajo. Personas que sienten la necesidad de influir en los cambios que se suceden a nuestro alrededor y de implicarse en ello como parte de su camino a la felicidad».

Supongo que siento necesidad de justificarme… porque en estos 3 meses no hay ninguna entrada que vaya completando este casillero. Y porque a pesar de ello, me resisto a borrarlo de la lista.

A ver…

No se trata de aportar una biografía. La red estará llena de ellas si mi personaje ha alcanzado relevancia social… y tendrá que ser él mismo quien decida qué cuenta de su vida y de sus intereses en caso contrario… si es que decide hacerlo. Lo que me apetece mostrar es aquello que me llevó a «etiquetar» a cada uno entre los «combatientes de la complacencia».

Pongo normas: hay que cuidar la sensibilidad de las personas, un deber exigible a quien las aprecia.

Marco tres reglas:

  1. No hablaré de compañeros de trabajo. Me falta perspectiva y probablemente… objetividad.
  2. Sólo aparecerán por aquí aquéllos con quienes haya tenido oportunidad al menos de intercambiar un rato de conversación que recuerde con impacto y con agrado. No se trata de glosar personajes, sino impactos.
  3. Sólo hablaré de personas accesibles, con las que aún pueda contactar. No le veo mucho sentido a lo contrario.

Así de simples. La lista no será muy grande, ya lo advertía unos párrafos atrás, pero espero que disfruten de mis pequeñas memorias personales.

Línea de salida. Arrancamos.