Mes: agosto 2021

Vibraciones: análisis del rendimiento en los JJ.OO. de Tokio 2020

Hace solo unos días, cuando faltaban apenas un par de jornadas para la ceremonia de clausura de los JJ.OO. de Tokio, una de las etiquetas de Google llamó mi atención. Decía así: «España no está consiguiendo ‘pocas’ medallas, está consiguiendo exactamente las que paga«.

Entré a leer el artículo que enlazaba, movido por la curiosidad de ver cómo argumentaba semejante afirmación y hasta qué punto los datos que pudiera aportar para sustentarla ofrecían una correlación al menos aparente… y a partir de ahí nació este post… 🙂

Encontrarán a continuación algunas conclusiones que he ido obteniendo de datos que he ido buscando, compilando y cruzando… y creo que no se sorprenderán si anuncio alguna notoria contradicción con los postulados de ese y otros artículos que me he ido encontrando por el camino. 😉

Les adelanto la lista de mis conclusiones, solo para abrir boca:

  1. La inversión en el «Plan ADO» para Tokio ha sido la más eficiente de su historia.
  2. No es verdad que esta vez hayamos mandado deportistas a mansalva y tampoco que su rendimiento haya sido muy bajo.
  3. Las comparativas de medallas entre países no pueden hacerse bajo criterios puramente numéricos.
  4. Una gran población no garantiza un rendimiento proporcional en medallas… o en todo caso hay otro factor.
  5. Un mayor PIB no produce mas medallas… sino en todo caso al contrario.
  6. La proporción de deportistas que envía un país y la proporción de medallas por deportista que consigue se parecen «como un huevo a una castaña».
  7. Hay estrategias de éxito, si el éxito es conseguir muchas medallas.

Si alguna les ha despertado curiosidad, aunque solo sea una… ya saben: sigan leyendo. 🙂

1. LA INVERSIÓN EN EL «PLAN ADO» PARA TOKIO HA SIDO LA MÁS EFICIENTE DE SU HISTORIA

El Programa ADO fue una magnífica iniciativa nacida para preparar los JJ.OO. de Barcelona-92, consistente en activar, mediante colaboración público-privada, los fondos necesarios para romper la sequía de medallas tradicional en el deporte español hasta ese momento, becando deportistas de alto rendimiento y asumiendo los costes de grandes preparadores o materiales especiales, con asignaciones presupuestarias realizadas por periodo olímpico.

Su éxito fue incuestionable en Barcelona… y ha seguido siéndolo olimpiada tras olimpiada si atendemos su objetivo y comparamos los logros de antes y después de su existencia.

Pero la pregunta que muchos artículos de estos días se han estado haciendo es: ¿ha sido rentable la inversión ADO para Tokio? ¿Está perdiendo el modelo efectividad?

Para responder a esto, me he limitado a tomar unos pocos datos y armarlos en la tabla que sigue a continuación:

Es verdad que las asignaciones presupuestarias al Plan ADO han ido rediciéndose progresivamente en los últimos 20 años, desde que se fijara su dimensión para Pekín (más del doble que la de Tokio), pero eso no significa, como verán, que el rendimiento de dicha inversión haya descendido en proporción, como mostraré a continuación. Más bien todo lo contrario.

Como verán (y esto es especialmente claro en la tabla y el gráfico que les muestro inmediatamente después de este comentario), nunca habían resultado tan baratas las medallas (1’8 M€/medalla) o los diplomas olímpicos conseguidos (0’5 M€/diploma) como en Tokio. Y eso sin considerar que el efecto de la inflación no se ha tenido en cuenta en estos 20 años, lo que es un factor MUY significativo (aproximadamente un 35% en ese periodo) que en ningún lugar se contempla.

Me sirve esta última gráfica para hablar de los «oros». Y es para decir que de ello no hablaré mucho más, porque requeriría, en todo caso, un análisis aparte, porque a la vista está la enorme variabilidad del preciado metal frente a la cosecha de medallas en general… y porque me da que, aunque solo sea por masa y cultura (de esto hablaremos más adelante), difícilmente saldrá en este país uno de esos deportistas reyes del Olimpo, uno de esos que son capaces de levantarse 3, 5 o 7 medallas de oro en unos únicos juegos olímpicos. Solo para este tipo de súper humanos el oro es muy diferente al resto de las medallas a la hora de definir expectativas.

2. NO ES VERDAD QUE ESTA VEZ HAYAMOS LLEVADO DEPORTISTAS A MANSALVA Y TAMPOCO QUE SU RENDIMIENTO HAYA SIDO MUY BAJO

Bueno… o al menos los datos no son alarmantes en comparación con las citas precedentes.

Las mismas tablas anteriores son una demostración palpable: es verdad que ha ido casi la mayor cantidad de deportistas (321) tras Barcelona (430), pero solo han sido 1 más que la media de las 8 citas bajo el Plan ADO (320), o incluso solo 17 más que la «media-sin-contar-Barcelona» (304). No sé a ustedes qué les parece, pero a mí me da que veinte arriba, veinte abajo… es más o menos lo de siempre.

Además, es importante recordar que la selección de deportistas no se rige por criterios arbitrarios o por amiguismos. Seguro que alguno me saca a relucir algún manejo turbio, pero les aseguro que será una excepción: por lo general, son las federaciones internacionales las que marcan la marca mínima que un deportista debe alcanzar (y en qué momento o periodo) para poder inscribirse en los Juegos o, como en el caso de las competiciones por equipos, las que regulan y ponen en marcha una competición previa clasificatoria.

El ejemplo de la IAAF (atletismo) es suficientemente significativo de la dureza de los retos impuestos: va el que se lo gana… y si le dejan: las federaciones nacionales pueden establecer, a partir de los anteriores, criterios más limitantes si así lo desean.

En realidad, el que a una Olimpiada acudan más deportistas de un país que en ocasiones precedentes, lo que habla es bien de la evolución del deporte de élite en ese país. 🙂

Respecto del rendimiento, la gráfica siguiente permite visualizar cómo los ratios de medallas o diplomas por deportista no difieren sustancialmente de otras ediciones, con líneas de evolución que, salvo excepciones en positivo como los diplomas en Atenas o en negativo como las medallas en Sidney, muestran una estabilidad muy notable.

3. LAS COMPARATIVAS DE MEDALLAS ENTRE PAÍSES NO PUEDEN HACERSE BAJO CRITERIOS PURAMENTE NUMÉRICOS

A partir de este punto, trataré de exprimir algunos datos básicos que caracterizan a los 25 países que ocuparon la cabeza del medallero definitivo de Tokio 2020, por ver si cruzando algunos de ellos podemos extraer alguna curiosa conclusión.

Pero mucho ojo, porque las conclusiones precipitadas en este tipo de análisis (sin asomo de rigor científico) no son más que un divertimento (como este mismo artículo)… y en lo que se lee por cualquier lado, prensa a veces incluida, con demasiada frecuencia se toman como demostradores incontestables de postulados que en realidad tienen los pies de barro.

Y es que es muy frecuente encontrar comparativas entre países sobre distintos ratios de medallas conseguidas, por ejemplo, fijándose en la población relativa, o en el número de atletas que se envían por cada uno, o en el poderío económico de cada país, o en la inversión realizada… y estas comparativas carecen totalmente de sentido, por una razón tan simple como la que muestra las siguientes tablas:

Como ven, España envía el 58% de sus deportistas dentro de deportes de equipo, frente al 24% del total de inscritos en los juegos.

¿Y cuánto de relevante es esto? Pues su impacto es enorme, como demuestra la segunda tabla, de donde extraemos el dato de que solo el 6% de las medallas se entregan en deportes de equipo: España envía casi dos tercios de sus representantes a deportes donde solo se reparte el 6% del metal.

¿Cómo se van a conseguir ratios homologables de «medallas/deportista» en esas condiciones?

Imposible, ¿no?

Pues eso… Recuérdenlo cuando vuelvan a ver comparaciones de ese estilo, que las hay y las habrá, olimpiada tras olimpiada… 😀 😀

4. UNA GRAN POBLACIÓN NO GARANTIZA UN RENDIMIENTO PROPORCIONAL EN MEDALLAS… O EN TODO CASO HAY OTRO FACTOR

Cruzando los datos de población, deportistas enviados, producto interior bruto (PIB) per capita o medallas conseguidas de esos 25 primeros países triunfadores, se observan algunas cosas bastante curiosas, sin embargo.

Vean por ejemplo los siguientes gráficos: en países que cuidan su movimiento olímpico (como en mayor o menor medida ocurre en la práctica totalidad de este top-25), cabría esperar que una gran población facilitara el que fuera más fácil encontrar entre ella grandes campeones por una simple cuestión de «masa crítica». Bien, quizá con la excepción de Brasil o Australia, la primera gráfica parece mostrar de alguna forma esta relación… pero conviene detenerse un momento en la segunda…

¿No les llama la atención el que haya países, precisamente los que son más bien pequeños, que consiguen índices de medallas por habitante en una proporción mucho mayor que la que se desprendería de comparar los tamaños de población?

Parecería indicar… si me lo permiten… que hay algún factor que hace que en estos países, el esfuerzo olímpico, fuera el que fuera, da mejores resultados, ¿no es así? Porque si habláramos de países con 2 o 3 medallas, tal vez pudiera justificarse con la diosa fortuna, con haber encontrado un rara avis que sea número 1 del mundo y que distorsione las estadísticas, pero 9 medallas de una Jamaica con menos de 3 millones de habitantes deberían tener otra explicación.

Y las hay, las hay… Una importante es que en varios de los países a la cola de población de este top-25, hay un reconocimiento del deportista de élite muy importante a nivel social; otra, una alta concentración de los esfuerzos en materia de deporte de élite en una disciplina concreta; en todos ellos, una estrategia orientada al logro y focalizada en aquello que se mide, es decir, en el número de medallas a conseguir.

5. UN MAYOR PIB NO PRODUCE MÁS MEDALLAS… SINO EN TODO CASO AL CONTRARIO

Vean los siguientes datos y díganme si no son curiosos… cuando menos.

TODOS los países (6) que están por debajo de los 10.000 € de PIB/persona son TODOS (6) los que tienen ratios de medallas por habitante diferencialmente superiores. ¿Alguien me explica por qué de ese TODOS en base a criterios estadísticos o racionales?

Porque las variaciones entre los 19 países restantes, a pesar de las variaciones de PIB per capita que van de los 76.000 a los 14.000, no son precisamente llamativas comparadas con las anteriores…

Creo que puede haber un factor cultural que haga que, en naciones pobres, el reto de un deportista de élite vaya más allá que el mero logro deportivo. Yo no me atrevo a postular teorías, claro, es solo una intuición… pero da para pensar sobre ello, ¿no creen? ¿Alguna teoría por su parte medianamente fundamentada?

6. LA PROPORCIÓN DE DEPORTISTAS QUE ENVÍA UN PAÍS Y LA PROPORCIÓN DE MEDALLAS POR DEPORTISTA QUE CONSIGUE SE PARECEN «COMO UN HUEVO A UNA CASTAÑA»

O sea, que no tienen nada que ver, que no correlacionan absolutamente. Podría parecer, intuitivamente, que si un país es especialmente estricto con la selección de participantes, endureciendo los criterios de acceso a la olimpiada, por ejemplo, para sus propios atletas, ello significaría un mayor logro en términos de medallas por deportista conseguidas… pero la siguiente gráfica parece demoledora al respecto, ¿no les parece?

Menudo caos, ¿verdad?

Casos como el de USA o el de China parecerían justificar el criterio de que a mayor población, más fácil es encontrar grandes deportistas y por tanto tener una selección más productiva en términos de medallas, rebatiendo el postulado nº 4 anterior… pero ahí están también los casos de Jamaica, Noruega, Suiza, Nueva Zelanda o Dinamarca para refrendarlo.

Así que parece que las claves están en otro lugar, ¿no creen?

7. HAY ESTRATEGIAS DE ÉXITO, SI EL ÉXITO ES CONSEGUIR MUCHAS MEDALLAS

En efecto, parece haber estrategias de éxito en algunos países, centradas en algunos factores que ya apuntábamos también en ese postulado nº 4.

Holanda, al parecer, apuesta por la utilización moderna y profunda de la tecnología, combinada con la contratación de los mejores técnicos a nivel mundial, para facilitar la progresión de atletas a los que cuida en todas las facetas de su crecimiento como persona.

Italia, por su parte, opta por el deporte individual y ofrece a sus deportistas no solo un enorme apoyo financiero en su desarrollo como atletas, sino un futuro profesional ligado al ejército o la policía, que resuelve (si el deportista lo desea) un abismo al que se enfrenta en cualquier otro país cuando se termina, siempre muy tempranamente, su vida deportiva.

Otros, como ya vimos, dicen que «la clave está en la pasta«, lo que desde luego no pretendo cuestionar. Me hubiera gustado tener datos sobre la inversión dedicada por cada uno de esos top-25 países, pero no lo he conseguido.

Aun así, me parece muy claro que el dinero tiene que ser un factor muy importante, pero… lo que igualmente está claro… es que con la estrategia de España de fomentar la asistencia a través de deportes de equipo (lo que implica una muy pobre implicación en el deporte individual) la gran cosecha de medallas no se conseguirá. Ni con dinero.

Y en una cultura deportiva como la de la sociedad española… ¿cómo poner acentos en el deporte individual y especialmente en el minoritario?

Porque yo sí soy de los que cree que un país debe poner parte de sus recursos, independientemente de las necesidades sociales a las que tenga que atender, en apoyar el deporte de élite, más cuando el esfuerzo que se requiere es insignificante en relación al presupuesto de cualquier país (me repugnan cada vez más los argumentos populistas, fáciles y baratos), democrático e igualitario en base a que los apoyos financieros se entregan a quienes lo merecen, independientemente de su posición social (y son numerosísimos los ejemplos que demuestran que no se circunscriben precisamente a clases acomodadas) y consistente con quienes están dispuestos a ser cobayas en la exploración de los límites del ser humano, mientras, para ello, se movilizan infinidad de recursos de apoyo, que a su vez generan también tejido social.

Ahora bien… ¿no será éste un país que, en el «mientras tanto» que va de unos juegos a otros, el gasto en el deporte minoritario e individual sería más un riesgo de crítica o en cualquier caso un invisible pozo sin fondo, frente al ganar o no perder votos mediante acciones de propaganda populista? ¿No, verdad?

Complicado va a ser…