Mes: May 2023

Vibraciones: la dignidad del trabajo

¿Qué significa «tener un trabajo digno»?

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un trabajo es digno si genera un ingreso justo, ofrece seguridad al trabajador en el lugar de trabajo, asegura protección social a las familias, posibilita que las personas puedan expresar libremente sus opiniones y garantiza la igualdad de trato para hombres y mujeres, así como igualdad de oportunidades para ambos géneros.

O sea, lo es, si les permite vivir decentemente con su familia y si respeta los derechos humanos en las relaciones laborales, más o menos…

Pero permitan que me cuestione: trabajo digno, sí, pero… ¿digno de qué?

Pues digno de los seres humanos. Mi respuesta, por tanto, tiene mucho más que ver con la del trabajo como herramienta de desarrollo personal y de transformación social, o sea, con el reconocimiento de estar al servicio de la dignidad de «ser un humano«. Y eso queda muy lejos de lo anterior, porque se refiere a permitir que las capacidades que más diferencian a los humanos, intrínsecas a su naturaleza y que difícilmente podrán ser sustituidas totalmente por máquinas (la creatividad, la innovación, la coordinación, la gestión de la incertidumbre, la intuición, el aprendizaje de segundo grado, la construcción de un legado…), tengan campo abonado para su desarrollo a través del desempeño laboral.

Puede que consideren que este es uno más de los «particularismos» del pensamiento cooperativo, pero no es así: desborda abiertamente ese hecho y forma parte de las aspiraciones de cualquier persona de las que nos rodean cada día, ¿no creen? Y aún con más intensidad en las nuevas generaciones, con independencia de nivel o tipo de trabajo que ejerzan.

Trabajar en una fundición es una labor dura, lo que los británicos llaman un «rough game». Dura, al menos, en lo que hoy en día cabe dentro de esa denominación, porque las condiciones de muchos «trabajos duros» de hace solo 50 o 60 años (y singularmente de los relacionados con la transformación de metales), nada tienen que ver con los actuales, hasta el punto de que muchas de sus prácticas profesionales hoy se verían como auténticas burradas y estarían con seguridad legalmente prohibidas, por prevención de riesgos y por salud laboral.

La fundición de hierro es una tecnología con miles de años de antigüedad, actualmente en recesión en Europa precisamente por su reducción en el mercado del automóvil, su mayor consumidor en el último siglo acompañado por las aplicaciones en la construcción de maquinaria e infraestructuras.

El País Vasco es territorio de fundiciones, la mayoría de ellas con mucha historia detrás e implantadas en edificios construidos hace muchos años, con oscuros recovecos, sótanos y un entorno de trabajo que su entorno reconoce como duro y sucio. Ya no tiene por qué ser literalmente así en las instalaciones más modernizadas, pero esa sigue siendo la imagen que ha quedado impregnada en la sociedad: trabajar en ellas no es, digámoslo así, el trabajo más cool que las nuevas generaciones parecieran anhelar… aunque imprima carácter. 😉

Hoy quiero compartir aquí un vídeo publicado en LinkedIn por Beatriz González Ciordia, directora general de Betsaide SAL. Casi ni nos conocemos, pero a Beatriz la he venido siguiendo desde hace mucho, desde el hecho de haber escogido la especialidad de Mecánica en sus estudios de ingeniería industrial, hasta su paso por Tecnalia, incluidos momentos complicados en alguna sociedad relacionada con la ingeniería medioambiental, su salto a Gestamp o su reciente desembarco al frente de Betsaide (al parecer, lleva 2 años), que es todo un desafío.

Betsaide es una empresa ubicada en Elorrio, creada hace 35 años tras la quiebra de Fundiciones Bellerín, convertida finalmente en una SAL. No conozco a Betsaide, ni sé si se trabaja bien, mal o regular en esa casa, aunque doy por descontado que su camino ha tenido bastante de tortuoso a lo largo de los años y no sé cómo será la vida en su interior…

Lo que quiero destacar aquí no tiene que ver con eso, sino con el vídeo que Beatriz publicaba. No he sido capaz de encontrarlo en las clásicas plataformas de vídeo, probablemente porque no es un vídeo corporativo hecho por la empresa, sino que ha sido elaborado por un equipo de mejora que ha trabajado en la sección de machería. Tendrán que verlo, por lo tanto, en la publicación original en LinkedIn de la propia Beatriz, a la que podrán acceder pinchando sobre la siguiente imagen. Véanlo, porque merece la pena:

Ya, ya… que igual no, que igual no se han visto demasiado impactados por estas imágenes…

Pues yo veo en ellas personas que controlan su proceso, que verifican los parámetros de los que depende la calidad de su producto o que planifican la secuenciación de la producción… pero también veo personas implicadas en mejorar su entorno laboral y hacerlo más agradable para todos, esfuerzos por limitar la dureza del trabajo a base de ingrávidos o robots colaborativos, coordinación, cuidado por el producto y por el proceso, implicación, autonomía…

Y veo también un premio (¿se han fijado?), veo orgullo en una mirada de quien se sabe partícipe de un gran trabajo colectivo y ganas de mostrarlo por parte de todo un equipo. Veo, en definitiva, satisfacción por algo que, seguramente, les ha hecho mejores.

Insisto en que no tengo ninguna referencia personal de Betsaide, pero eso es, desde mi perspectiva, una forma clara de aportar dignidad al trabajo.

Algo que creo tenemos derecho a exigir.

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Como curiosidad, les dejo debajo el vídeo corporativo de Betsaide de hace un año: a partir del minuto 3, podrán hacerse una idea de lo que es un proceso de fundición…