Reflexiones: ser creativo

Hace ya bastante tiempo que les propuse en estas páginas ver atentamente el vídeo que CyC había grabado a Alfons Cornella hace ahora 8 años en su colección sobre reinventar el trabajo.

En él, Alfons nos advertía de que lo que estaba pasando a nuestro alrededor no se trataba ya de internet, sino de la masiva unión de productos conectados con inteligencia artificial, facilitada por el significativo abaratamiento de los sensores y por el extraordinario incremento de la capacidad de computación.

Las consecuencias de la expansión de los robots van a ser muy relevantes para el mundo que conocemos y, por ello, él postulaba que los humanos deberían concentrarse en aquello que nos hace mas esencialmente humanos, como la curiosidad o la creatividad y la capacidad de enfrentarse a la incertidumbre.

La explosión social de ChatGPT y, en general, de las herramientas de inteligencia artificial generativa, reabre ahora esa vieja discusión sobre si también la creatividad del ser humano puede ser ventajosamente suplantada por un robot: hoy, mediante la utilización de redes neuronales para el aprendizaje de máquinas (en la discusión sobre lo que es aprendizaje sí que no me voy a meter), una de esas herramientas es capaz de generar textos, imágenes o melodías que nunca antes habían existido y que ningún humano había producido nunca desde su imaginación o su capacidad de crear.

Quizá sea indiscutible que hay una cierta creatividad en ello, porque de hecho generan algo inédito y tangible, pero no puedo evitar que al mismo tiempo me quede una sensación de incomodidad con ese postulado: puedo pedirle a Midjourney que me genere una imagen de un elefante montado en una bicicleta guiada por una rana… y lo hará bien (parecerá una escena real de una película de epatantes efectos especiales si le hago las peticiones adecuadas), pero eso no significa que esa imagen tenga algún propósito que Midjourney haya tenido ni que sea de utilidad para nada en concreto… porque Midjourney no tiene necesidades.

Cuando me pongo a filosofar sobre un concepto, como es en este caso la creatividad, suele gustarme acudir a las fuentes, a la semántica y los significados formales del mismo. ¿Qué significa ser «creativo»?:

  • Según la primera acepción del diccionario de la RAE, creativo es aquél «que posee o estimula la capacidad de creación, invención, etc.». Es decir, que, formalmente, alguien puede ser creativo porque tenga esa capacidad… aunque no la use. 😮 La segunda acepción, «capaz de crear algo», no nos saca de dudas… 😉
  • Wikipedia ronda los mismos territorios: «la creatividad es la capacidad de crear nuevas ideas o conceptos, de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales». Aunque en este caso, me gustaría resaltar su extensión sobre «el ser creativo» y la curiosa conexión que realiza con las personalidades introvertidas… y sobre todo sobre el último tramo de la definición («producen soluciones originales»), porque incide en la utilidad mayoritaria de las ideas generadas.

Y es que, del mismo modo que con los años ha ido ganando terreno mi escepticismo en eso que se viene a llamar «inteligencia colectiva», cuando no se ejercita en las condiciones adecuadas y sobre todo con las personas adecuadas… también en eso que se considera «ser creativo» vengo notando que me sucede algo parecido.

«Es que XXX es muy creativo«. Solemos decirlo, incluso a veces con tono irónico o peyorativo, de personas que son capaces de generar ideas con facilidad, en general diferentes a las que el resto había sido capaz de pergeñar sobre un tema determinado. Personas que ejercitan el pensamiento lateral como una metralleta, produciendo diferentes alternativas desde distintos puntos de vista a razón de varias por minuto. Pero, con frecuencia, también personas que han desarrollado esas capacidades tan dinámicas enfocadas solo en la generación y no en la viabilidad, facticidad o utilidad de lo generado.

Creo que a esa definición de «ser creativo», además de capacidad de generar ideas nuevas o diferentes, le debería acompañar siempre capacidad de generar ideas «viables» o al menos con «propósito explicable».

Fíjense bien que no digo «interesantes», «valiosas» o «innovadoras», por poner algunos ejemplos, pero sí con un mínimo de sentido de oportunidad respecto del asunto que estemos tratando.

Dicho de otra manera, de poco sirven ideas que solo son un retorno a territorios comunes, ideas peregrinas que no responden al foco del problema en cuestión o ideas felices que se derrumban con estrépito al primer intento de fundamento que se haga medianamente en serio, por básico que sea.

Sé que en casi todas las técnicas de creatividad se propugna que haya un momento de «conversación azul», en que lo importante es el número y no la calidad de las ideas (ya llegará la «conversación roja»), porque cualquier idea, por peregrina que sea, puede ser un detonador o catalizador de otras ideas por parte de otros, que sí sean realmente potentes. Conozco la teoría y la he practicado intensivamente… pero también he vivido muchos ejercicios (pero muchos) en los que de cientos de «ideas» no se salva ni una sola cuando llega el momento de avanzar.

Creo sinceramente que una persona creativa lo es, sobre todo, cuando combina una gran capacidad de pensamiento lateral con un profundo conocimiento del entorno que se trabaja y de otros entornos paralelos o discordantes, porque es esa combinación la que permite generar idear realmente potentes, que permitan resolver problemas con enfoques imprevistos y mejores que los originales.

En resumen, que ser «creativo» debería ser no solo ser capaz de generar ideas, sino conciliar con solvencia «capacidad de crear» y «conocimiento», pensamiento lateral y pensamiento sistémico.

¿Cómo lo ven?

2 comentarios

  1. Hola Jesús. Resulta interesante escuchar de nuevo el video después de tantos años, gracias por traerlo. Sigo a Alfons desde sus inicios así que nada que no me sonara hasta que llegó el final: “La gran pregunta es si seremos capaces de generar trabajo en los próximos años para personas que no quieran manejar su libertad y su incertidumbre. Y mi respuesta es que no”.
    Y, a estas alturas, creo que tiene razón, que no abundan las personas que estén dispuestas a pagar el precio de la libertad con incertidumbre.

    Respecto a la semántica de la palabra creatividad, que, como bien señalas, tiene sus raíces en “crear”, me ha entrado curiosidad por saber esa deriva del significado de crear hacia el de innovar.
    Pero se diría que ahora, que puntúa más el figurar que el hacer (como si pensáramos “alguien lo hará, ¿para qué me voy a molestar?”), parece que la adición a la novedad supera al afán por la innovación.

    Un saludo.

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