aprendizaje

AÑO.15: balance y resumen

«Quince años tiene mi amor»… 🎵

La canción del Dúo Dinámico de 1960 (parte de la banda sonora de la película «Botón de ancla«), es la frase perfecta para describir el momento presente en este blog. Y es que uno le fue cogiendo cariño a esta casa tras los primeros meses viéndola crecer… en una demostración más de que el enamoramiento no tiene que ver con el amor.

Tras 15 años de bitácora, me siento muy a gusto con el hecho de que no haya habido ni un solo mes en el que no haya escrito al menos un post. Recuerdo a muchos que me dijeron que un blogger tenía que publicar con mucha más frecuencia (más de un artículo a la semana, por poner una referencia) para considerarse a sí mismo como tal… pero es que yo nunca he pretendido ser un blogger. Hoy es más un espacio familiar en el que me muevo con la seguridad de lo cotidiano, un lugar al que me gusta acudir y en el que me gusta estar.

Este año va a ser para mí un año de cambios. Terminará esa gran etapa de lo que se denomina «vida profesional», al menos en lo que ha venido siendo mi estándar… y comenzará una nueva etapa vital de la que espero disfrutar muchos años, aunque aún no sepa bien de qué manera.

Creo que para el blog también termina una etapa de madurez. Como en la vida de una familia, con el paso de los años ya se reciben menos «visitas» en casa. Como suele suceder al acabar la vida laboral, la atención se tiende a colocar en otras ocupaciones que en general son muy diferentes de las de tu etapa anterior (e incluso en otro tipo de «hijos»). Como en la vida misma… las cosas cambian.

Siento que también esta bitácora tendrá cambios a partir de ese momento clave y que quizá se produzcan en una dirección no muy alineada con lo que podría dictar la lógica: quizá el tener más tiempo no implique publicar más, sino lo contrario… quizá el salir formalmente del mundo de la empresa permita abrir otras perspectivas sobre la misma… o quizá no, quién sabe. Pero ya no faltan más que unos meses para que las incógnitas se vayan despejando por sí mismas.

El 15 es la «niña bonita« en los juegos de azar o el cambio de etapa de la niñez a la juventud, es una cifra que con frecuencia se usa como puerta entre etapas. También es un número curioso cuando se refiere a tiempo, porque se hace de forma imprecisa: hablamos de una quincena… para referirnos con frecuencia a dos semanas, que son 14 días. Y nos da lo mismo que «15 días» contenga realmente 12 días o 16. Me gusta esa síntesis imprecisa que todo el mundo entiende, porque con el tiempo he aprendido que en ello está la comprensión de la esencia de las cosas que se quieren transmitir, sin que ello desmerezca el conocimiento de la verdad en detalle.

Ese moverse en la ambigüedad desde el conocimiento es parte de los contenidos de este blog, o yo así lo creo. Sin foco de «especialista», porque la «especialidad» se ha ido configurando con el camino: el análisis de problemas, la productividad del trabajo de conocimiento, el aprendizaje y los límites personales, el emprendimiento, el cooperativismo, la estrategia de diversificación, la música, la noción del trabajo, la revolución de la automoción, la evolución de los valores de la sociedad y las personas, la transformación digital, el ejercicio del liderazgo, el arte y las emociones… y hasta, esporádicamente, la vida política.

Al final, es fruto de haberme convertido en alguien que no sabe mucho de absolutamente nada, pero que cree entender cómo se interrelaciona todo y qué esencia se esconde en el fondo de cada cosa que ocurre en la vida de las organizaciones y de las implicaciones de su interacción con el todo. Creo que se llama pensamiento sistémico… 🤓

Como telón de fondo, y más cuanto más años han ido pasando, las personas que todo lo mueven (o no) y la innovación, como propósito de vida ligado a la permanente búsqueda de un mundo mejor, emocionante por diferente y único, valioso para uno y para muchos, rico para el alma…

Bueno… ahora tocaría hablar del «yin» de ese «yang», pero me temo que me adentro por un balance que aún no toca hacer… 😉 así que vamos con el resumen de este año transcurrido.

13 artículos que comienzo a citar por las «Reflexiones»:

«Vibraciones (con sus detonantes)»:

«Vibraciones sonoras»:

Y en otros:

Como el año anterior, la reflexión «Sobre el coaching y el cuestionamiento de los juicios maestros« (600 visitas registradas en WordPress) ha sido la más vista del año, adelantando por segundo ejercicio consecutivo al histórico liderazgo de mis reflexiones sobre “Ventajas e inconvenientes de la gestión por competencias”.

Entre los 10 artículos más vistos en este periodo han entrado como novedades de 2023 el de «Metaverso industrial» y el más genérico de «Reactualización de tendencias en transformación digital«, pero lo más significativo de este año es que, por primera vez y de forma muy llamativa, la práctica totalidad de los restantes artículos del año están entre los 20-25 más vistos. Eso significa que la historia de esta bitácora empieza a perder relevancia en búsquedas y consultas, algo que ya no se revertirá.

Como cada cierre anual, queda actualizada también la página de «Temas de empresa«. También las «Vibraciones sonoras«. En cuanto a cifras, más de 6.000 impresiones de artículos del blog en LinkedIn, aunque cada vez menos visitas registradas en WordPress (poco más de 4.000), que confirman su ubicación marginal en este universo bloguero.

Bueno, ya hace tiempo que este asunto perdió la poca importancia que reconozco que una vez sí tuvo…

A fin de cuentas, como en «15 años tiene mi amor», la niña que es este blog «cuando más me gusta es bailando este rock». O sea, cuando escribo… 🙂

Seguimos… al menos unos meses más.

Reflexiones: curación y saturación

No sé si el significado de “curación de contenidos” que hoy identificamos con facilidad con la labor de “encontrar, organizar, filtrar y dotar de valor, relevancia, significatividad, en definitiva, de utilidad el contenido de un tema específico que procede de diversas fuentes” estará así reconocido por la RAE, que creo que solo se aproxima con una de las acepciones de “curador”, que es la de «persona encargada de la conservación y supervisión de bienes artísticos o culturales, especialmente para su eventual exhibición”, definición que se aproxima… pero que no parece ser exactamente lo mismo.

En cualquier caso, es una labor que miles de personas realizan sobre la ingente cantidad de información disponible en la red, que crece exponencialmente cada día, y que resulta especialmente útil y necesaria en procesos como los de vigilancia tecnológica y competitiva, investigación científica, revisión bibliográfica, marketing digital o preparación de materiales educativos.

Claro es que la liviandad o la exigencia técnica de la tarea o las fuentes de información nativas a utilizar son de muy diferente naturaleza y acceso… pero en lo básico, el proceso de curación sigue los mismos pasos.

Estén tranquilos, que no voy a redactar un artículo teorizando sobre la historia o el proceso de la curación de contenidos… 😅

Sobre eso hay miles de artículos y páginas en la red, hasta el punto de que no vendría mal encontrar un buen curador para seleccionar la información más precisa sobre el tema… 😂

Verán, modestamente, en mis “vibraciones sonoras” realizo en realidad una labor que no es otra cosa que curación de contenidos. Musicales, en este caso.

El trabajo que realizo semana a semana sigue los cánones de todo buen proceso de curación:

  • Buscar: es clave identificar las fuentes de las que nutrirse, sin lugar a dudas. En mi caso, actualmente son algunas playlists de Spotify especializadas en novedades semanales de música en castellano, que conectan total, parcial o localmente con mis gustos. Hoy son básicamente 3, pero han sido más… y menos. Me voy adaptando.
  • Filtrar: al menos un par de días de la semana realizo una escucha rápida de las canciones de esas playlists actualizadas, para identificar las que estén alineadas con lo que hoy por hoy disfruto oír, o con una voz, un sonido o una producción que «me dice algo»… aunque sea bastante ecléctico en estilos y gustos. Aquí paso de unas 120-150 canciones nuevas que reviso cada semana, a una preselección de 8-12, normalmente.
  • Analizar: las noches, pero sobre todo el coche, en los viajes de ida y vuelta del trabajo, son los momentos elegidos para escuchar varias veces y con más calma, esa lista previa. Cuando escuchas varias veces una canción a lo largo de una semana, a veces ocurre que te gusta cada vez más y a veces llegas a un punto en el que sabes a ciencia cierta que te va a cansar oírla más, que te va a saturar y que no debe formar parte de las elegidas. A estas últimas las voy «matando» hasta formar el paquete de las 2-6 semanales que pasan a la playlist del año.
  • Elaborar: de la lista preliminar han pasado a la lista definitiva, sí, pero… no siempre las añadidas encajan bien con el «hilo» de lo que ya estaba. A veces plantean armonías disfóricas en la continuidad de un tema a otro, a veces configuran un grupo con demasiados minutos de desgarramiento y oscuridad, o de poppy que empalaga… Es el momento en que se trata de refinar no la parte sino el todo.
  • Difundir: quizá la fase menos reconocible en mi actividad. Al margen de las veces que trato de meterla entre los gustos de la familia 😉 , mi única labor de difusión es en realidad el post que en esta bitácora escribo una vez al año, en el capítulo de «vibraciones sonoras«. Este blog no va mayoritariamente de eso, por una parte… y no puedo pretender que mis gustos musicales conecten masivamente con mi audiencia habitual, por otra. Desde luego que no. Así que discreción.

El caso es que me he puesto a pensar… y mi principal tarea de curación de contenidos no ha sido ésta, la verdad, a lo largo de mi recorrido en la red. Mi principal esfuerzo, prolongado durante muchos e intensos años, ha sido en Twitter.

Durante una larga etapa, prácticamente no había un día en el que no invirtiera cerca de una hora en leer mi servicio de feeds (el añorado Google Reader), a revisar exhaustivamente el timeline de mi Twitter… y a divulgar los contenidos que creía que resultarían profesionalmente excitantes o al menos interesantes para mi comunidad, en el propio Twitter.

Fue una etapa en la que «el barrio» era reconocible, el núcleo del Personal Learning Environment (PLE) que había ido configurando con el exclusivo propósito de aprender, de absorber insights, conocimientos, experiencias, miradas… De contrastar y en definitiva de conversar.

Pero todo eso… murió. En mi caso, al menos: casi solo uso Twitter ya precisamente para dar difusión a mis posts mensuales, aunque en realidad tampoco es que eso me reporte demasiada utilidad, porque las lecturas de los mismos están ahora casi masivamente ligadas a LinkedIn y el flujo que llega de Twitter es casi anecdótico.

No voy a hacer de plañidera del funeral de mi propia cuenta de Twitter, no… pero me genera una reflexión: hay excepciones, nodos de mi vieja red que aún están ahí (muy pocos) y que se mantienen vivos, inasequibles al desaliento… pero mi desconexión de Twitter como herramienta de aprendizaje se produjo de forma bastante acelerada, de la misma manera que fue bastante acelerada la despoblación de «mi barrio».

O sea, que buena parte de la amplia comunidad en la que nos comunicábamos se apartó de la misma en un periodo que no llegó a los dos años. Todos al mismo tiempo.

Alguna vez he escrito sobre ello con un juicio de cierta pérdida de interés en los contenidos, de justificar mi retirada en el sentir de que empezaba a recibir demasiado porcentaje de información que tenía un carácter repetitivo, que ya no me aportaba demasiado valor.

Y probablemente así fuera, porque todos aprendemos y evolucionamos, todos buscamos nuevas cosas que colmen nuestro hambre de descubrimiento, de asombro, de entender más allá. No se trata de que haya culpables, claro… Mantener ese nivel en mi PLE, probablemente, habría exigido cambiarse de ciudad, volver a construir «un barrio nuevo», empezar de cero. O sea, en el proceso anterior, volver a la fase de «Buscar».

Y eso… cuesta. Cuesta mucho.

Implica mucho trabajo el identificar nuevas fuentes generosas, honestas y ricas en reflexión y ambición, que renueven el valor que te llega a través de su labor de curación. Implica abrir relaciones nuevas y entregar a cambio también tu pequeña aportación. Y todo eso no implica solo un esfuerzo al que hay que estar dispuesto, sino que tampoco hay garantía de que, puestos a ello, se pueda obtener una satisfacción renovada, porque curadores potentes que ofrezcan perspectivas muy diferentes a quienes ya estaban en la avanzadilla de estado del arte de las cosas, no es tarea precisamente sencilla, si es que es posible.

Con la perspectiva de los años, además, lo veo con matices que me parecen relevantes: hoy creo, sinceramente, que esos contenidos «repetitivos» que ya percibía como de menor aportación de valor… seguían siendo muy buenos contenidos.

O sea, que todo estaba en mí.

Que era yo el que había perdido interés por seguir en ese contenido, en ese lugar. Que era yo el que ya no encontraba igual de excitante comentar un blog, conversar en Twitter o distribuir algo que, siendo muy bueno, ya no me generaba el asombro inicial, o ya no conectaba con abrirme nuevas posibilidades de acción.

Quizá podamos concluir, queridos lectores, que eso es más o menos lo mismo que lo que le pudo pasar a una parte importante de mi comunidad… y a partir de ahí, el efecto es de bola de nieve.

Mi reflexión en este artículo va por ahí, por entender que la curación en un campo de contenidos, en una comunidad, llega siempre a un punto de saturación en el que ya no se aprecia el valor, aunque objetivamente siga existiendo.

Dicho de otra manera, que es necesaria una continua curación de curadores como proceso paralelo, si se quiere mantener los niveles de valor percibido… 😅

Así que, una vez llegados a este punto, la cuestión que me planteo ahora es: ¿qué significa eso en los procesos de vigilancia tecnológica y competitiva o en la selección de contenidos de marketing digital en una empresa?

¿Qué deberíamos hacer para que estos procesos mantengan su aportación sostenida y renovada en el tiempo y no decaigan en las organizaciones como siempre hacen? ¿Basta con renovar las fuentes? ¿Renovamos los equipos? ¿Arriesgamos el perder capacidades analíticas o conocimiento técnico y de negocio a cambio de atracción renovada?

Año.14: balance y resumen

Corría 1969 cuando Jorge Oteiza colocaba por fin sus 14 apóstoles en el friso de la fachada del Santuario de Arantzazu. Curiosamente habían sido también 14 los años en los que las esculturas estuvieron «durmiendo el sueño geológico» (en palabras del propio Oteiza) en la cuneta de la carretera, por el veto eclesiástico a instalar la vanguardista obra en la inauguración del santuario en 1955, a través de la que entonces era la Comisión Diocesana de Arte Sacro.

A punto estuvieron de no ser colocadas, porque el autor consideraba amortizada su etapa como escultor… pero finalmente ahí están, para completar una de las más icónicas muestras del arte vasco del siglo XX.

Supongo que habrán sido miles las veces en que alguien se haya preguntado la razón por la que son 14 y no 12 los apóstoles representados en el santuario. De hecho, a pesar de la analogía con la composición de una trainera que domina la explicación oficial, esa misma pregunta le fue formulada en numerosas ocasiones al propio Oteiza y él siempre dio la misma respuesta: «porque no me caben más».

Pues miren… exactamente eso es lo que le pasa ahora mismo a esta bitácora, no le pasaba antes y no le volverá a pasar: en ella caben ahora 14 años y ni uno más.

El 14 cumpleaños del blog se celebra en esta casa con 14 artículos publicados en los últimos 12 meses, al modo en que en 12 metros de largo se extienden los 14 apóstoles de Oteiza.

Son ya 262 las entradas de esta bitácora, a la que WordPress dice que han ido llegando más de 100.000 visitantes distintos… aunque cada año entran unos pocos menos que el año anterior, en un continuo tránsito que conduce al blog del nicho al micro-nicho… 😉

Ha sido un año básicamente reactivo, con pocos intentos de sentarme a las teclas para escribir alguna «sesuda» reflexión y por contra muchas «vibraciones» nacidas de elementos desencadenantes (lo que no significa, desde luego, que haya dejado abandonados los temas de empresa). De ello escapa una pequeña serie sobre tendencias en transformación digital, que no es sino una actualización del análisis en profundidad realizado dos años atrás.

La lista es la siguiente:

Reflexiones:

Vibraciones (con sus detonantes):

Vibraciones sonoras:

Otros:

Por primera vez, o eso creo, un post diferente al de mis reflexiones sobre “Ventajas e inconvenientes de la gestión por competencias” ha sido el más visto del año: en concreto, otra reflexión, esta vez «Sobre el coaching y el cuestionamiento de los juicios maestros«, con casi 1.000 visitas en estos doce meses.

Entre los 10 artículos más vistos en este periodo han entrado el de «Confidencias a dos años menos un mes» y el de «Repartir o no repartir«, a los que se añaden entre los 15 primeros «Me he dado cuenta…» y «Cada vez más escasez«.

Siempre hay alguien más en la lista de suscriptores y es una alegría… pero en la parte negativa, este año ha sido especialmente pobre en comentarios, que además han surgido más en LinkedIn que en el propio WordPress.

Termino comentando que, como cada cierre anual, queda actualizada también la página de «Temas de empresa«.

A por el 15…

Vibraciones: sobre cooperativismo, estrategia y digitalización

El jueves pasado participé en un webinar sobre cooperativismo, estrategia y digitalización, invitado por el maestro Julen Iturbe-Ormaetxe.

Julen colabora desde hace años con un Master de Cooperativismo y Gestión Socioempresarial que organiza la Facultad de Humanidades (Huezi) de Mondragon Unibertsitatea (coordinado por Leire Uriarte), que es el marco en el que se organizó este webinar.

Con la introducción de Julene Gorrotxategi, Julen hizo de moderador y conductor activo de una conversación en la que Nagore Ipiña (decana de la Facultad) y yo mismo, cruzamos dos visiones del cooperativismo al hilo del impacto de la digitalización y la transformación digital sobre las organizaciones y su estrategia, pero en especial sobre las cooperativas y su forma de enfrentarse al mundo.

60 minutos que volaron, impulsados por muchas preguntas de esas que habría que hacerse con más frecuencia para pensar en profundidad (algo de lo que tengo para mí que andamos demasiado escasos) y respuestas con muchas coincidencias y algunas discrepancias o matices que creo que enriquecieron una conversación que aparentemente fue de interés para los asistentes.

Por si les despierta algo del suyo, les dejo a continuación la grabación del webinar. Añado, además, las personales respuestas que yo mismo me di un par de días antes para algunas preguntas que Julen nos había adelantado, para que fuéramos enfocando la cabeza en el tema… 😉

Creo que se me nota que estuve encantado de participar. 😅

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Estrategia, cooperativismo y digitalización: ¿qué sugieren estos tres conceptos cuando se unen en una misma frase?, ¿es un «trinomio imposible»?

  • ¿Por qué? Por supuesto que no… La única dificultad estaría en cómo unir estrategia y digitalización con cooperativismo, pero lo mismo que podríamos cuestionarnos la unión de gestión, calidad total o eficiencia con cooperativismo. Si consideramos el trabajo como una herramienta de transformación, todo lo demás encaja con absoluta naturalidad.

Transformación digital: ¿cómo la entendemos en nuestras respectivas organizaciones?

  • Innovar digitalmente los sistemas de gestión y el negocio de la organización. Innovar en el diseño de los procesos de negocio, gestionar cadenas de suministro o de diseño y producción como sistemas conectados y desplegar nuevos servicios de valor construidos sobre nuevo conocimiento generado por conexión y explotación inteligente de los datos.
  • La transformación digital es el conjunto de efectos que pueden producirse explotando las nuevas posibilidades de generar valor que la digitalización abre sobre nuevas formas de entender los sistemas (empresas, instituciones, sociedades…), que permiten hacerse planteamientos que antes serían operativamente imposibles o económicamente inviables.

Si le añadimos que se da en un contexto de cooperativismo, ¿qué matices tenemos que tener en cuenta?

  • El potencial de impacto del canal digital en el ejercicio de los principios cooperativos (educación, transformación social, participación en la gestión, organización democrática, carácter universal…) y de los valores (intercooperación, innovación).
  • El impacto del trabajo remoto en las prácticas relacionales y de comunicación tradicionales en las cooperativas.
  • Las cooperativas de consumo y la economía colaborativa.

¿Estamos ante una «imposición»?, ¿cabe la posibilidad de jugar una postura crítica?

  • Desde lo individual sí es posible tener una mirada crítica a la digitalización. Desde la empresa… no. A lo sumo se puede tener una mirada híbrida, completar la vía digital con otras vías más tradicionales (podemos incluso admitir que más humanas) o incluso cómo potenciar éstas desde aquélla.
  • De la misma forma que una empresa no puede obviar internet, salvo que hablemos de empresas individuales (las excepciones siempre existirán) no puede obviar la analítica de datos para la toma de decisiones, ni el impacto de la unión de productos conectados con inteligencia artificial en los negocios y en los mercados.

Si hablamos de estrategia, la TD ¿es una estrategia?, ¿se puede optar por diferentes estrategias de TD o simplemente es coevolucionar con los tiempos?

  • Como cualquier propósito transformador, no es una estrategia sino un en todo caso un reto, para el que se pueden y se deben desplegar distintas estrategias.

Cuando elaboramos nuestros planes estratégicos, ¿sentimos que podemos «liderar» nuestro sector en materia de TD?

  • En general no: cuando alguien muestra esa ambición, se convierte poco menos que en un friki y sus planteamientos no se asumen como reto de la organización o no como una de las prioridades a atender en términos de diferenciación competitiva.
  • Incluso en los sectores en los que la digitalización ha llegado al producto, es más frecuente encontrar iniciativas que permitan a la empresa seguir el ritmo de los acontecimientos, incorporando pequeñas variaciones susceptibles de escasa diferenciación competitiva, que verdaderamente ejercer un liderazgo innovador que implique redefinir la categoría de producto o los factores de competitividad.

¿Qué ganamos con la TD?, ¿qué perdemos?

  • Ganamos: velocidad, información para la toma de decisiones, eficiencia, conciliación, sostenibilidad medioambiental…
  • Perdemos: proximidad emocional, cultura organizativa, concentración… y puestos de trabajo (o al menos ciertos puestos de trabajo) a medio y largo plazo.

Si MONDRAGON es «humanity at work», ¿podemos hablar de un «humanismo digital»?, ¿cómo lo entenderíamos?

  • Desde la misma mirada que indicaba antes: el trabajo es la principal herramienta de transformación, luego todo lo que sea evolucionar el trabajo hacia un entorno de sostenibilidad es trabajar en clave de transformación social.

¿Qué hemos aprendido en torno a la TD desde que «convivimos» con ella?

  • Que no es digitalizar.
  • Que no es barata.
  • Que es un territorio de experimentación y aprendizaje.
  • Que una fábrica automatizada y robotizada no es una fábrica digital… y que cuesta entenderlo.
  • Que ser una empresa data driven es francamente complicado, porque partimos de un legacy que no lo pone fácil.
  • Que la inteligencia artificial la construyen las personas.
  • Que no todo el mundo está dispuesto a basar su trabajo en las capacidades esencialmente humanas (creatividad, intuición, disrupción…).

¿Algo que no debamos hacer?

  • Asumir que “industria 4.0” es lo mismo que “fábrica 4.0” en una empresa industrial.
  • Pretender que un proyecto de inteligencia artificial nos dé rentabilidad en unos meses… o generar expectativas de ello.

¿Algo que nos ha salido bien y que recomendaríamos en materia de TD?

  • Realizar la fase inicial de diagnóstico y posicionamiento utilizando cuestionarios individuales potentes, dirigidos a la alta dirección y los técnicos clave y orientados a la reflexión personal.
  • Elaborar un marco explícito de estrategias enmarcadas en el plan estratégico (con una estimación asociada de inversiones) y generar un plan maestro a medio plazo (3-5 años).
  • Colaborar con startups.

¿Quién debe liderar la TD?, ¿qué rol juegan los departamentos clásicos de «Informática»?, ¿qué rol debe jugar la dirección?

  • Como todo proceso transformador de la empresa, el liderazgo debe ejercerse de forma visible desde la dirección general.
  • Operativamente, es importante que exista un responsable de transformación digital con sitio en el Consejo.
  • Un departamento clásico de Informática debe evolucionar fuertemente y en numerosos campos, diferentes en función de cada empresa, pero es muy probable que sus perfiles no sean adecuados para hacerse cargo de la transformación digital de la compañía. Identificar iniciativas de negocio digital o trabajar en analítica avanzada e inteligencia artificial requieren de otros perfiles (diseño de servicios, sensorización orientada a la creación de valor, digitalización de la relación con grupos de interés, diferenciación competitiva, inteligencia artificial…). Es un asunto de perfil personal y background profesional, no de competencias.

¿Qué aprendemos de nuestros clientes en materia de TD?

  • En nuestro caso, los constructores de automóviles llevan ya años basculando la percepción de valor: de la fabricación de vehículos a la prestación de servicios de movilidad y a la comprensión de su negocio alrededor del concepto de plataforma asociada a la marca… y en producto, del hardware al software como conductor de la competitividad.

Generacionalmente, ¿podemos estar ante una brecha?, ¿nuestros equipos directivos se sienten cómodos en TD?

  • Siendo una empresa fabril, se empieza a comprender el potencial que la opción digital tiene sobre la transformación de la fábrica. Empieza a haber algunos buenos resultados, aún modestos en extensión, pero muy significativos. La idea de negocio digital aún no cala, es contracultural para una empresa que comercializa producto físico B2B obtenido por procesos básicos de transformación de metal.
  • Si existe una brecha, no necesariamente es generacional, porque para comprender el potencial de la transformación digital en nuestra empresa es necesario conocer bien el mercado, entender a qué puede estar receptivo y por dónde es posible empezar… y las generaciones jóvenes no disponen de ese bagaje, que por otra parte cuesta tiempo adquirir.
  • Sí empieza a haber una brecha más personal, con directivos y técnicos, también jóvenes, que aún no se sienten cómodos con una digitalización basada en el autoaprendizaje y el «beta permanente», que no están acostumbrados a ese autoaprendizaje por experimentación, al trabajo bajo criterios agile

¿Cómo abordar el triángulo cooperativismo, estrategia y digitalización en un consejo rector?, ¿y en un consejo social?

  • Paradójicamente, en cuanto a posicionamiento frente a la cultura digital, puede que estén evolucionando más los órganos sociales que los propios equipos directivos aunque no se comprenda muy bien exactamente su dimensión potencial y las implicaciones derivadas, porque la vida digital se ha extendido ya de tal forma a la vida personal, que la necesidad de digitalización se ha trasladado (aunque sea de forma difusa y poco transformadora) al juicio que los órganos tienen sobre el papel de lo digital en la cooperativa y la necesidad de avanzar en ese territorio.

¿Es una amenaza para la idea «socioempresarial» de nuestros proyectos cooperativos?, ¿es una oportunidad?

  • Para el negocio de las cooperativas ya consolidadas, en mi opinión no es más amenaza ni más oportunidad (lo son las dos) que para cualquier otra empresa. Se trata de afrontar lo que sucede en cada momento de la historia de una cooperativa y ahora toca lo digital. Movilidad y flexibilidad son dos paradigmas a integrar… o no, pero como cualquier empresa.
  • Si se trabaja en clave de transformación digital la parte más societaria del proyecto socioempresarial, sí sería posible abordar en positivo la vivencia de principios y valores, aunque las cooperativas se vienen mostrando durante ya muchos años muy conservadoras en cuanto a cambios que puedan suponer riesgos para el control de la vida societaria. En este sentido, considero que sería una excelente oportunidad de revitalizar y multiplicar la vivencia y los efectos tangibles del ejercicio práctico de principios y valores.

¿Podemos poner algún ejemplo de transformación profunda en algún proceso o incluso en el modelo de negocio?

  • La evolución de nuestros clientes. Ejemplo: inversiones masivas en servicios de movilidad, cambio de las estructuras de las áreas de IT, Tesla como disruptor total (recarga, venta, ERP, actualización del SW…), Ford planteándose seriamente la posibilidad de dejar de fabricar vehículos…

¿Algún ejemplo de transformación social a partir de la digitalización?

  • No en nuestro caso, no específicamente, o no aún.

¿TD va a ser igual a menos puestos de trabajo? Si lo miramos en positivo, ¿qué nuevos puestos pueden surgir?

  • En mi opinión, a medio plazo previsiblemente menos, o al menos proporcionalmente menos que el crecimiento de ventas en las organizaciones actuales.
  • Nuevos puestos para la industria: técnicos de ciberseguridad, especialistas en instalación y mantenimiento de sensores y redes de comunicaciones, analistas y científicos de datos, responsables de gobernanza de datos, gestores de plataformas, expertos de marketing digital, diseñadores de servicios…

Una cuestión final: ¿el cooperativismo va a ser diferente como consecuencia de la digitalización? Si así fuera, ¿en qué puede cambiar?

  • Será diferente en la medida en que en la sociedad cambie definitivamente la noción y la organización del trabajo.
  • Si esto ocurre, si definitivamente se asienta el guiado de una carrera profesional por proyectos, si crece la dimensión del trabajo freelance o si la economía colaborativa vuelve a repuntar con fuerza, habrá un impacto en el cooperativismo porque es un cambio de cultura social al que no puede mantenerse ajeno.
  • El sentido de esos cambios puede ser múltiple para el cooperativismo, en función de que se diseñen y ejecuten específicamente estrategias para renovar y reforzar la experiencia cooperativa… o de que por el contrario se permita que todo fluya a su aire en esta materia, interpretando que la transformación digital es un asunto colateral a un proyecto socioempresarial como el nuestro.

Vibraciones: repartir o no repartir

El lunes que viene estaré presentando a primera hora, en el Parque Tecnológico de Garaia, una ponencia cuyo objetivo es exponer la estrategia de mi empresa para los próximos años a un grupo de PYMES de la comarca.

La iniciativa se enmarca en un programa financiado por la Diputación de Gipuzkoa y dinamizado por Saiolan, configurado por un conjunto de iniciativas dirigido a la comunidad de empresas de la Mancomunidad de Debagoiena, en concreto en la función comercial de promover «matching» entre el tejido de PYMES y las consideradas «empresas tractoras» del territorio.

Explico esto no porque les vaya a ser de un interés especial… sino con el propósito de que entiendan la duda existencial que me ha acompañado últimamente y que me apetece compartir en los próximos párrafos.

La vida profesional me ha llevado a presentar ponencias en innumerables actos internos y externos a mi empresa, seminarios, conferencias, jornadas de intercambio de buenas prácticas, reflexiones estratégicas, análisis de oportunidades de negocio… en fin, que he ido acumulando varias dosis de experiencia al respecto.

En general, mi criterio ha sido siempre ser muy abierto en mis exposiciones (considero que casi siempre existen realmente muy pocos grandes secretos en cualquier empresa que merezcan ser protegidos y guardados con celo), entre otras cosas porque en presentaciones realizadas en el intento de que algo suceda tras las mismas (algo que beneficie a quien exponga y a quien escuche, se entiende), siendo abierto, el balance riesgo-beneficio está abrumadoramente al lado del beneficio, se lo aseguro.

Espero que por ejemplo consideren, estimados lectores, que este blog ha venido siendo un buen ejemplo de esto que digo a lo largo de los años, para no dejarlo en una mera declaración de palabras bonitas.

El caso es que ese afán de comunicación y de apertura se manifestaba tanto en la comunicación verbal como en la escrita: durante 30 años he solido entregar sistemáticamente copia de mis ponencias, completa casi siempre (o ligerísimamente reducida de lo más confidencial, en muy contadas ocasiones), a todos los asistentes, peeeeero… hace ya un par de años que he empezado a cambiar de opinión.

Me explico…

  • No siento la misma libertad a la hora de construir mis ponencias si sé que voy a distribuirlas que si sé que no. Ya sé que a fin de cuentas luego no me corto a la hora de hablar, pero la comunicación se transmite infinitamente mejor si combina verbo y pantalla… y por otra parte, aquello que no está escrito, luego sale en la exposición… o no sale.
  • Mi experiencia es que pocas veces vuelve uno luego a una presentación que tiene en su correo o en su portátil (y no digamos si es en papel) después de haberla escuchado en vivo: lo importante es lo que a uno le queda; cómo, la escucha que uno hace, le va configurando (tácitamente) una determinada forma de entender el mundo y la empresa… o la contraria.
  • Todos hemos aprovechado ponencias escuchadas como una fuente generosa de aprendizaje cuando empezamos: coger las ideas clave, filtrarlas por la realidad que uno tiene, adaptarlas… y lanzarse a la piscina de implantar la traducción en el mundo propio, es un camino que al menos yo he recorrido mil veces y del que he disfrutado enormemente. Pero no recuerdo casi ejemplos en que la copia de una ponencia me haya servido realmente para desencadenar ese proceso. Un libro sí, pero… ¿una ponencia? Lo que sí recuerdo es la importancia de mis notas personales, más allá del documento formal en sí, porque esas notas son conexiones mentales con mi realidad, con mis problemas, con mis necesidades, con mis posibilidades de actuar… y eso sí que importa.
  • Si presentar una ponencia se plantea no como un ejercicio de vanidad, de exponer lo mucho que hacemos o lo buenos o grandes que somos, o lo listos que hemos demostrado ser… sino como un canal para comunicarme con otros, pensando en que de ello puedan surgir contactos interesantes, proyectos de intercooperación empresarial u oportunidades de crear valor, entonces es especialmente importante conseguir que no se queden ponente y oyente cada uno con lo suyo, sino que conecten después del acto formal de comunicación, que se llamen y que queden para hablar de ello en mayor detalle. Y repartir la ponencia no ayuda a que crezca el deseo de contactar para profundizar.
  • Cuando alguien escucha una ponencia que considera puede ser de interés para su organización, se encarga luego muchas veces de exponerla internamente a quienes puedan tener capacidad de decisión… pero la transmisión no es, ni con mucho, del mismo calibre. Si no hay copia, es más fácil que te inviten a ir a su casa para hablar del tema.

He tenido varias experiencias en estos dos años extraños de pandemia en las que actuar de esta manera me ha reportado claros beneficios en forma de contactos posteriores, que han terminado en proyectos conjuntos de desarrollo de producto, en análisis de oportunidades de inversión, en colaboraciones con startups o en actividades de mentoring de empresas.

Decir que todo eso ha venido derivado de no haber entregado una copia de la ponencia es una banalidad pueril, un hecho además indemostrable en el que no voy a caer… pero que creo que en algo ha influido para bien.

Así que el lunes me abriré en canal, explicaré no solo nuestra estrategia sino la razón por la que la abrazamos… y buscaré con ello excitar ese «matching» que teóricamente se busca con empresas cercanas.

Pero acabo de comunicar que no repartiré copia de mi ponencia. 😉

Año.13: balance y resumen

La verdad es que es muy difícil encontrar una imagen que guarde un significado vital y positivo para el número 13: la mala suerte le persigue en la superstición de varias civilizaciones, en varias épocas y hasta en los refranes populares.

Terror de viernes 13, «en 13 y martes ni te cases ni te embarques«, augurio de mala suerte que lleva a quitar la fila 13 en los aviones o saltarse ese número de piso en los hoteles… con algo sobre 13 fases lunares de los mayas en el otro sentido… y poco más.

Al final, para ilustrar este post conmemorativo me he decidido por el significado de la carta número 13 del tarot (algo muy ajeno a mi interés), porque me he encontrado que, a pesar de que representa a la Muerte (y mi primer pensamiento fue el de «otro elemento negativo más»), en realidad lo que al parecer esconde en su sentido oculto es el cambio (la muerte de algo y el nacimiento de otra cosa)… y eso no es más que la vida misma… y en eso estamos, en realidad, en esta época incierta.

13 años de blog con 17 artículos publicados en los últimos 12 meses, elevan ya a casi 250 las entradas de esta bitácora, a la que WordPress dice que han ido llegando casi 100.000 visitantes distintos… aunque no sigo con más datos porque ya saben, quienes de vez en cuando se pasan por aquí, que de eso no me fío nada (pero nada).

Entre esos 17 artículos creo que han destacado los relacionados con la transformación digital de las organizaciones, una serie con relativa buena acogida (para lo que suele ser habitual en esta casa), fundamentalmente centrada en claves simples pero importantes a la hora de comenzar dicho camino.

La lista es la siguiente:

Reflexiones:

Vibraciones (con sus detonantes):

Vibraciones sonoras:

Otros:

Un año más, mis reflexiones sobre “Ventajas e inconvenientes de la gestión por competencias” siguen liderando la clasificación de artículos más vistos, con 1.200 visitas nuevas casi 12 años después de ser publicadas.

Entre los 10 artículos más vistos ha entrado el de «5 claves de la transformación digital de la empresa (industrial)» y entre los 15 primeros también «La organización del área digital (y mis dudas)» y mi reacción «Siento que debo disculpas, pero…«.

Otro leve ascenso en suscriptores… y la grata noticia de los comentarios, que este año han repetido número cercano a los 50 en conversación cruzada, sobre 9 de los posts en el propio WordPress, más otros tantos en las publicaciones de LinkedIn.

Termino comentando que, como cada cierre anual, queda actualizada también la página de «temas de empresa«… y que como todos sabemos, «13… mal número si no crece«, así que este año, sin duda alguna, habrá que seguir… 😉

Reflexiones: 5 claves para la transformación digital de la empresa (industrial) / Automatización y robotización vs Inteligencia artificial

No hay ningún problema en plantear una fábrica inteligente sin robots.

Sí, sí… sin robots industriales… e incluso sin bots.

La transformación digital de la fábrica no va ya hoy en día de automatizar o robotizar las operaciones de fabricación, control o manipulación de materiales, sino de cómo se gobiernan los procesos, sobre cómo se toman las decisiones, sobre cómo se tienen en cuenta los factores relevantes para ello y sobre quién (o qué) las toma.

Llevamos décadas impulsando iniciativas de automatización y robotización de nuestras fábricas, buscando fundamentalmente capacidad de producción, repetitividad, fiabilidad y en definitiva eficiencia en costes. Ya son casi 30 años desde que internet habita entre nosotros…

Pero de la misma manera en que se entiende fácilmente que una fábrica automatizada no implica que en ella exista una cultura digital (por muchas docenas de programas de software que haya instalados), no siempre se entiende bien que en la fábrica 4.0 ya no hablamos de programar PLCs y ni siquiera de internet, sino, como bien decía Alfons Cornella hace ya un tiempo, de la combinación de productos conectados con inteligencia artificial.

Bueno… la automatización sí es necesaria en una fábrica inteligente, porque el Internet of Things (IoT) no va por tanto de internet (que pasa a ser un simple canal por el que circulan los flujos de datos), pero sí de productos físicos que se comunican entre sí o con su entorno para concretar decisiones y ejecutarlas en función de lo que observan en esa comunicación. Y para ejecutar… se necesitan automatismos actuables.

Es verdad que, antes de ser inteligente, una fábrica necesita ser digital… y eso implica que todos los datos relevantes para entender lo que sucede en cada punto y en cada instante de los productos y los procesos debe ser información digital, que se transmita y almacene de manera accesible para la aplicación de métodos analíticos.

A partir de ahí, dos son los factores críticos para dotar de inteligencia a una fábrica: tiempo real e inteligencia artificial.

La habitual programación de rutinas y de lógicas basadas en reglas se sustituye ahora por algoritmos periódicamente reentrenados y redes neuronales artificiales que actúan en tiempo real sobre cantidades ingentes de información (Big Data) para conformar sistemas de aprendizaje automático (machine learning / deep learning) que son la base de lo que llamamos inteligencia artificial, pues configuran modelos predictivos de comportamiento en primer lugar (de defectos, de funcionamiento de máquina, de consumos, de demanda…) para intentar alcanzar el nivel prescriptivo, en el que son las propias máquinas de inteligencia artificial las que deciden qué hacer y lanzan las órdenes de ejecución correspondiente.

Ya hemos llegado a definir modelos predictivos con notable éxito (a adivinar lo que va a pasar)… pero aún nos falta camino para disponer, en la inmensa mayoría de los casos, de suficiente aproximación para que el aprendizaje automático sea capaz además de «entender» el por qué de que vaya a suceder lo que predice y para que identifique las variables de control y prediga a su vez las variaciones de resultado que se deriven de desplazamientos sobre las mismas, antes de elegir y ejecutar una orden.

En la mayoría de los casos, al menos en procesos industriales, los modelos prescriptivos no alcanzan aún precisiones de acierto muy superiores al 30-40% de las situaciones que predicen.

Lamentablemente, nuestros procesos no parecen estar cómodos en relaciones lineales causa-efecto, sino más bien en relaciones complejas multivariante, donde además nos falta aún una parte del conocimiento que, por lo que se ve derivado de nuestros límites de mejora de efectividad, debe ser relevante.

Vamos, como en los seres humanos… 🙄

Eso es lo que nos condena a permanecer aún pegados al actual estado del arte de tecnologías y procesos (que es el statu quo que tratamos de desafiar con la AI) y eso nos salva… 😉 … por el momento.

Aunque parece… que queda cada vez menos para que el software, esta vez sí, domine el universo.

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LAS ENTRADAS DE LA SERIE COMPLETA
5 CLAVES PARA LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL DE LA EMPRESA (INDUSTRIAL)
EMPRESA CON DATOS vs EMPRESA IMPULSADA POR DATOS
INDUSTRIA 4.0 vs FÁBRICA 4.0
AUTOMATIZACIÓN Y ROBOTIZACIÓN vs INTELIGENCIA ARTIFICIAL
INFRAESTRUCTURAS TECNOLÓGICAS vs INFRAESTRUCTURAS PARA LA EMPRESA DIGITAL
PROPUESTA DE VALOR DIGITAL vs NEGOCIO DIGITAL

Vibraciones: siento que debo disculpas, pero…

Cruce reciente de mails:

  • DÍA 1 – «Hola, Jesús, espero que te encuentres bien. Yo soy XXXXX, Fundador y Regional Manager de YYYYY North America. Hemos creado una solución de Trade y Distributors Engagement y trabajamos con clientes como British American Tobacco, McCain Foods y Heineken en 4 continentes y más de 25 países. Creo que también podemos contribuir con vosotros. ¿Vamos a programar una web conference de 15 minutos? ¿Tienes disponibilidad el miércoles? Gracias».
  • (Busco la web de YYYYY, veo que es para negocios muy distintos al nuestro y no respondo nada)
  • DÍA 6 – «Yo soy XXXXX, Fundador y Country Manager de YYYYY España. Jesús, Espero que te encuentres bien. Me gustaría establecer una reunión contigo para presentar soluciones de Consumer y Trade engagement y marketing digital, que creo que son interesantes para tu empresa. ¿Te interesa? Hazme saber tu disponibilidad y te enviaré una invitación para una call. Nos vemos pronto».
  • (Sigo sin responder nada)
  • DÍA 14 – «Hola, Jesús, Espero que te encuentres bien. Nuevamente soy XXXXX de YYYYY. He intentado contactarte por correo electrónico, pero no he obtenido ninguna respuesta. Creo que tu agenda estará muy ocupada. Si es más conveniente para ti, puedo llamarte.  Infórmame tu teléfono y tu horario disponible y te llamaré, para hablar de nuestra Plataforma de Trade & Distributors Engagement. Si tú no eres la persona más adecuada para hablar sobre este tema en la empresa, ¿podrías indicarme el contacto ideal? Gracias.»
  • DÍA 14 – Respondo, finalmente: «Hola, XXXXX. Nosotros no usamos distribuidores, ni tenemos una red comercial como tal (sino de gestores de cuentas), ni nuestros productos van destinados a mercados de consumo. Fabricamos componentes metálicos para el sector del automóvil y suministramos directamente a los constructores, como un Tier-1, desde varias plantas de fabricación en distintos países. Me tendrás que disculpar, pero no te había respondido porque, con esa discrepancia tan notoria con lo que he creído entender que es vuestra propuesta de valor, había pensado que era un mailing comercial bastante estándar. Un saludo. Jesús».

Desde entonces, ya han pasado dos semanas sin nuevos mails.

Sinceramente… mi interlocutor podía haberse molestado en entender nuestro negocio en lugar de reiterar sus mensajes, pero la verdad es que mi falta de respuesta no es precisamente un ejemplo de educación… y cuando respondo, tengo que reconocer que lo hago con una respuesta «pelín borde»… 😳

No siempre ha sido ese mi comportamiento. Durante muchos años he tratado de responder a todo lo que me llegaba. Por supuesto a cualquier mensaje con una petición o propuesta de colaboración, por supuesto a cualquier consulta, por supuesto a una felicitación de cumpleaños o de trabajo, por supuestísimo a cualquier comentario de este blog… pero también a cualquier mensaje que, como los anteriores, respondía al que reconozco como legítimo intento de vender el producto de la empresa para la que uno trabaja.

De hecho, yo mismo he impulsado en el pasado acciones comerciales vía mailing o vía redes sociales y sé lo que significa que no te respondan, si bien tengo que decir, en mi descargo, que se trataba de propuestas de valor abiertamente innovadoras, que jugaban en mercados aún no bien configurados o que aportaban nítidos diferenciales competitivos con otras ofertas que pudiera haber en el mercado.

Hablando de redes sociales y como un argumento adicional de este artículo de hoy… déjenme compartir un pequeño análisis que acabo de hacer de los 50 últimos mensajes que he recibido a través de LinkedIn:

Como ven, solo 3 de ellos (un 6% del total) han sido mensajes con un contenido específicamente elaborado y destinado a mi empresa o a mí… y nada menos que 37 (el 75%) han sido mensajes genéricos puramente comerciales, claro objetivo (y me atrevo a intuir que único) de su solicitud de contacto en esta red.

Y la verdad… para la práctica totalidad de ellos no hay en realidad ninguna oportunidad: propuestas estándar, ofertas de productos o servicios en materias que son una commodity, que tenemos sobradamente cubiertas con el panel de proveedores en quienes venimos confiando, o para las que tenemos suficientes redes de contactos como para acudir a otros en caso de necesidad.

Mantener una reunión de media o una hora sobre un asunto ordinario en una materia con abundancia de oferta en el mercado, con alguien que lo único que aporta es que no le conoces, es hoy en día un lujo si no responde a un interés específico que puedas identificar.

Y basta con que alguna temática se ponga de actualidad, se sume al mainstream (da lo mismo que se trate de soluciones de ciberseguridad, tratamiento de datos, consecución de subvenciones o IoT) para que, pasada la etapa inicial protagonizada por pioneros, el bombardeo de seguidores se despliegue.

Esto lleva pasando años… y me siento cansado de esta práctica que en el fondo es un spam, así que personalmente llevo ya muchos meses instalado en una reacción que consiste en recibir los mensajes con liviandad… y no responder.

Obviamente esto es algo que pasa constantemente, que le pasa a todo el mundo, así que me digo a mí mismo que, incluso para los remitentes, mi «no-respuesta» se recibe simplemente como parte del juego… pero no acabo de sentirme bien con ello.

Me enseñaron otras cosas cuando se trata de educación.

Por eso aprovecho estas líneas para hacer una disculpa pública hacia la persona que hay detrás, aun sabiendo que no sirve de nada, ni para ninguno de mis remitentes ni para mí… porque tengo claro que lo seguiré haciendo, mal que me siga pesando… y aún siendo consciente de que, en más de una ocasión, pasaré por alto por error alguna propuesta realmente bien orientada.

Supongo que ya es una cuestión de supervivencia, asumiendo que pueda ser una consecuencia más de haberme hecho mayor… 😉

Tiempo muerto. Time out. Lo siento… pero no, por favor.

Año.12: balance y resumen

La docena es una medida que curiosamente nos acompaña en buena parte de la forma en que regulamos nuestras vidas: 12 meses cada año, 12 horas en el reloj.

Doce fueron los Apóstoles, las tribus de Israel, los signos del Zodiaco, los caballeros que se sentaban alrededor de la Mesa Redonda, los dioses principales griegos o hasta las estrellas que adornan la bandera de Europa.

El 12 es también un número clave en otras métricas como la de longitud (lo fue ya en las civilizaciones sumeria, griega o romana), donde un pie es la medida natural que contiene 12 pulgadas… lo que tiene su belleza, porque el 12 contiene a la vez exactamente mitad, tercio, cuarto, dos tercios y tres cuartos. Me imagino que esto encaja muy bien con ese carácter tan pragmático de los anglófilos… y quizá por eso sean los únicos que lo han conservado. 😎

Pero también (y esto es más sorprendente para una cultura inmersa en el sistema métrico decimal) es la unidad habitual de compra para cosas tan distantes y prosaicas como las rosas, los huevos, los pasteles… o los churros.

El caso es que son 12 años de blog… que van siendo ya muchos en una relación de amor. ❤ 😉

El año ha sido más diverso y equilibrado que los precedentes, con la recuperación del casi olvidado capítulo de «personas inquietas» mediante un post en recuerdo y reconocimiento póstumo de Ángel Arboníes, a la sazón y junto a la comparación entre producto y servicios como factor de diferenciación competitiva en empresas B2B, uno de los más leídos, compartidos y comentados del año.

La lista es la siguiente:

Reflexiones:

Vibraciones:

Personas inquietas:

Otros:

No sé si acabo de entender bien esta persistencia (¿se habrá convertido en texto de trabajo en algún sitio?), pero según WordPress (???), un año más mis reflexiones sobre “Ventajas e inconvenientes de la gestión por competencias” siguen liderando la clasificación de artículos más vistos, con miles de nuevas visitas (ya acumula más de 20.000).

Solo los registros de LinkedIn sobrepasan las 12.000 visitas a los artículos de este año, mientras el total de WordPress dice que no llegan a las 1.200… y no digo más.

Otro leve ascenso en suscriptores, hasta los 139… y la grata noticia de los comentarios, que este año han aparecido en un número cercano a los 50 en conversación cruzada, sobre 7 de los posts, en el propio WordPress pero también en las publicaciones de LinkedIn, cada vez mayor referencia para mi red no solo ya para leer y comentar, sino también para compartir o recomendar.

Que sepan que queda actualizada también la página de «temas de empresa«… 🙂

Año.11: balance y resumen

El número 11 me trae siempre a la memoria una enorme casualidad que puedo prometer y prometo que es de verdad verdadera. Un 11 de noviembre de hace a lo mejor 40 años, se me ocurrió mirar a ver qué hora era en mi reloj, un Casio digital y de muñeca (infinitamente más antiguo que el de la imagen de cabecera)… para sorprenderme con la imagen visual desconcertante de una pantalla llena de «palitos» que pareció no moverse durante segundos… En efecto, marcaba las 11 horas, 11 minutos y 11 segundos de ese día 11-11.

He visto una imagen parecida otras dos veces en mi vida, pero es verdad que en estas ocasiones era muy consciente de que era el día en que se iba a producir y por tanto no puede hablarse estrictamente de casualidad en ello.

Se cumplen 11 años de este blog, que ha sumado en los últimos 12 meses 1 artículo cada mes, con la precisión de un reloj.

Al número 11 se le suele asociar espiritualidad y fortaleza: como número maestro, se asocia a la responsabilidad de qué hacer con los dones que se poseen… aunque a veces, también con castigarse por la sensación de no haber correspondido suficientemente a la misma.

Algo de esa mezcla de espiritualidad y fortaleza ha estado presente este año en inquietos. Muchas «vibraciones» fruto de sucesos desencadenantes y solo 4 «reflexiones», tres de ellas sobre la compleja y necesaria relación entre las empresas consolidadas y las startups… más un añadido, con la marca 5.0, sobre la respuesta de Japón ante el modelo alemán «cuatrocerista». Esta es la lista:

Reflexiones:

Vibraciones:

Otros:

En la parte cuantitativa, un año más mis reflexiones sobre “Ventajas e inconvenientes de la gestión por competencias” siguen liderando la clasificación de artículos más vistos, con miles de nuevas visitas. Me ha gustado ver que dos de los artículos nuevos, la introducción a la idea japonesa de «sociedad 5.0» y la reflexión sobre cómo se vive un cambio de etapa profesional se han situado en el top-10 de las visitas de estos 12 últimos meses.

Solo los registros de LinkedIn suman 9.000 visitas a los artículos de este año, donde el total de WordPress dice apenas 1.200, así que como ya anuncié el año pasado si no cambiaban las cosas en las estadísticas de WordPress, no voy a volver a publicar los gráficos y tablas que he ido publicando año a año durante los 10 primeros de la bitácora…

La suma-resta de suscripciones controladas sigue subiendo ligeramente, hasta las 138 y en la conversación (que además se ha activado en distintas redes), el mayor número de comentarios ha surgido, casi como cabía esperar, en torno al cambio de etapa.

Hala… a por la docena. 🙂