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Vibraciones: privacidad en pago de salud

El creciente desarrollo de tecnologías embebidas o adheridas al cuerpo humano, con propósitos bien ligados al control de la salud o bien a la corrección o incremento de las capacidades naturales de una persona (el llamado «augmented human«), se han asomado ya algunas veces a estas páginas, desde el fenómeno del envejecimiento, desde el sentido de la vista, desde nuestra evolución hacia la noción de cyborg

Creo que han pasado algunos años desde mi última incursión en este terreno, pero en los últimos días se han dado varias circunstancias que me invitan de nuevo a acercarme a ello.

La primera fue un vídeo que ha corrido viralmente por Whatsapp y redes sociales, así que es muy probable que ya lo hayan visto.

José Luis Corcuera fue Ministro de Interior durante 5 años en uno de los gobiernos de Felipe González. Tras abandonar el partido, muy crítico con el liderazgo de Pedro Sánchez, exponía sus argumentos en una entrevista que Susanna Griso le hacía sobre la gestión gubernamental de la crisis sanitaria en el programa «Espejo Público» de Antena 3. Vean el vídeo si no lo han hecho porque impacta… o al menos el brevísimo extracto que les inserto a continuación.

José Luis Corcuera llevaba un desfibrilador interno (un S-DCI, «desfibrilador cardioversor implantable subcutáneo») que detecta arritmias con alto riesgo de provocar parada cardiorrespiratoria, por la aparición de fibrilaciones o taquicardias venticulares potencialmente mortales.

El S-DCI tiene dos elementos principales: el generador de pulso (aproximadamente del tamaño de un reloj de bolsillo grande, con una pila y circuitos eléctricos que leen la actividad eléctrica del corazón) y los electrodos que generan la descarga eléctrica (alambres, también llamados derivaciones, que pasan a través de las venas hasta el corazón).

Los primeros aparatos, voluminosos e implantables en operaciones de riesgo, se instalaron en Estados Unidos en pacientes en 1980, pero no fue hasta 2009 en que el desarrollo tecnológico de los denominados subcutáneos recibió el sello CE y por tanto la autorización para ser implantados en Europa.

Hoy se colocan ya con el paciente despierto… pero lo importante que quiero destacar es que, como derivada, no hubiera sido desde luego improbable que José Luis Corcuera se hubiera muerto en directo, delante de todo el mundo, solo 11 años atrás.

Impacta ver cómo la tecnología no solo salva una vida, sino que lo hace mediando solo un simple sobresalto…

El segundo impulso para este artículo fue un vídeo publicado por Marc Vidal en LinkedIn. Sobre él comenta cómo «investigadores del Laboratorio de Física Aplicada (APL) y la Facultad de Medicina (SOM) de The Johns Hopkins University demostraron, por primera vez, el control simultáneo de dos de las prótesis más avanzadas del mundo a través de una interfaz cerebro-máquina» y cómo «el equipo actualmente está desarrollando estrategias para proporcionar retroalimentación sensorial para ambas manos al mismo tiempo mediante la estimulación neuronal«, o sea, cómo, además, el sistema devuelve a la persona el sentido del tacto a través de sus «manos».

Si le echan un vistazo al vídeo que inserto a continuación (publicado hace aproximadamente hace un año), no verán nada parecido a una acción espectacular, solo torpes movimientos de un par de brazos robóticos que actúan a impulso de señales cerebrales de un ser humano… pero la clave está en que dichas señales han conseguido mover esos brazos simultánea y armónicamente hacia objetivos paralelos y diferentes, al modo en que naturalmente lo hacemos cada día.

Quizás hayan visto cosas más espectaculares en términos de movimientos (vean este vídeo o éste, de hace ya 5 años, también de desarrollos de la Johns Hopkins), pero a veces la clave, como en el caso del que les he insertado, no está en el espectáculo… y lo importante es entender que este es un camino de largo recorrido (el programa «Revolutionizing Prosthetics» nació nada menos que en 2006), que en el tiempo transcurrido desde esta grabación se han seguido produciendo desarrollos significativos y que éstos son solo el preludio de los que vendrán.

El tercer catalizador de este post es un artículo de Yuval Noah Harari que mi amigo Txus Santos compartió conmigo y que les recomiendo encarecidamente leer.

En él, el autor reflexiona acerca de la revolución tecnológica que de la mano de la inteligencia artificial nos inunda cada día con avances y amenazas, pero que considera que, paradójicamente, está lejos de nuestra comprensión en cuanto a la naturaleza del fenómeno en sí y de las implicaciones que puede suponer para nuestras vidas. Lo hace a través de cinco ideas que les resumo:

  1. Nadie sabe cómo será el trabajo en 2040. La revolución tecnológica no se producirá como un fenómeno lineal actualidad-transición-nueva estabilidad, sino que nos vamos a ver abocados a una serie continua de revoluciones cada vez mayores, más aceleradas, cada una sobre la anterior.
  2. La casa de bloques de piedra vs. la carpa. Ésta va a ser la naturaleza del aprendizaje, que no se parecerá a ir construyendo una casa de piedra sobre cimientos profundos y sólidos, como ha sido tradicionalmente, sino mucho más a montar una carpa que podamos doblar y trasladar con rapidez y facilidad a otro lugar.
  3. El ser humano ya es un sistema hackeable. Ya existe la tecnología que permite descifrar a los humanos como sistema, “saber qué pensamos para anticipar nuestras elecciones, para manipular nuestro deseos humanos de maneras que nunca antes fueron posibles”… y solamente hacen falta dos cosas: “un montón de datos, en particular biométricos (no solo sobre dónde vamos y qué compramos, sino qué sucede dentro de nuestros cuerpos y dentro de nuestras mentes) y mucho poder de computación”. Uniéndolas, «podemos crear algoritmos que me entienden mejor de lo que yo me comprendo a mí mismo, que no solo pueden predecir mis elecciones sino también manipular mis deseos y venderme cualquier cosa, ya sea un producto o un político».
  4. Conócete a ti mismo (porque el algoritmo ya te conoce bien). La mente humana es una máquina que produce relatos constantemente, de modo que lo que creemos conocer de nosotros mismos no es la realidad de como somos, sino el relato que nos hemos construido. Los algoritmos, por el contrario, se basan en datos y eso permite que, más temprano que tarde, puedan conocer a una persona mucho más de lo que ella se conoce a sí misma. Las implicaciones de esto son extraordinarias y no necesariamente positivas, pues plantean un escenario de asalto a la privacidad de un individuo en el que es posible que una corporación conozca y explote pensamientos o emociones profundas precisas que, preso de su relato, ni él mismo es capaz de identificar.
  5. Nuevos enemigos: la salud y la privacidad. El escenario anterior no solo es plausible, sino que puede que el ser humano lo abrace voluntariamente… y el culpable es el cuidado de la salud. A través de implantes y sensores biométricos que funcionen en continuo, la tecnología puede brindarnos un nivel de vigilancia y protección de nuestra salud tan brutal, tan único en la historia de la humanidad… que aceptaremos entregar buena parte de nuestra privacidad a cambio de sentirnos cuidados, seguros y sanos.

Coincido básicamente con la visión de Yuval Noah Harari. No sé si seremos capaces de encontrar un punto de equilibrio razonable, pero pienso, como él, que esto ocurrirá… y que es un gran reto para estas nuevas generaciones.

¿Qué opinan? Me encantarán sus comentarios…

Vivimos tiempos muy volátiles, donde lo prioritario, lo atractivo o lo importante deja de serlo en solo un instante; tiempos inciertos en los que nadie es capaz de predecir, no ya el futuro, sino cómo prepararse para afrontarlo; tiempos complejos, hasta el punto en que solo las máquinas parece que serán capaces de gestionar las interacciones de los sistemas, desde luego muy por delante de las que ya vemos como limitadas capacidades del ser humano para comprender el mundo que construimos; y tiempos, además, de ética ambigua, donde cada vez con mayor frecuencia el fin justifica los medios y los principios no van primero.

Tiempos VUCA, en definitiva.

No sé si me gustará el destino… pero ya a esta edad cada vez más cerca de la observación que de la pura ejecución… espero que el camino, al menos, sea apasionante. 🙂