Mes: enero 2022

Vibraciones: ¿también entre nosotros una pequeña «Great Resignation»?

Aunque a muchos les supongo bien enterados, comienzo por aclarar que la «Great Resignation», el «Big Quit» o, en castellano, la «Gran Renuncia», es un fenómeno del que los medios norteamericanos vienen hablando extensivamente desde hace más o menos un año, que consiste básicamente en que cantidades masivas de personas están abandonando su empleo.

Al parecer, la pandemia desatada por el covid-19 ha generado y sigue generando cambios sustanciales en el mercado de trabajo, significando un punto de inflexión en el que muchos ciudadanos, desde la perspectiva que da un confinamiento (que incluye una separación física prolongada del lugar de trabajo y la prueba real de trabajar de otra manera, en teletrabajo), están modificando parámetros que hasta ahora configuraban su comportamiento laboral, al tomar conciencia de cómo éste afectaba a su esquema de prioridades y valores.

En resumen y en palabras simples… que al menos en el mercado norteamericano, al parecer… de golpe, millones de personas por encima de lo habitual están tomando la decisión de «largarse» del trabajo que ocupaban, por un conjunto de razones como:

  • darse cuenta de su insuficiente dedicación al cuidado de los hijos;
  • desear pasar más tiempo en familia;
  • estar harto de pasar horas diarias y gastar un montón de dinero en atascos y desplazamientos de casa al trabajo;
  • cansarse de vivir resignado a una retribución salarial por debajo de lo que uno esperaría de su cualificación;
  • recuperar una ambición profesional perdida con los años, por acomodamiento y creciente temor al cambio;
  • atender mejor a personas dependientes, que cada vez son más;
  • sufrir continuamente dificultades de coordinación de compromisos por la difícil conciliación entre la vida profesional y personal por causa de horarios rígidos...

Ganar más o recuperar las ganas de disfrutar del trabajo, pero sobre todo ser mucho más consecuente con esa conciencia aumentada de los valores personales, está haciendo que muchas personas busquen una forma de ganarse la vida… que haga de sus vidas algo mucho mejor.

No es que toda esa gente haya dejado su empleo para no hacer «nada», claro: el mayor porcentaje afecta a profesionales con licenciaturas, en la etapa intermedia de su carrera profesional (entre 30 y 45 años), que cambian a un proyecto de vida que perciben como mejor, aunque entre la gente de más edad también hay un grupo no desdeñable que opta por anticipar su jubilación o, en general, también hay gente que elige embarcarse en su propia iniciativa de generación de ingresos.

Esta evolución es lo que ya se conoce como el «Great Reshuffle» o la «Gran Reorganización», cuya característica más singular es, en mi opinión, como podrán ver en breve, que se no está produciendo desde las más clásicas condiciones de seguridad protagonistas en los cambios de empleo que hemos conocido siempre.

Ryan Roslansky, actual CEO de LinkedIn, describe la situación actual como diferente a cualquier otra que hayamos visto en la historia del trabajo. Los datos que esa red estaba manejando en abril de 2021 indicaban que, en ese momento, dos tercios de la fuerza laboral habían dejado su trabajo en el periodo de pandemia, o lo estaban considerando.

Hace unos meses, Pavel Ramírez daba unos datos en una publicación en esa misma red social espeluznantes: «La idea de que 11,5 millones de empleados en EEUU (el 7,3% de los 157 millones que conforman la fuerza laboral del país) hayan dejado voluntariamente su puesto de trabajo solamente en el segundo trimestre de 2021 resulta casi surrealista. Implica, entre otras cosas, que el mercado se amoldado a una altísima rotación en sus plantillas por culpa de la crisis sanitaria. Pero también supone un creciente descontento de la clase trabajadora respecto a su situación laboral. Una insatisfacción que en muchos casos ha pasado de la amenaza a la acción; de las quejas en corrillos cerrados o llevar siempre encima la carta de dimisión, a tomar la decisión de dejar un trabajo con una mano delante y otra detrás… incluso sin tener atado el próximo empleo«.

No sé si son plenamente conscientes de lo que eso significa: si extrapoláramos ese dato a un año completo, implicaría que casi el 30% de los trabajadores del país cambiarían de trabajo en solo un año. O dicho de otra forma, véanlo así… que 1 de cada 3 de sus compañeros de trabajo se va a marchar de su empresa en los próximos 12 meses. Tu no, tú no, tú sí; tú no, tú no, tú sí; tú no, tú no, tú sí…

El artículo que les acabo de enlazar es sumamente interesante por los datos que aporta, así que les invito a leerlo, pero como aperitivo les adelanto algunos de ellos (todos recientes) igual de demoledores:

  • Un estudio de Microsoft concluye que el 41% de los trabajadores estaba considerando dejar su trabajo. 😮
  • Una investigación de Gallup muestra, en la misma línea, que el 48% de los encuestados está en búsqueda de nuevas oportunidades. 😮😲
  • Un informe de McKinsey afirma que el 36% de los empleados que habían dimitido en los últimos seis meses lo había hecho sin tener un nuevo trabajo entre manos. 😮😲😵

Analizar el siguiente gráfico, aunque es ya muy conocido, me parece impresionante:

Fíjense en él: sobre una tendencia que ya venía siendo moderada pero sostenidamente creciente (como probablemente cabría esperar de lo que todo el mundo lleva años diciendo que son los rasgos característicos de esta generación millennial), en el periodo pandémico las renuncias al empleo han crecido a un ritmo vertiginoso, alcanzando niveles históricos con incrementos del 60% en un año.

Pero es que, salvado el pico de la pandemia, el ratio de renuncias al empleo frente al desempleo ha dado un salto significativo y las fugas mes a mes han superado en volumen al número de puestos de trabajo disponibles en los últimos años… ¡y en el último semestre cada mes más! 😱

Increíble

La cuestión es… si este fenómeno, identificado básicamente en USA (aunque también reconocible en lugares como Canadá o, sobre todo, UK), puede estar reproduciéndose en nuestro entorno, dado que el desencadenante que se identifica ha impactado de forma análoga a nuestra sociedad.

Y aparentemente no… o al menos es lo que nos llega en los análisis de prensa y del Servicio Público de Empleo.

Y sin embargo…

Esta semana he recibido un mail del propio LinkedIn con un resumen de lo que ha ocurrido en mi red de contactos en 2021 (supongo que a muchos de ustedes les habrá llegado un mail similar). Pues bien… les adjunto un pantallazo del mío, para que observen algo que ha llamado mucho mi atención:

La segunda y la tercera cifra merecerían algún comentario, pero no quiero distraerme y les voy a pedir que centren su atención en la cuarta y última cifra: 434 personas de mi red (que está formada por 3.102 personas) han cambiado de trabajo en el último año… y el caso es que mi red no es especialmente norteamericana, para que quede claro… (de hecho, no creo que me equivoque demasiado si afirmo que más del 90% de la misma será de nacionalidad española).

Vale… no es 1 de cada 3 de mis compañeros sino 1 de cada 7 (menos de la mitad del ritmo de rotación norteamericano), pero me ha llamado la atención.

Sobre todo porque, viendo las cosas en un periodo estratégico de 4 años (me gusta ver muchas cosas así para calibrar su verdadera «dimensión de tragedia»), significaría que más de la mitad de mis compañeros de empresa dejarían de serlo en ese tiempo.

Miren a su alrededor y díganme si no es una barbaridad. Vale que en LinkedIn hay una selección de personas con un perfil muy determinado, vale que también hay gente recién llegada al mercado laboral cuya rotación es frecuente, vale por tanto que hay sesgo claro en la segmentación de la muestra… pero aún así.

Miro a mis 26 años en la cooperativa, o en mi periodo de permanencia media por empresa en el total de mi vida profesional y tampoco reconozco la escena. Aunque afecte sobre todo a un segmento determinado, es obvio que los tiempos han cambiado… y parece que siguen cambiando.

También aquí.

Vibraciones sonoras: «En castellano 2021»

Les propongo un test que no les ocupará más que un par de minutos: hagan una pasada rápida por la tabla que adjunto a continuación y marquen (pueden contarlas mentalmente) las casillas de aquéllos artistas de los que no han oído ni su nombre. Si al final encuentran en ella 50, 70 o 90 artistas desconocidos… ya tienen un magnífico motivo para escuchar mi playlist en Spotify de música en castellano correspondiente a 2021. 🙂

Como viene siendo habitual, «En castellano» recoge mucha más música española que latinoamericana por dos razones: en primer lugar, simplemente porque es más fácil que me llegue… y en segundo, porque creo que las nuevas generaciones musicales de mi entorno geográfico están haciendo realmente cosas muy interesantes.

Hay en esta playlist unas 200 canciones de esos más de 150 artistas (dan para casi 12 horas de buena música), seleccionadas tras haber escuchado entre 5.000 y 6.000 canciones (fragmentos o temas enteros) publicadas durante este año pasado.

30 o 40 minutos de cada fin de semana suelen ser suficientes para elegir. Es una selección a mi gusto, claro (no puede ser de otra manera), pero creo sinceramente que puede ser muy agradable para mucha gente, porque su contenido es fácil de escuchar y extraordinariamente diverso dentro de lo que puede entenderse como música pop, en un sentido amplio.

Una recomendación: no asuman que las 8 o 10 primeras son representativas del resto, porque en todo caso solo lo son de la diversidad de una playlist en la que espero que encuentren… incluso pequeñas e inesperadas joyitas.

Van a escuchar en ella música latina, rock, rock&roll, pop-rock, pop, mucho indie, baladas clásicas, folk actual, música disco, R&B y hasta retazos de punk, jazz, soul, flamenco, grunge o trap… pero siempre temas en los que he encontrado algo (una letra, una cadencia melódica, un ritmo, un arreglo, un silencio) que me aportaba algo diferente de las más de 5.000 descartadas.

Hay álbumes que destacan especialmente este año (el discazo de «El Madrileño» de C. Tangana o el recopilatorio «El Astronauta Gigante» de Coque Malla, por poner dos ejemplos muy distantes), trabajos que me han gustado mucho (Chica Sobresalto, Fito y Fitipaldis, Leiva, Paula Mattheus, Alberto Vela, Yarea, Veintiuno o Marilia Monzón), pero también muchos artistas que para mí han supuesto un descubrimiento y a quienes les invito a escuchar, porque creo que su reciente trabajo merece mucho la pena, como El Jose, Fetén Fetén, Elsa y Elmar, Paula Becker, Dani… o Malva Vela, quizá mi más sugerente hallazgo del año.

También también hay gente que «no está» y que me ha gustado (incluso mucho)… pero es que uno de los criterios para «estar» en esta lista es que los temas fueran «fáciles» de escuchar, y hay discos completos de este año que me parecen una gran obra, pero que son para escuchar de otra manera.

Si el logo de la playlist de 2020 fue el coronavirus y el del año 2021 la inyección de la vacuna, ya he abierto también la playlist de 2022 con un símbolo pensado en esa fiesta que espero podamos volver a disfrutar con la normalidad de lo que siempre fue. Como ven, también les enlazo ambas por si quieren ampliar territorios o, en concreto en la de este año que acabamos de estrenar, para invitarles a acompañarme en cada descubrimiento semanal. 😉

Ya saben cómo va esto de Spotify: pinchen en el enlace, luego en el corazón… y las encontrarán en su biblioteca.

Y a disfrutar…