Mes: abril 2009

Reflexiones: confianza 2.0 / sinceridad

sinceridadTras la condición básica para la apertura que es mostrar honestamente dominios de vulnerabilidad y una vez analizado cómo se constituye el juicio de competencia en las redes y en el trabajo en cooperación a través de ellas, el juicio de sinceridad centrará la atención de este tercer post sobre la confianza en lo 2.0.

Sobre la sinceridad de un individuo que se coloca como nodo de una red… sinceramente no hay posibilidad de formarse un juicio sobre ella hasta no haber compartido un proyecto con él (mmm… ¿sólo uno?).

Cierto que hay factores que ayudan  a que nos formemos una idea de alguien en este concepto: la red nos permite revisar el pasado de una persona activa en ella, contrastar identidades alternativas, a veces en parte olvidadas por su dueño, pero que recogen fragmentos de personalidad que deberían mostrar al menos una coherencia básica.

Pero es que cuando hablamos de un uso profesional de la red, ligado a lo que hoy conocemos por empresa, el «marketing» corporativo (y el personal) tienen un papel muy relevante.

egoEn este territorio a la sinceridad le tiemblan las piernas, flaquea con demasiada frecuencia ante la oportunidad del negocio.

Y me temo que este factor va a ser creciente, porque los pioneros open habrán consumido en breve, me temo, la reserva de acción virginal y comprometida que estaba disponible: no veo motivos por los que la sinceridad en la red, desde la dimensión profesional-empresarial, no vaya a estar sometida a los mismos egos, intereses mercantiles y tácticas y estrategias de negociación y marketing que la actividad del mundo físico.

Y por tanto y siguiendo a Murphy… ocurrirá.

De hecho, ya ocurre. Si no se han encontrado, sin tener que esperar mucho, con alguna intención mercantil inicialmente oculta tras una solicitud de amistad en FB de un desconocido con un buen perfil de profesional independiente, por ejemplo… pues es que han tenido suerte.

Y cuando quienes se enfrentan a la red no son personas independientes, sino sujetas a una estrategia de empresa o directamente representantes de las mismas, la situación puede ser aún peor. Ya dije que el crowdsourcing y la open-innovation como caso particular merecían un tratamiento aparte, así que analicemos como juega el juicio de sinceridad en otros tres ámbitos:

  1. formación de opinión y creación o defensa de imagen corporativa;
  2. gestión de procesos operacionales;
  3. búsqueda de información, vigilancia e inteligencia competitiva.

1. Formación de opinión y creación o defensa de imagen corporativa.

La imagen corporativa es un objetivo falaz por naturaleza. Cuando se trata de mantenerla es inevitable un esfuerzo por extender los aspectos más positivos y por ocultar o minimizar el impacto de los negativos. Es una tarea de empresa dirigida siempre hacia el exterior que, en sí misma, no tiene nada de «open».

imagenPero afecta a quienes trabajan «open» en el terreno de la opinión sobre ella o sobre las marcas y el mercado de consumo (bloggers o periodistas, digitales o no), porque les influye aunque no quieran, cómo la empresa en cuestión trata su opinión, sus fuentes y sus redes… si decide hacerlo.

Sobre todo si trata de poner en cuestión la competencia de un blogger, por ejemplo, para juzgar una situación, o su capacidad para dar una visión veraz, honesta o independiente. O por el contrario si lo que trata es «comprar» al blogger y a su comunidad de seguidores incluida, para favorecer subliminalmente los intereses de la firma…

Conozco por referencias directas a una persona que tiene un curioso modelo de negocio: (a) busca una iniciativa privada de gran envergadura e impacto social, localizada en un área geográfica limitada; (b) crea un blog favorable a la iniciativa y construye comunidad a su alrededor; (c) trata de vender el blog a la empresa que lidera el proyecto, comunidad viva incluida… ¿Qué les parece?

Bordeamos el territorio de la ética y supongo que a estas alturas nadie se engaña: este juego existe.

La manipulación interesada de la información y de los informadores es parte del juego de algunos hace mucho tiempo… y será inevitable. Como la vida misma.

De momento, las empresas de producción industrial aún no están ahí. Sus mercados no están fuertemente condicionados por la opinión pública de sus consumidores, pocos y especializados. Además (y por desgracia para estas empresas) aún no han aprendido a co-operar y mucho menos a explotar las oportunidades del trabajo 2.0 ni a entender el valor de abrirse y de trabajar en red.

Pero están comenzando a aprender. Y cuando lo hagan, me temo que también trasladarán traducciones de los vicios de hoy, porque la condición humana es así de compleja. La tentación del control no es algo que podamos obviar… y no lo olviden: el bien, sin pasión, es menos creativo que el mal.

2. Gestión de procesos operacionales.

Hablamos aquí fundamentalmente del uso de redes sociales y foros para mejorar y extender la gestión de los procesos principales de una organización. Para comprar, vender, buscar y seleccionar personas, identificar a un proveedor de formación… Es necesario distinguir entre lo que supone facilitar el trabajo de una persona dentro de una organización y lo que significa generar un beneficio económico directo para la misma.

operacionalEn el primero de los casos, las relaciones son normalmente P2P.

Aunque cada parte de la conversación actúe en función del interés derivado de sus funciones laborales y no de las apetencias particulares, el sentimiento que se establece es el de cooperación entre personas, de ayuda. La conversación entre iguales surge de forma natural.

Pero si el resultado de la interacción es un beneficio económico evidente para una empresa, entonces la emocionalidad de la conversación cambia y personajes como el recelo, la justa compensación del intercambio y la negociación se invitan a la mesa. Lo que sucede entonces es que las tácticas clásicas del comercio se introducen en el menú, y la sinceridad deja de ser un supuesto que nadie cuestiona.

Incluso la capacidad de iniciativa que una persona está dispuesta a desplegar se ve afectada: su disposición a ser audaz, a arriesgar el control de la transacción, sufre. Fundadamente, claro está… porque la confianza no se sustenta. Cierto que, al final, todas las interacciones en la red se dan entre personas y precisamente por eso, creo que podemos encontrar una luz: la formación de comunidades.

Si alguien encuentra, a través de sus contactos en una red profesional, un contacto interesante de compra, por ejemplo, puede obtener una información valiosa sobre una nueva fuente de suministro o sobre un nuevo proveedor. Pero quien suministre esa información no sabe si recibirá algo a cambio: ¿qué sucederá si quien cede sus fuentes, una y otra vez, no encuentra compensaciones?

La adscripción a una comunidad en la que es visible el intercambio frecuente y en múltiples sentidos de información relevante es una salida efectiva. La aparición de redes sociales verticales, especializadas (incluso de nicho en mercados de gran dimensión), es una respuesta a la búsqueda de garantías en el terreno de la confianza… y en concreto en el de la sinceridad.

3.  Búsqueda de información, vigilancia e inteligencia competitiva.

Este ámbito de trabajo de las organizaciones cubre la vigilancia del mercado, de los competidores, de la tecnología, de factores demográficos y sociales, de la opinión pública, de la economía, de la legislación… o hasta de algunos aspectos de la política.  Todo depende de la actividad propia de la organización. Todas las organizaciones, de una u otra manera, tácita o explícitamente, lo hacen… o deberían hacerlo.

vigilar1La pregunta sobre la fiabilidad de la información a la que podemos acceder libremente, o lo que es lo mismo, sobre la sinceridad de sus fuentes no tiene una respuesta más que la obvia, en función de las características de transparencia que rigen cada uno de esos mundos informacionales, en muchos casos parciales o interesados.

Pero resulta especialmente sorprendente la cantidad y calidad de información tecnológica contrastada que es accesible a través de la red, bien directamente, en webs especializadas, o bien a través de contactos hechos en redes profesionales que te abren las puertas de páginas más reservadas, o incluso de acceso restringido.

Intuyo, por lo poco que conozco, que el mundo de la investigación científica y tecnológica tiene zonas más abiertas de lo que normalmente pensamos. En ellas, la sinceridad es además omnipresente para aquello que es objeto de intercambio o cesión.

Con relación a  la vigilancia del mercado, dado que la información contrastable es de dudosa fiabilidad o está al alcance de cualquiera que pueda pagarla, cada vez es más importante la atención a las «señales blandas», territorio que le es propio a lo 2.0.

La inteligencia competitiva ya no se basa en el acceso a la información, ni siquiera a esas «señales blandas» que mencionaba, sino a la capacidad de interpretar, de entender significados y, sobre todo, de transformar esa interpretación en acción efectiva.

La sinceridad, en un entorno que comienza por admitir que las personas puedan actuar desde identidades ficticias y donde las identidades de personas y organizaciones pueden ser fácilmente suplantadas o manipuladas, es un fenómeno en permanente cuestión.

La libertad que nos da la red, está permitiendo flujos de opinión y de acción colectiva extraordinarios. Pero a nivel de intercambio profesional… ¿puede sustentar por sí misma relaciones de confianza? ¿Cómo lo ven?

Reflexiones: confianza 2.0 / competencia

competenteSeguimos con la serie sobre el trabajo 2.0 y la confianza. Vamos con uno de los juicios que la sustentan: el de competencia.

La pregunta es: ¿cómo juzgamos competente a aquél con quien nos relacionamos en un entorno de cooperación abierta?

Normalmente no conocemos físicamente a quienes trabajan con nosotros en entornos «open». Al menos no a todos. Con frecuencia son personas que pertenecen a culturas diferentes, que viven en idiomas diferentes.

Personas con las que, además, quizá no lleguemos a encontrarnos nunca.

¿Cómo llegamos a valorar su competencia? ¿Cómo lo harán ellos de la nuestra?

En mi opinión, de forma parecida a como lo hacemos en la vida real: observando cómo razonan y actúan. La red nos da múltiples oportunidades de juzgar con facilidad algunos aspectos de la competencia de una persona:

  • cómo fundamenta o defiende opiniones vertidas en los comentarios de un debate, un foro o un blog;
  • qué posición adopta frente a los temas que abre en su propio blog, qué presentaciones comparte, qué artículos etiqueta o recomienda;
  • qué material selecciona como interesante y divulga a través de su cuenta de microblogging;
  • dónde está, qué hace, en qué proyectos participa, quién trabaja con él y por tanto confía en su competencia… De nuevo los mensajes cortos de estado de las redes sociales son una fuente importante de formación de opinión (no sé si de juicio fundamentado) sobre la potencial competencia de las personas sobre un tema en cuestión.

Aquí se observa un asunto interesante: todo lo anterior es fácil cuando de quien hablamos es de un consultor, un investigador o un trabajador independiente 2.0, porque tanto si lo es por naturaleza como si lo hace por estrategia, actúa en esos ámbitos abiertamente (es parte de su «negocio»).

Pero cuando hablamos de un profesional «del otro lado», de la parte «contratante», la cosa se complica. Y cuando afrontamos una relación P2P… con frecuenza los comienzos son casi una cita a ciegas, aunque lo que se pone en juego en los inicios suele ser tan irrelevante que tampoco importa demasiado.

A ver… no es oro todo lo que reluce en el primer lote… Seguro que encuentran con facilidad críticas a empresas u organizaciones en internet, pero, salvando la especie de los «animales mediáticos»… ¿recuerdan haber visto críticas a la competencia de un trabajador independiente 2.0 en la red? ¿Será que ésta es de naturaleza pudorosa?

No, ¿verdad?…

Las redes sociales profesionales nos dan con frecuencia, además, otro elemento clave: un completo CV. En qué empresa trabaja, cuál es su puesto actual, por qué otros puestos y empresas ha pasado, cuál es su formación académica… incluso recomendaciones profesionales, aunque sean de dudosa fiabilidad por el filtro de la amistad con que muchas veces se elaboran. En términos de contratar a una trabajadora del hogar… digamos que tenemos numerosas «referencias».

Eso sí… sólo son eso: referencias. Sólo tendremos un juicio fundado de competencia cuando compartamos un proyecto.

Como en la vida llamada «real». Aquí no hay diferencias.

Reflexiones: confianza 2.0 / vulnerabilidad

confianzaAdvertía en mi post anterior que la segunda parte del libro de Rafael Echeverría sobre la empresa emergente incidía en la confianza como su necesaria emocionalidad dominante.

Hablemos de ello… y de qué pasa con la confianza en lo 2.0. Pero en la noción del trabajo, de la empresa y de las personas «abiertas», no sólo en los aspectos más tecnológicos que pueden soportarlos.

Voy a dedicar una serie de posts a todo ello, porque me parece una de las claves del trabajo del futuro. Soy consciente de mi atrevimiento por ser un novato, un recién llegado, como quien dice, a este mundo «dospuntocerista», pero trataré de aprovechar la ventaja que me da el no haber perdido aún del todo la virginidad de mirarlo aún casi todo desde el asombro, con ojos aún no amaestrados.

A fin de cuentas y como veremos a continuación… arriesgarme a caer en la ingenuidad o en la obviedad es el primer paso que debería dar para generar confianza.

vulnerabilidad3En efecto, según Echeverría, para que la confianza surja en un equipo (o entre dos personas) se necesita un ingrediente fundamental: mostrarse vulnerable.

No esconder las que consideramos nuestras debilidades, porque es precisamente el hecho de no establecer defensas lo que mejor demuestra desde los hechos que estamos preparados para co-operar, que asumimos que nadie querrá obtener ventaja de nuestra debilidad y que nosotros renunciamos a hacerlo con la de los demás compañeros de viaje.

Pero establecido ese ánimo como base de la confianza, para Echeverría la vulnerabilidad no es suficiente. Señala además tres juicios que necesariamente tienen que estar presentes para que la confianza sea la emocionalidad dominante en un proyecto compartido:

  • responsabilidad;
  • sinceridad;
  • competencia.

Si alguno de estos juicios es negativo sobre cualquier persona con la que debamos compartir objetivos, la confianza no germinará o se verá irremisiblemente dañada y el rendimiento del equipo seriamente comprometido más allá de las capacidades individuales.

Sirva esta introducción para abrir mi reflexión sobre cómo estas distinciones funcionan de igual modo… o cambian en el entorno 2.0. Veamos. Comencemos por la vulnerabilidad.

¿Por qué la gente adopta frecuentemente segundas personalidades en la red? ¿Por qué los nicks inundan foros, comentarios de blogs y redes sociales? ¿Por qué ocultar o maquillar la propia imagen?

miedo2Mi reflexión me conduce, a veces directa o a veces indirectamente, a una respuesta básica: por miedo.

Con matices, claro… pero por miedos… que adoptan innumerables formas, fundamentalmente motivados por la defensa de la imagen pública y de no tener que arrostrar consecuencias no deseadas en la vida real.

Algunas actitudes relacionadas:

  • Tirar la piedra y esconder la mano. Una identidad oculta me permite, por ejemplo, mantener mi imagen socialmente reconocida impoluta… y al mismo tiempo, en ese segundo plano:
    • mostrarme intelectualmente transgresor con los convencionalismos sociales, con la política, con la religión, con el sexo, con las leyes…
    • mostrarme irónico, sarcástico o mordaz, criticar o atacar ferozmente (muchas modalidades disponibles) a personas, empresas, marcas, instituciones…
  • Oxígeno. Sacar fuera características personales que hemos «aprendido» a arrinconar «porque la vida nos endurece»… pero que seguimos llevando dentro:
    • ternura, sensibilidad;
    • solidaridad, compromiso…
  • Sin-vergüenza (no confundir…). Intervenir, opinar de todo y sobre todo: nadie sabe que soy yo. No me siento incompetente o no me importa porque nadie se entera.
  • Delinquir. Algo más viejo que el tiempo. Por lo que se llegaron a prohibir desde la capa española hasta los disfraces de carnaval.

Naturalmente, la lista es incompleta, no era mi intención ser exahustivo: dejemos a psicólogos, investigadores o filósofos que hagan su trabajo, que no es el mío.

Pero en realidad, todo podría mezclarse en el origen: miedo a consecuencias no deseadas.

blog1Ser blogger tiene por eso, en la mayoría de los casos, un plus de positividad: la mayoría muestra su verdadera identidad. Hay quien incluso lo disfruta en comunidad, como hace Julen Iturbe cuando habla de su otro first life. La autenticidad transpira entonces mejor entre las letras de los post.

Aunque el blogger mantiene el control sobre los contenidos, lo que dice va configurando su identidad pública, la que le condiciona al relacionarse con el mundo. Se arriesga a la crítica, al fracaso o al desinterés (que no sé qué es peor según quién). Cómo reacciona a los comentarios (al hecho de que existan y a lo que dicen), qué enlaza, qué le preocupa, de qué se ríe, frente a qué se irrita… todo eso es mostrarse, abrirse, ofrecerse como blanco de juicios ajenos. Alimenta confianza.

El crecimiento de las redes sociales profesionales, lo admito, me admira. Porque ahí la identidad es también la real y las personas participan en ellas literalmente desnudando su competencia (las que participan, claro)… y algo más: inevitablemente construyen imagen de la empresa para la que trabajan, lo quieran o no. Aunque todo el que le lee a alguien sabe que es una intervención personal, referenciarlo mentalmente a su empresa es inevitable, a mi modo de ver (y paradójicamente creo que no sucede en los blogs, no me pregunten por qué).

linkedinAquí hay que diferenciar a quienes hacen uso profesional de las redes sociales como herramienta de marketing para su negocio, de quienes tratan de usarlas para trabajar en cooperación. Son éstos quienes me tienen admirado. Creo que es el mejor ejemplo (aunque más escaso de lo que aparenta) de auténtico 2.0 relacionado con la empresa.

Y de un calado similar, a pesar de estar sometido a mayores dificultades y ser menos popular, que otras actividades «dospuntoceristas» normalmente destacadas y relacionadas con la vida social, política o económica de la propia sociedad.

El crowdsourcing y la open-innovation merecen comentario aparte en lo que se refiere a la confianza, así que dejémoslo por ahora.

El resto de foros y redes sociales… son con frecuencia otro cantar, ¿no creen?

Me viene ahora a la mente el comentario de Deiane a mi anterior post. Hago otra pregunta: ¿han admitido en su cuenta de Twitter a algún follower que no se identifica y que, además… nunca escribe ningún tweet? ¿Alguien me explica por qué… siendo, a fin de cuentas, un acto de confianza ciega?

No me importa que la gente use un nick. Incluso le veo algunas ventajas… y es divertido. Pero no me gusta la gente a quien, tras dedicar algunos minutos de búsqueda, soy incapaz de identificar en su first life. Mucha preocupación por ocultarse y una situación de desequilibrio entre su situación y la mía que no me parece admisible ni de justicia. Es gente en la que no confío, porque la confianza, o es mutua… o no es.

Claro que en lo 2.0 está también el ámbito de lo puramente lúdico, donde el miedo no aplica (o no lo parece) y son la seducción, el narcisismo, el voyeurismo o el simple juego los que a veces ocupan su lugar. Pero eso escapa a lo profesional.

Si quieren seguir este hilo que promete alargarse… vuelvan. Por aquí nos encontraremos. Pasen… y opinen.

Libros que inquietan: «La empresa emergente, la confianza y los desafíos de la transformación»

empresa-emergente

Conocí a Rafael Echeverría en 2004, en el marco de un intenso programa de aprendizaje denominado The Art Of Business Coaching (ABC) conducido a través de su empresa Newfield Consulting.

Creo que dije ya en un post anterior que tendría que hablar algún día de este programa, pero… hoy tampoco va a ser.

Sí voy a adelantar que la base de la propuesta de Echeverría es una concepción ontológica del ser humano que ajusta su condición de ser lingüístico como esencia diferencial: «el lenguaje nos constituye».

Sobre esta base filosófica y tres principios que considera ontológicos, Rafael Echeverría profundiza en el dominio de las competencias conversacionales como clave de productividad del trabajo de conocimiento.

En el libro «La empresa emergente, la confianza y los desafíos de la transformación«, aborda precisamente este asunto, recorriendo con sencillez y meridiana claridad la historia reciente del problema de la productividad.

Partiendo de la estructura de la empresa tradicional, adaptada al objetivo de búsqueda de productividad en un trabajo manual (resuelta por Taylor primero a nivel de individuo y luego por Ford para las tareas de coordinación), analiza las causas de su crisis actual por efecto de variables externas e internas (cambios en el carácter del trabajo y en sus mecanismos de regulación).

transformacion

Echeverría habla así de que nos enfrentamos a un doble carácter en la transformación de las empresas, aún no resuelto, que supone rediseño de su modelo básico de organización.

Plantea que la clave estará de nuevo en cómo resolver el problema de la productividad, aunque ahora del trabajo no manual, del trabajo de conocimiento. Y la tarea asociada a este tipo de trabajo, al contrario que antaño… ya no es obvia.

Drucker nos aproxima a la reflexión con la distinción entre trabajo físico y trabajo de conocimiento… y Echeverría nos conduce hasta la identificación del trabajo no manual con aquél que utiliza el poder transformador de la palabra.

 Un trabajo en el que identifica tres dimensiones:

  • la tarea individual;
  • las actividades de coordinación;
  • el trabajo reflexivo de aprendizaje.

La empresa, ente relacional donde el valor se crea por interacción, necesita de personas conversacionalmente competentes para responder al problema de la productividad. En las tres dimensiones.

Si quieren entender con sencillez la trascendencia de todo esto, les recomiendo que lo lean.

Se hace fácil.

El libro tiene una segunda parte en la que aborda el lado emocional: una empresa de la naturaleza de la que intuimos no puede sustentarse en una emocionalidad diferente a la confianza. Echeverría desmenuza la confianza y los juicios en que se sustenta.

Pero de eso… hablaremos otro día.

«La empresa emergente, la confianza y los desafíos de la transformación«. Rafael Echeverría, 2001. Ediciones Granica. ISBN: 950-641-301-0