Tras la condición básica para la apertura que es mostrar honestamente dominios de vulnerabilidad y una vez analizado cómo se constituye el juicio de competencia en las redes y en el trabajo en cooperación a través de ellas, el juicio de sinceridad centrará la atención de este tercer post sobre la confianza en lo 2.0.
Sobre la sinceridad de un individuo que se coloca como nodo de una red… sinceramente no hay posibilidad de formarse un juicio sobre ella hasta no haber compartido un proyecto con él (mmm… ¿sólo uno?).
Cierto que hay factores que ayudan a que nos formemos una idea de alguien en este concepto: la red nos permite revisar el pasado de una persona activa en ella, contrastar identidades alternativas, a veces en parte olvidadas por su dueño, pero que recogen fragmentos de personalidad que deberían mostrar al menos una coherencia básica.
Pero es que cuando hablamos de un uso profesional de la red, ligado a lo que hoy conocemos por empresa, el «marketing» corporativo (y el personal) tienen un papel muy relevante.
En este territorio a la sinceridad le tiemblan las piernas, flaquea con demasiada frecuencia ante la oportunidad del negocio.
Y me temo que este factor va a ser creciente, porque los pioneros open habrán consumido en breve, me temo, la reserva de acción virginal y comprometida que estaba disponible: no veo motivos por los que la sinceridad en la red, desde la dimensión profesional-empresarial, no vaya a estar sometida a los mismos egos, intereses mercantiles y tácticas y estrategias de negociación y marketing que la actividad del mundo físico.
Y por tanto y siguiendo a Murphy… ocurrirá.
De hecho, ya ocurre. Si no se han encontrado, sin tener que esperar mucho, con alguna intención mercantil inicialmente oculta tras una solicitud de amistad en FB de un desconocido con un buen perfil de profesional independiente, por ejemplo… pues es que han tenido suerte.
Y cuando quienes se enfrentan a la red no son personas independientes, sino sujetas a una estrategia de empresa o directamente representantes de las mismas, la situación puede ser aún peor. Ya dije que el crowdsourcing y la open-innovation como caso particular merecían un tratamiento aparte, así que analicemos como juega el juicio de sinceridad en otros tres ámbitos:
- formación de opinión y creación o defensa de imagen corporativa;
- gestión de procesos operacionales;
- búsqueda de información, vigilancia e inteligencia competitiva.
1. Formación de opinión y creación o defensa de imagen corporativa.
La imagen corporativa es un objetivo falaz por naturaleza. Cuando se trata de mantenerla es inevitable un esfuerzo por extender los aspectos más positivos y por ocultar o minimizar el impacto de los negativos. Es una tarea de empresa dirigida siempre hacia el exterior que, en sí misma, no tiene nada de «open».
Pero afecta a quienes trabajan «open» en el terreno de la opinión sobre ella o sobre las marcas y el mercado de consumo (bloggers o periodistas, digitales o no), porque les influye aunque no quieran, cómo la empresa en cuestión trata su opinión, sus fuentes y sus redes… si decide hacerlo.
Sobre todo si trata de poner en cuestión la competencia de un blogger, por ejemplo, para juzgar una situación, o su capacidad para dar una visión veraz, honesta o independiente. O por el contrario si lo que trata es «comprar» al blogger y a su comunidad de seguidores incluida, para favorecer subliminalmente los intereses de la firma…
Conozco por referencias directas a una persona que tiene un curioso modelo de negocio: (a) busca una iniciativa privada de gran envergadura e impacto social, localizada en un área geográfica limitada; (b) crea un blog favorable a la iniciativa y construye comunidad a su alrededor; (c) trata de vender el blog a la empresa que lidera el proyecto, comunidad viva incluida… ¿Qué les parece?
Bordeamos el territorio de la ética y supongo que a estas alturas nadie se engaña: este juego existe.
La manipulación interesada de la información y de los informadores es parte del juego de algunos hace mucho tiempo… y será inevitable. Como la vida misma.
De momento, las empresas de producción industrial aún no están ahí. Sus mercados no están fuertemente condicionados por la opinión pública de sus consumidores, pocos y especializados. Además (y por desgracia para estas empresas) aún no han aprendido a co-operar y mucho menos a explotar las oportunidades del trabajo 2.0 ni a entender el valor de abrirse y de trabajar en red.
Pero están comenzando a aprender. Y cuando lo hagan, me temo que también trasladarán traducciones de los vicios de hoy, porque la condición humana es así de compleja. La tentación del control no es algo que podamos obviar… y no lo olviden: el bien, sin pasión, es menos creativo que el mal.
2. Gestión de procesos operacionales.
Hablamos aquí fundamentalmente del uso de redes sociales y foros para mejorar y extender la gestión de los procesos principales de una organización. Para comprar, vender, buscar y seleccionar personas, identificar a un proveedor de formación… Es necesario distinguir entre lo que supone facilitar el trabajo de una persona dentro de una organización y lo que significa generar un beneficio económico directo para la misma.
En el primero de los casos, las relaciones son normalmente P2P.
Aunque cada parte de la conversación actúe en función del interés derivado de sus funciones laborales y no de las apetencias particulares, el sentimiento que se establece es el de cooperación entre personas, de ayuda. La conversación entre iguales surge de forma natural.
Pero si el resultado de la interacción es un beneficio económico evidente para una empresa, entonces la emocionalidad de la conversación cambia y personajes como el recelo, la justa compensación del intercambio y la negociación se invitan a la mesa. Lo que sucede entonces es que las tácticas clásicas del comercio se introducen en el menú, y la sinceridad deja de ser un supuesto que nadie cuestiona.
Incluso la capacidad de iniciativa que una persona está dispuesta a desplegar se ve afectada: su disposición a ser audaz, a arriesgar el control de la transacción, sufre. Fundadamente, claro está… porque la confianza no se sustenta. Cierto que, al final, todas las interacciones en la red se dan entre personas y precisamente por eso, creo que podemos encontrar una luz: la formación de comunidades.
Si alguien encuentra, a través de sus contactos en una red profesional, un contacto interesante de compra, por ejemplo, puede obtener una información valiosa sobre una nueva fuente de suministro o sobre un nuevo proveedor. Pero quien suministre esa información no sabe si recibirá algo a cambio: ¿qué sucederá si quien cede sus fuentes, una y otra vez, no encuentra compensaciones?
La adscripción a una comunidad en la que es visible el intercambio frecuente y en múltiples sentidos de información relevante es una salida efectiva. La aparición de redes sociales verticales, especializadas (incluso de nicho en mercados de gran dimensión), es una respuesta a la búsqueda de garantías en el terreno de la confianza… y en concreto en el de la sinceridad.
3. Búsqueda de información, vigilancia e inteligencia competitiva.
Este ámbito de trabajo de las organizaciones cubre la vigilancia del mercado, de los competidores, de la tecnología, de factores demográficos y sociales, de la opinión pública, de la economía, de la legislación… o hasta de algunos aspectos de la política. Todo depende de la actividad propia de la organización. Todas las organizaciones, de una u otra manera, tácita o explícitamente, lo hacen… o deberían hacerlo.
La pregunta sobre la fiabilidad de la información a la que podemos acceder libremente, o lo que es lo mismo, sobre la sinceridad de sus fuentes no tiene una respuesta más que la obvia, en función de las características de transparencia que rigen cada uno de esos mundos informacionales, en muchos casos parciales o interesados.
Pero resulta especialmente sorprendente la cantidad y calidad de información tecnológica contrastada que es accesible a través de la red, bien directamente, en webs especializadas, o bien a través de contactos hechos en redes profesionales que te abren las puertas de páginas más reservadas, o incluso de acceso restringido.
Intuyo, por lo poco que conozco, que el mundo de la investigación científica y tecnológica tiene zonas más abiertas de lo que normalmente pensamos. En ellas, la sinceridad es además omnipresente para aquello que es objeto de intercambio o cesión.
Con relación a la vigilancia del mercado, dado que la información contrastable es de dudosa fiabilidad o está al alcance de cualquiera que pueda pagarla, cada vez es más importante la atención a las «señales blandas», territorio que le es propio a lo 2.0.
La inteligencia competitiva ya no se basa en el acceso a la información, ni siquiera a esas «señales blandas» que mencionaba, sino a la capacidad de interpretar, de entender significados y, sobre todo, de transformar esa interpretación en acción efectiva.
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La sinceridad, en un entorno que comienza por admitir que las personas puedan actuar desde identidades ficticias y donde las identidades de personas y organizaciones pueden ser fácilmente suplantadas o manipuladas, es un fenómeno en permanente cuestión.
La libertad que nos da la red, está permitiendo flujos de opinión y de acción colectiva extraordinarios. Pero a nivel de intercambio profesional… ¿puede sustentar por sí misma relaciones de confianza? ¿Cómo lo ven?