Mes: octubre 2012

Reflexiones: resiliencia a relevos

Hacerse mayor tiene por virtud el que uno puede reconocer en su actividad profesional momentos ya vividos… desde el otro lado de la barrera.

Cada poco tiempo, uno tiene la posibilidad de observar cómo una persona incorporada a la empresa en generaciones posteriores intenta poner en marcha un plan de mejora, con el objetivo de poner «patas arriba» una situación de rendimiento insuficiente, o de poner orden en un ámbito en el que las cosas distan mucho de estar como debieran estar.

No se trata, en muchas ocasiones, de introducir grandes innovaciones disruptivas en el quehacer de la empresa.

Todo lo contrario.

Los proyectos a los que me refiero son fundamentalmente adaptativos, con objetivos que tienen mucho que ver con ese «hacer las cosas bien de una vez por todas», muy cercanos a los buenos propósitos de cambio de comportamientos a los que nos hemos enfrentado casi todos al menos alguna vez a lo largo de nuestra carrera profesional… al menos una vez cada año. 😉

Uno ve a uno de esos gestores o técnicos aún a mitad de la escalera, buscando información, acudiendo a talleres de trabajo, cursos y conferencias relacionadas con el asunto, planificando el proyecto, consiguiendo aprobaciones y medios, tejiendo compromisos… y se reconoce a sí mismo o a los compañeros de otras épocas recorriendo un camino paralelo.

Es que esta vez sí… esta vez lo vamos a hacer bien… ahora tenemos las herramientas precisas… 🙂

La verdad es que, cuando veo uno de estos proyectos que se acometen con la misma ilusión y con similares ganas con que se acometieron (con ese disfraz o con otro parecido) en numerosas ocasiones en etapas pasadas de mi vida profesional, lo que siento es una mezcla de cansancio, comprensión, ganas-de-contar-cuentos-de-abuelete… y también curiosidad, no-sea-que-esta-vez-sea-que-sí, combinación a su vez de ingenua expectativa y quizás de pequeño orgullo herido.

Pero hoy, además, me ha parecido que éste es un mecanismo muy eficiente para sostener en el tiempo proyectos adaptativos, esos que requieren de aportaciones periódicas de gasolina para que no se pare el motor. Piensen en prevención de riesgos laborales y en ese propósito repetido cada cierto número de años de volver a evaluar todos los riesgos de todos los puestos para hacer una puesta a cero del sistema en condiciones y luego hacer las cosas bien. O con ese propósito reiterado de rediseñar el sistema de auditorías para relanzarlo y que nos sirva para algo por fin. O con esos proyectos de orden y limpieza, de 5S, que necesitamos hacer para construir la base sobre la que edificar luego la mejora…

Cada vez que alguien asume un proyecto de esta naturaleza recibe el feedback de los intentos precedentes, diseña conversaciones para salvar la desidia de quienes ya lo vivieron sin éxito en ocasiones anteriores, e intenta definir las claves de proyecto que hagan que esta vez sí termine implantado.

Es más, las explicará y contará cuáles fueron los errores que se cometieron (o que cometiste) en el pasado. Incluso, si te dejaste el pellejo en el intento, puede que «te toque las narices» el asunto…

Y tú lo entenderás o no lo entenderás, lo compartirás o no lo compartirás… pero en el fondo sabrás que lo más probable es que vuelva a pasar.

Y dará igual el examen analítico que se haga a posteriori de las razones, porque las verdaderas nunca serán técnicas. Simplemente, la condición humana demostrará de nuevo su tozudez, siempre más allá de la lógica racional de los planteamientos gestores.

Pero son proyectos necesarios, ¿verdad?

Las empresas necesitan mantener al menos un nivel mínimo porque viven de la eficiencia de sus procesos, requieren que, en cada intento, al menos quede un cierto poso en los comportamientos que permita construir sobre cimientos tolerables.

Pero díganme… si han pasado por varias etapas diferenciadas en su vida profesional… ¿no les parece cansino volver la vista a sus preocupaciones de hace años, aunque el nuevo intento tenga una factura de proyecto impecable?

Pues para evitar que ese cansancio generacional ahogue nuevos intentos es por lo que hoy me ha parecido hasta saludable que, cada responsable nuevo, cuestione el trabajo precedente… incluso si ese cuestionamiento fuera injusto.

Porque es imprescindible que una nueva generación pueda seguir manteniendo el tipo, aunque fuera haciendo lo mismo que ya se hizo con anterioridad.

Hace ya años que la palabra resiliencia se asentó en nuestro vocabulario empresarial, pero ésta que menciono es una forma en que las organizaciones se dotan de ella, que todos conocemos pero de la que hasta ahora no me había hecho consciente: el relevo continuo en el intento, que impide que nos aburramos hasta la saciedad de persistir en ello.

El día de la marmota en versión cine.

Así, en la perspectiva de los años.