Reflexiones: la empresa no está

O no está, o se esconde, porque yo desde luego no la encuentro.

Verán…

Hace algo menos de un año conté por esta casa que iba a comenzar a escribir sobre asuntos de innovación, una vez que la palabra ya se estaba desgastando y que las realidades comenzaban, en paradójica contrapartida, a materializarse de verdad.

Innovación desde varias perspectivas de la gestión empresarial, pero especialmente en la más estratégica: en la forma en que las empresas se dotan de mecanismos que las capacitan para reinventarse dinámicamente mediante sistemas y comportamientos organizativos que se reorientan para hacer posible que ocurran en el tiempo cambios sustanciales.

Poco después escribí dos posts que considero realmente relevantes para la gestión empresarial actual. El primero de ellos, titulado «Reflexiones: modelos de atención estratégica«, desgranaba dos formas antagónicas de entender los mecanismos de atención estratégica para identificar y desplegar iniciativas de caracter transformador. El segundo, titulado «Reflexiones: inteligencia y acción en la empresa«, exponía los tres componentes que, a mi juicio, son imprescindibles para que una empresa pueda afirmar que dispone de un sistema de inteligencia competitiva como forma de decidir y conducir iniciativas de caracter estratégico en su organización.

Pues bien… déjenme decirles que a casi nadie le han interesado demasiado.

A lo mejor es que los artículos eran malos, pero el caso es que, más allá del tiempo de permanencia en la lectura de cada uno, lo que los números dicen es que no han atraído ni visitas.

El primero de ellos ha recibido en 9 meses un total de 172 visitas (55 sindicadas) y el segundo solo 125 (48 sindicadas). Al menos 30 artículos de este blog han recibido en ese periodo más visitas y alguno de ellos ha sobrepasado las 1.000.

Si se toman la molestia de acercarse a esos dos posts, verán que contienen ideas muy simples. Quizá lo que pasa es que son tan simples que una lectura rápida las califica fácilmente de simplonas, pero sinceramente creo que no son obvias ni frecuentes de encontrar y que a unos ojos entrenados por años de hacer empresa no le deberían pasar desapercibidas.

Así que, vistos los números, mi reflexión se abre a tres únicas hipótesis:

  • la primera es que soy un arrogante, un pretencioso ignorante que cree importantes aspectos empresariales que a nadie le descubren nada, que piensa que ha llegado a algunas conclusiones que merecen ser contadas tras una vida laboral superior a los 25 años, pero que en realidad no son más que lugares demasiado comunes que no aportan nada a nadie;
  • la segunda es que casi nadie con responsabilidades en la gestión estratégica de una empresa se pasa por aquí porque no he encontrado el barrio adecuado en el que abunden gestores intercambiando sus experiencias, aprendizajes, dudas y conocimientos sobre su trabajo; o sea, que ese barrio existe, pero que no estoy en él;
  • y la tercera es… que no hay ningún barrio así, que aunque la empresa se esté abriendo, el conocimiento que antes circulaba solo por dentro cruza ahora puentes que se construyen entre cada dos casas, pero que no acaba de salir a la calle.

Me perdonarán la inmodestia, pero creo que estamos en el tercer caso. Pienso honestamente que el grado de apertura del conocimiento en las empresas está avanzando, pero que siempre se produce en canales protegidos donde se busca un win-win… o un win-win-win si hiciera falta. O sea, open pero con entrada… 😉

Las empresas cuentan cada vez más cómo abordan sus problemas y cómo se enfrentan a la incertidumbre. Lo hacen exponiendo en público lo que consideran sus éxitos, o intercambiando sus preocupaciones e incluso conectando sus activos en «clubs» privados y restringidos que son cada vez más frecuentes (como éste, éste o éste).

Pero echo de menos a las personas.

Porque las personas no solo hablan de proyectos o activos empresariales consolidados. Las personas dudan y reflexionan, filtran desde su experiencia lo que observan y lo que les sucede, aprenden y rectifican, critican y recomiendan sobre lo que observan o escuchan de otros… Las empresas son 2.0 porque las personas que las habitan lo son… y también en negativo.

Creo que hay aún muy pocos gestores y directivos de empresa que hayan llegado a la conclusión de que contar todo ello en la «calle web» tiene valor, que es una forma de ordenar las ideas propias, contrastarlas con otros a quienes no podrían llegar a conocer, observarlas desde otros prismas y en definitiva enriquecerlas y convertirlas en verdaderos apoyos para la acción.

Tal vez haya razones, no se me escapa: el mundo empresarial es intenso, el tiempo es especie en extinción y el escaso disponible se orienta hacia esos canales win-win de los que hablaba antes. La búsqueda de la eficiencia también en las conversaciones, entendidas así como proceso de negocio y no como ruta por la que el negocio puede asomar.

Pero el caso es que, en el ámbito de gestión, solo los profesionales de las empresas cuyo producto consiste en ayudar a otras empresas a hacer las cosas que tienen que hacer (los consultores) se «muestran» en sus blogs y cruzan su capacidad de observación en la red. Y claro, se quiera o no, en este caso tener presencia en la red es una acción comercial… o al menos convendrán conmigo en que es «también» una acción comercial.

De los otros, de los que no reciben ningún rédito visible por mantener una presencia en la red… no encuentro ninguno en mi lista de feeds.

Bueno… quizá quede alguno… pero ha dejado de escribir.

Concluyo: la empresa, o al menos la empresa productora de bienes tangibles, no está en la red salvo la excepción que suponen los grupos de LinkedIn que son activos en compartir artículos y mantener vivo el debate.

Hay infinitamente más bitácoras técnicas y tecnológicas que de responsables de gestión. También de divulgación científica.

Pero del mundo de la empresa… un poco de marketing, algo de recursos humanos… y hasta ahí llegamos, porque ¿cuántos directores de compras, de recursos financieros, de investigación y desarrollo, de calidad y sistemas de gestión, de planificación, de ingeniería o de producción comparten su experiencia profesional en la red mientras están en activo? ¿Cuántos gerentes o directores generales contrastan públicamente su concepto de la diversificación o de la reflexión estratégica de las organizaciones?

No es necesario divulgar ningún secreto empresarial por conversar sobre el concepto empresa.

Son ya muchos años y la empresa sigue sin estar… o yo no la encuentro. No la veo compartiendo conocimiento en wikis o en blogs, ni la veo en sus comentarios. Tampoco abunda como individuo que comparte en Twitter enlaces de interés profesional.

¿Sólo queda la conversación asíncrona de las redes sociales profesionales?

Pues me parece fría y muchas veces muy superficial.

A lo mejor es que, como escribía hace poco, no estoy en el ecosistema adecuado, pero hoy por hoy… pienso que no se trata de eso.

22 comentarios

  1. Coincido en muchas de tus reflexiones. ¿Por qué narices no se conversa? Pues es una pregunta complicada. Yo creo que hay 2 temas que pueden influir:
    1- Pensamos que escribir y comentar no sirven para nada (o para muy poco)
    2- Existe la creencia -en mi opinión errónea-de que cuando escribes, expones tus reflexiones, y por tanto tu conocimiento, y cualquiera puede apropiarse de ese conocimiento.

    Y sí, los consultores escribimos -entre otras cosas- para vender.

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    1. Para algunos directivos, contar abiertamente sus experiencias y opiniones sí puede ser sentido como una vulnerabilidad para su posición o su capacidad de influir internamente… y quizá para las generaciones más maduras sea algo en cierto modo natural. Sin embargo (y sin asegurar que el factor generacional sea relevante, que tiendo a pensar que no lo es), no se está produciendo curva alguna de aprendizaje en las sucesivas generaciones.

      Yo creo que es más bien algo cultural de la forma de entender la empresa que ha prevalecido durante años y años. Entender que la apertura o el cierre, como cualquier otro elemento que en cada momento condicione la forma de hacer empresa, es algo «privado», para resolver «en casa». Incluso la apertura entre dentro de las reglas del sistema, en esa forma de «puentes» que menciono en el post.

      Gracias por comentar, Aitor. Un abrazo.

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    1. Gracias, Manel.

      En el fondo no hago más que reconocer que las empresas se siguen moviendo por intereses, entre los que ahora se encuentra conectar. De ahí esa apelación a las personas que hacen posibles las conexiones y mi desazón por que se acomoden en exclusiva a los intereses de empresa y porque otros modos de entender el trabajo no acaben por germinar.

      Un abrazo.

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      1. Cierto, de hecho cualquiera de las razones que das en el post puede ser cierta ante el peso de la evidencia. Te parecerá una tontería pero a veces he llegado a pensar que se debe a que realmente no gusta lo que se hace, en serio, como si se vivieran las jornadas laborables como aquello que ha de terminar y de lo que apetece olvidarse y desconectar en vacaciones. Y es como si esta forma de vivirlo fuera, realmente, uno de los indicadores de adultez profesional, de un #nomevengascondisgresionesqueyanoestoyparaeso que delatan el hallarse en una zona de confort de lo que no apetece moverse. Esto de la conversación 2.0 y del aprendizaje extendido no ha terminado de cuajar en la empresa, en un #eldianodaparatanto se relega estas prácticas a geeks o a perfiles profesionales “raros”. La empresa de siempre, la que más abunda, sigue cerrada a cualquier conversación CO-loquesea con nadie que no esté dentro y ni aún así. Y esta cerrazón de alguna manera imprime un carácter en la “genética” de las personas…me viene a la cabeza este vídeo.

        En una cosa discrepo, al menos en mi caso: mi presencia en la red no es exactamente “comercial” o como dice Aitor, no es para “vender”. En todos estos años de blog y de comentar [básicamente en blogs de otros consultores], no he “vendido” nada. Si fuera por eso ya lo habría dejado hace tiempo. Mis motivos son otros más orientados a mi gusto por explicar cosas [ya viste que me encanta hablar…] y, sobre todo, para estar presente y aportar valor a aquellos con los que “ya colaboro”. También me ha servido para darme a conocer y poder tener, por ejemplo, la satisfacción de tomarme una cerveza contigo como si no fuera la primera.
        Un abrazo,

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        1. En tu caso, lo de la no-venta lo sé… Cuando menos, tu labor «comercial» no es de «venta». Esa imagen de tomarse una primera cerveza como si lleváramos 30 años de confidencias entre rubias, negras y tostadas… es perfecta, compartida y apreciada. 😀

          Y eso… que me has clasificado como «perfil profesional raro»… 😉 (cosa que ya sabía y me sienta bien): una persona que me es muy cercana cuenta que, de pequeña y al tratar de que su padre le diera permiso-para-no-sé-qué, le dijo lo de «eso es lo que hacen todos, es lo normal», a lo que su padre respondió eso de «hija mía, nunca he pretendido que fueras una persona normal». Pues eso…

          Gracias por volver y comentar, Manel.

          Un abrazo.

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  2. Fantástico video el que compartes cumClavis. Yo también pienso que todavía existe una forma de entender el trabajo algo anticuada. Pero por otra parte, me parece muy normal, porque lo más común (no me gusta utilizar la palabra normal), es que la gente no se divierta en el trabajo. Y lo que es aún más grave, se confunde ser serio en el trabajo con trabajar con seriedad.
    Entiendo vender en un sentido amplio y positivo. Dejarse ver, conversar, conocerse. ¡Esa es la mejor venta! (yo tampoco he vendido nada vía web, ¿o sí?)

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  3. Tienes razón, Jesús. La empresa no está. No estamos. Pero si te soy sincera, no me extraña para nada. Los que están… ¿para qué (que no por qué) están? Estaría bien conocer la respuesta, puesto que probablemente nos daría pistas de por qué no está la empresa: quizás los para qués no compensan.

    Esto por una parte, y los ecosistemas que el tipo de empresas en las que trabajamos generan; esas que no permiten otras maneras de entender el trabajo.

    Y yendo a razones más terrenales, encuentro que a la peña, la gran mayoría, no le gusta escribir. Ni una frase!

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    1. Yo te puedo responder por qué estoy… pero no para qué, porque no tengo ningún objetivo funcional, o no me lo encuentro (como a la empresa). Quizá tú puedas responder mejor por qué no estás, ya que no tiene sentido (si no estás) preguntarte para qué no-estás.

      Menudo nudo… 😀

      Pero me niego a asumir que todo lo que hacemos los humanos tenga un «para qué», porque eso significaría que solo hacemos cosas por necesidad. Al menos, la pregunta «por qué» puede tener respuestas como «porque sí», «porque me apetece», «¿y por qué no?», «porque está ahí», «porque no»… o «porque creo en ello». No siempre, pero a veces son respuestas que me valen.

      Yendo al mundo de los intereses empresariales, sí podría responderte algunas cosas a ese «para qué», pero probablemente sonarían a tópicos ya muy conocidos, porque hasta que no se prueba con insistencia, incluido el sobrepasar la depresión posterior a la euforia (si se alcanza ese punto), a este asunto no se le coge bien el gusto. 😉

      Y eso… es algo demasiado individual como para luchar contra una simple y cargada agenda.

      Mil gracias por pasarte una vez más y por comentar el post.

      Un abrazo, Deiane.

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      1. Je, je. Lo de los observadores diferentes tiene su puntito.

        Pues yo creo firmemente que todo lo hacemos por un «para qué» y el «por qué» no es más que una justificación del «para qué». Ya sabes, el cuento que nos contamos. Por eso me gustan las respuestas del tipo «porque sí». Al menos no engañan ni autoengañan!

        Otro abracete para ti
        Muack!

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        1. El orden del para-qué y el por-qué de tu lógica puede perfectamente invertirse, hacer de los para-qué una preciosa historia bien armada cuando en realidad lo que había era un simple deseo, una apetencia. Se llama justificar la utilidad de algo… ¿te suena?

          En lo que sí creo es en que en las empresas importa más el para qué (o debería). Es lo que alguno llama «empresa con propósito», pero a cualquiera de sus escalas. Recordarás que en el terreno del liderazgo era una de mis obsesiones… 😉

          Te devuelvo el muack!, que siempre sabe rico. 🙂

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  4. Comparto con lo que dice Deiane: “la gran mayoría, no le gusta escribir” 🙂

    Para que una persona – concretamente gestores y los directivos – “quiera” hacer circular sus ideas por la red (bien posteándolo o bien comentándolo) y que se note que lo hace, a mi modo de entender, se requiere tener varios ingredientes (algunos ya comentados en los comentarios anteriores):

    – Que se interese muchísimo en “una idea” como para reflexionar hasta la saciedad y “sentir” que hay algo que decir al respecto en voz alta sin importar mucho la audiencia ni la acción que pueda generar. No es que no importe esto, pero lo que pesa es “tengo algo que decir” frente a “digo para promover hacia la acción”.

    – Que “la idea” esté relacionada con temas laborales y que la conversación se genere en barrios visibles. Igual hay Gestores muy activos conversando en tema de “innovación”, pero no nos enteramos porque está en otro barrio (te puedo dar ejemplos 🙂 ).

    – Que se sienta cómodo escribiendo. Esto implica tanto la capacidad de escribir de forma fluida y correcta (cosa que, como tu bien sabes, yo no tengo) así como la capacidad de trasladar la idea en texto con el fin de conversar. Reconozcamos, hay personas que se sienten más cómodos una explicación verbal, vía esquema y/o apoyándose en dibujos. Conversar con este tipo de personas es enriquecedor, pero no pidamos que lo haga asíncronamente vía web si no lo quiere…. no lo hará tan bien y lo reconocerá. Hay quienes leen y conversan muchísimo en los foros/conferencias/talleres pero no tiene actividad en red. ¿Te parece esto menos open? Hay buenos conversadores asíncronos pero mal orador y viceversa. No por ello es criticable por falta de apertura de sus pensamientos… o al menos así pienso.

    – Que tenga tiempo. O mejor dicho, que priorice el tiempo de conversación asíncrona frente a otras necesidades. Aquí, nuevamente hay que entender que no todos se sienten cómodos compaginando dos mundos. Hay personas que son capaces – y se sienten a gusto – intercalara conversaciones asíncronas y síncronas convirtiendo en una especie de multitarea… ¿multiconversación? Pero no todos somos iguales.

    En definitiva, antes sí veía mal la inactividad de los gestores y directivos en la red. Pero ahora, mi postura no es tan radical. Ser conversador-reflexivo asíncrono es un tema, no solo de actitud (de ser abierto o no), sino de si esta forma de comunicar forma parte (o puede formar parte) de su manera de ser.

    Por lo que no me parece justo cómo describes el hecho (Qué tajante soy 😀 pero es que siento así).

    Lo que sí, creo que los gestores y los directivos hay que tener cerca a varios conversadores asíncronos, de forma consciente, como fuente de información, de inspiración o de apoyo reflexivo.

    Un abrazo 🙂

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    1. Hola, Yuri.

      No eres la única persona que ha sentido mi post como una crítica, pero no lo es. Solo es un simple lamento.

      Si solo uno de cada 1.000 directivos estuviera activo en la red, contando lo que le preocupa y cómo le va en lo que cada día hace, la blogosfera en castellano sería un espacio de una riqueza increíble. Pero como digo en el artículo, creo que no los hay.

      Y yo lo único que hago es sentirlo, porque es una pena que no esté ocurriendo.

      Dices que hay barrios en que esto ocurre, pero que no estamos. Dices además que puedes darme ejemplos. Pues… ¿a qué esperas? 😉

      Me encantaría encontrar esos sitios en que personas con responsabilidades de gestión en la empresa abren en la red lo que están haciendo, las decisiones que van tomando, las razones para ello y cómo les va. Como digo en el post, no me refiero a consultores ni personas ya retiradas del «trabajo activo». Tampoco me refiero a gente que opine sobre «conceptos». Hablo de personas que compartan su propia vivencia profesional para enriquecerla y para enriquecernos a los demás. Como decía, directores o responsables «de compras, de recursos financieros, de investigación y desarrollo, de calidad y sistemas de gestión, de planificación, de ingeniería o de producción» que compartan su experiencia profesional en la red mientras estén «en activo».

      No hacen falta muchos: con muy pocos, el panorama sería muy, pero muy diferente.

      Pero creo que la empresa no está evolucionando al ritmo que lo está haciendo en otros ámbitos la sociedad… y a mí me da pena, porque creo que sería bueno para nuestras organizaciones, sobre todo porque detrás de ese no-comportamiento hay perfiles y culturas que se desplazan demasiado poco.

      En lo demás… coincido. 🙂

      Mil gracias por comentar de nuevo.

      Un abrazo.

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  5. Hola Jesús:

    Menos mal que pusiste «casi nadie», y espero que este «casi» con el poco tráfico que genera, no sea un mal consejero para dejar el tema. Y no te voy a «regalar el oído» diciéndote que de obviedades y lugares comunes nada, que las ideas que exponías no eran nada simples y que me han dado mucho que pensar, porque creo que de eso ya te has dado cuenta.

    Lo de los “puentes entre casas” es cierto, lo malo es que cuando algunos se den cuenta de que el problema está en el contexto en el que están esas casas, igual ya es un poco tarde para algunas.

    También estoy de acuerdo en que un motivo puede ser la búsqueda de la eficiencia en lo que se hace mientras se pierde de vista “la ruta por la que el negocio puede asomar”. De hecho me gusta tanto la forma de expresarlo que me la copio.

    Respecto a la presencia en la red como acción comercial… pues no entiendo por qué levanta ampollas. Que te conozcan, que sepan como piensas, como reflexionas y dudas, como aprendes y avanzas, es definir tu mercado, justamente ese que no quiere soluciones prefabricadas sino que te pongas manos a la obra con lo que dominas para avanzar conjuntamente en algo.

    También es cierto que cuesta combinar todos los tiempos, que hay mucha vida y mucha conversación 1.0 que a veces deja poco espacio (lo estoy viviendo ahora mismo) pero todo es necesario. Encuentro que en esa queja sobre lo que no ha cuajado en lo 2.0 nos falta el proceso de revisión de las expectativas, y no porque nos hayamos quedado por debajo sino porque se van acoplando a nuestro modo de vivir y ya ni nos damos cuenta. Por poner un ejemplo tonto, es como dejarse crecer el pelo, no se nota hasta que un día comparas con una foto de hace tiempo. Lo que sí se nota es cuando te cortas la melena.

    Hay algo que dices en un comentario que me parece que puede merecer una reflexión específica: “no se está produciendo curva alguna en el aprendizaje en las sucesivas generaciones”. ¿Y si revisamos el concepto de aprendizaje y los indicadores perversos que lo frenan? ¿Y si empezamos por la base de la educación? Creo que hay trajes que ya no nos resultan cómodos. Yo lo dejo aquí, por si acaso. Reconozco que soy adicta al ¿por qué no?.

    Perdón por la extensión. Un abrazo” 🙂

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    1. Muchas gracias de nuevo por tu comentario, Isabel.

      Nada de perdón por la extensión. El post es mío y los comentarios de quien los escribe, faltaría más…

      Yo tampoco entiendo que sea criticable la presencia en la red como acción comercial. Por el contrario, creo que hay mucho que agradecerle porque de quienes lo hacen cada día desde la honesta apertura hemos aprendido mucho. Pero en fin… hay cosas que aún se viven como estigma, parece… 😉

      Tienes razón que en el dospuntocerismo es necesaria una revisión de expectativas. Pero creo que aún es pronto, porque ahora corremos el riesgo de rebajarlas demasiado, quizá. O sea, todo lo contrario que hace un par de años. Creo que hay que dejar que el péndulo recorra aún un par de ciclos para saber qué podemos / debemos esperar de todo esto para las organizaciones empresariales.

      Lo que sí me deja intrigado es tu reflexión final: ¿cuáles crees que son esos indicadores perversos que frenan el aprendizaje?

      Gracias de nuevo y un abrazo.

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      1. Tienes razón Jesús, quizá esa pincelada para la reflexión ha quedado un poco ¿enigmática?, más que nada porque venía de una lectura que dejé anotada y, sin trabajar las conexiones, me salió aquí.

        Se trata de un extracto de «La sociedad desescolarizada» de Ivan Ilich que cuestiona la forma en que hemos burocratizado el aprendizaje. Dejo el enlace (no es largo y creo merece ser leído tal cual). Sin haber reflexionado a fondo todavía, siento que enlaza con lo que me comentas en tu respuesta: “Creo que hay que dejar que el péndulo recorra aún un par de ciclos para saber qué podemos / debemos esperar de todo esto para las organizaciones empresariales”.

        Internet nos está haciendo revisar los procesos, es cierto, pero sobre todo la forma de aprender. Lo que ocurre es que nos regimos por un sistema que reclama la estandarización de casi todo, la “acreditación oficial” de todo lo aprendido. Por un lado queremos que se salten las normas y por otro nos sentimos más seguros dentro de sus cauces. Esas habilidades que son necesarias para que la apertura de las empresas/instituciones avance se siguen catalogando como “blandas” y su desarrollo en el ámbito profesional no sólo no se incentiva sino que el sistema de reconocimiento y recompensas lo frena. En un momento en el que casi todo el mundo trata de sobrevivir, pocos empujan para cambiarlo: dime como me mides y te diré como me comporto. Es tan comprensible como desesperante.

        De todas formas, creo que necesito reflexionar sobre esto porque mis conexiones siguen siendo un poco a machete. 🙂

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        1. Hola, Isabel.

          Texto para reflexionar, sí, pero aunque es cierto que se aprende mejor «metiendo la cuchara» (en algunos asuntos es la única manera), el artículo olvida la perspectiva histórica de la instrucción. La necesidad de las escuelas se explica en su acepción actual por la decisión de elevar el nivel cultural de cada vez mayores masas, hasta alcanzar el nivel universal, pero es el mismo sistema el que luego no tolera desviaciones ni excepciones, porque tiende inevitablemente a la eficiencia de control.

          Y eso es lo que conduce a la exaltación del «café para todos» y, en derivada, a esa provocación que hace Drucker cuando califica a las empresas de fábricas de mediocres… por los sistemas de desarrollo de personas imperantes.

          Internet puede estar abriendo cambios porque el poder está en el individuo… y eso es lo que tendremos que valorar con perspectiva. ¿Despliegue imperceptible o decepción final?

          Un abrazo y gracias por la conversación.

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