Vibraciones: artesanía y masividad

consultoriaartesanaCreo que Consultoría Artesana en Red fue el primer blog que llegó a mi Reader cuando empecé a sindicar contenidos, hace aún menos de un año.

Para mí, Julen Iturbe tiene la etiqueta de maestro blogger porque no recuerdo un solo post suyo que, desde entonces, no haya leído con atención hasta la última letra… e incluso con deleite. Desde su escepticismo frente al management actual hasta sus microrrelatos y sus rincones más poéticos, no me deja indiferente. Cada uno tiene sus gustos y sus querencias y ese blog es uno de los que abro de inmediato cada vez que veo un nuevo título en la lista.

Acaba de publicar hoy mismo «La empresa como factor limitante«, una entrada donde, a respuesta de un comentario de Yuri Noda a un post anterior, se muestra una vez más escéptico respecto a las posibilidades de «resucitar al difunto».

Aburro ya diciendo que soy un recién llegado a este mundo 2.0… pero no a la empresa, un modelo de generación de valor en el que llevo ya 23 años. Así que, sin que sirva de precedente, esta vez voy a decirte que no, Julen, que no tienes razón, que se puede «negociar» una curva pero no una arista.

A pesar de que creer que es posible hacer una empresa diferente tiene momentos de desesperanza, que incluso aumentan según pasan los años, creo que hay que seguir, creo que se puede hacer… y creo que algunos lo harán (aún pienso que «lo haremos»).

Sobre todo, creo que necesitamos que se haga, que no se puede obviar. Julen me ha recordado ya un par de veces que no estoy yo-dentro y él-fuera, que ambos estamos dentro del sistema. Y tiene razón.

Pero espero que ambos estemos en esto de transformar el sistema… y este sistema se basa en empresas y, en una parte muy importante, se va a seguir basando en ellas.

artesaniaMe explico.

«Veo» la consultoría «artesana».

Incluso me atrae hasta el punto de envidiar a veces a quienes han sido capaces de embarcarse en esa nave y hacer de ella su modo de vida. También veo la innovación «artesana», la música «artesana», la administración «artesana», la investigación «artesana», la agencia de viajes «artesana»… e incluso la contabilidad, la farmacia o la medicina «artesanas», por dificil que hoy parezca.

Pero no, lo siento. No veo cómo se pueden hacer coberturas de riesgos de inversión, fabricar bolígrafos, automóviles, lavadoras, medicamentos o teléfonos móviles, construir viviendas y carreteras o tejer redes de energía y comunicaciones… sin empresas. Sin empresas «no artesanas», me refiero.

Por lo menos no lo veo en lo que me quede por habitar este planeta, que espero que sea un buen rato…

Porque la sociedad en la que vivimos es una sociedad que genera riqueza desde el consumo masivo, y sólo la producción masiva va a poder seguir atendiendo sus necesidades y sus demandas. La creación de valor no es un intercambio de suma cero: si el consumo de servicios no es un bluff, es precisamente porque hay una transformación de materias primas y energía en productos físicos sobre cuyo valor descansan finalmente los intercambios de valor intangible.

La sostenibilidad sólo consiste en no sobrepasar la capacidad regenerativa del sistema.

Yo no veo posible una sociedad que vuelva a la fabricación artesana, obviamente. El Renacimiento que enterró a la artesanal y oscura Edad Media trajo la creatividad, el afán por la ciencia y la ambición por el ser humano al primer plano… y eso significó también alguna servidumbre. Yin y yang. Siempre es así.

En el renacer de 2006 conocí a Jordi Roma, fundador cuatro años atrás (junto con un amigo) de una multinacional farmacéutica… desde el salón de su casa. Impactante: todo el valor que generaba lo hacía apoyado en redes… salvo la fabricación en sí de los medicamentos, para lo que se alió con un industrial de Zaragoza que dirigía… una «empresa» de las de toda la vida.

Creo que hay que dar una respuesta nueva a cómo afrontar ese concepto de «masividad» en la producción de bienes (e incluso de algunos servicios) que hoy veo inevitable… o asumir que la empresa, tal y como la conocemos, con más o menos maquillaje, seguirá viva.

circuloEs una o es otra.

No podemos taparnos los ojos ni disimular silbando al pasar por su lado. El sistema es un círculo en el que todos estamos, de acuerdo, pero los que estáis en el borde sois los que podéis ver los límites. Los que nos movemos en el difuso interior, sin brújula, damos demasiadas vueltas: si los del borde os limitáis a recorrer el perímetro haciendo equilibrios sobre el alambre… pues va a ser que no conseguiremos gran cosa.

Así que no, esta vez creo que te equivocas, que no hay que rendirse… y que lo que hasta ahora vemos como formas nuevas de trabajar… aún no ofrecen las suficientes respuestas.

Habrá que buscarlas desde el borde y desde el confuso interior, pero más vale que encontremos algo… Para mí que los sistemas son demasiado poderosos como para que despreciemos su capacidad de cerrar las puertas que abrimos.

¿Cómo lo hacemos? ¿Tenemos algunas ideas ya que nos permitan creer que avanzamos hacia algún sitio decente?

Esperen, esperen… Se me está poniendo cara de pensamiento malévolo… ¿No será…? ¿O sí…? A ver si es que…

Porque Julen tiene historia, hoy trabaja con organizaciones empresariales, investiga para encontrar formas de evolución… Y entonces… ¿no será su post en sí mismo una nueva provocación, dirigida a los del interior del círculo, a que le digamos que no, que sí que se puede y se debe, a que sigamos buscando cómo?

Julen… ¿eres tan hábil?

Porque si no, a mí, eso de ver un mundo a medio plazo sin empresas o sin un modelo que las sustituya en la producción masiva de bienes, parafraseando al Genís Roca de ayer…

… en Donostia…

… «como que me parece forzao«.  😉

12 comentarios

  1. Hola, Jesús, primera vez que comento en tu blog, que he empezado a seguir.

    Poca cosa. Entiendo los argumentos pero no hablamos de un cambio a corto plazo, quizá estemos hablando de que necesitamos romper con esa pauta que tenemos tan inculcada que no nos deja ver alternativas. Las crisis son buenas para limpiar estereotipos y prejuicios y para no enrrollarme más, te pongo una referencia a un artículo reciente de Juan Palacios que habla de casos reales de cambio… y de crisis, claro.

    ¿Por qué no despedir al patrón?

    Tiempo al tiempo que se dice…

    Un saludo!

    Me gusta

    1. Un honor encontrar tu tiempo en esta esquina…
      Muy interesante el artículo de Juan Palacios. Va a merecer una segunda lectura reposada…
      Eso sí, siendo cooperativista… ¿quién es el patrón? Si encontramos la respuesta acertada, igual descubrimos que no se le puede despedir…
      Empiezo a ser un poco escéptico sobre las transformaciones «revolucionarias» que se vayan a derivar de esta crisis. Quienes acorazaban los modelos de rentabilidad que hemos conocido en nuestras empresas habían comenzado a flaquear… pero se están recuperando ya. Veo que la ventana se va cerrando: no sé si vamos a llegar a tiempo de que no se nos escape la luz de fuera…
      (Por cierto… la frase «el sueño de la razón produce monstruos» visita mi cabeza prácticamente a diario, aunque no entienda por qué… 😉 )
      Muy bienvenido. Gracias.

      Me gusta

  2. Las cosas cambian deprisa, Jesús. Cuando estaba en Maier compramos una fotocopiadora de color. Fue hace unos 10 años y costó más de un millón de pts. Hoy obtendrías prestaciones parecidas por 100 euros.
    Las máquinas usan materias primas. Pero su eficiencia tiene que ver cada vez más con la información de la que parten. Hay una fase anterior al producto: su imagen digital. Y esta fluye fácil y sin coste de transacción.
    Las empresas son artificios que surgen, en gran parte, porque no había otra forma de reducir los costes de transacción. Pero hoy las condiciones son distintas. ¿Por qué una cooperativa no deja a una persona que acceda a Internet de forma libre? Está limitando capacidades. Fuera de la empresa esa misma persona puede desplegar capacidades ¡¡¡de relación!!! mucho mayores que dentro de una empresa.
    Jesús, cada vez hay menos argumentos para seguir defendiendo la empresa como «necesidad». Hay formas alternativas de coordinación, desde los bancos de tiempo, hasta los experimentos con los fablabs o el enfoque de peer production de Benkler. Querer seguir aferrado a que la empresa es necesaria es una opción, pero no es la única alternativa para que las personas generemos riqueza.
    La empresa cada vez es menos atractiva, cada vez más denostada.
    Pero esto no obvia que queráis seguir con el modelo y cambiarlo. Lo respeto, como no podía ser de otra forma.
    Por cierto, gracias por los piropos.

    Me gusta

    1. Hola, Julen.
      Un día fuera y cargadito, pero con ganas de llegar y responder… y llego cansado para hacerlo. Pero no puedo dilatarlo más, aunque sea sólo por cortesía…
      No es que me guste la empresa que conocemos.
      No hay más que abrir los ojos para ver cada día comportamientos individuales y colectivos que sería deseable desterrar, decisiones más atadas a defender «que el presente dure un poco más» que a construir un futuro mejor, sorderas voluntarias para no escuchar lo que intuimos que no acaba de encajar.
      No hay más que estar dentro, atento, unos pocos años (y un poquito arriba, en mi opinión) para ver la fortaleza de quienes se aferran (quizá nos aferramos, te lo concedo) a los límites de la empresa, porque es donde han (hemos) aprendido a moverse (movernos).
      Coincido por tanto en que las posibilidades de introducir cambios profundos como consecuencia de un proceso evolutivo de la organización se acercan más a la teoría y la investigación que a expectativas fundamentadas: si el juicio de facticidad no es negativo, se le acerca mucho.
      Me hablas de experimentos que desconozco…
      Buscaré, me informaré, aprenderé… Pero lo que me temo es que de momento servirán para poco, por ser generoso. En mi post me centro en la «necesidad» de subsistencia de la empresa porque no veo otra forma viable, hoy por hoy, de asumir la producción masiva. Pero detrás de ello están también y sobre todo… millones de personas que no van a poder (y dudo que querer) asumir los riesgos de construir su propio destino diario. Esa es otra necesidad masiva que socialmente necesitamos atender. Y no hay respuestas al cómo.
      Ahora te entiendo mejor, creo. Entiendo que te hayas cansado de pelear en esa parte del futuro, que es la parte insatisfactoria que aún arrastra este nuevo modo de trabajar que ya es viable y que es, probablemente, del que pretendes disfrutar. En realidad, se lo respondes clarito-clarito a Yuri, pero claro… a veces las respuestas más terminantes no se escuchan bien…
      Como consultor, me parece envidiable. Como investigador, tomas una opción respetable, pero… si todo el que ve la luz se queda a disfrutar de ella… nos vamos a quedar muy solos… Y no vamos a poder desaparecer.
      Ya ves, esta noche también destilo un cierto tonillo amargo. Pero seguimos intentándolo…

      Me gusta

  3. A raíz del comentario de Julen, que no falta razón… ¿Una red social puede a su vez convertirse en una empresa?
    ¿Cómo sería esa empresa? ¿Podemos las empresas actuales asemejar en parte a estas nuevas? ¿Qué aspectos? ¿Ventajas-Desventajas?…

    Mmmmm… creo recordar que hay discusiones por ahí (Blogs, LinkedIn) sobre este tema y quizá merezca echar un vistazo para pensar en AZUL.

    No se si estamos ante un nacimiento, un cambio o una evolución del modelo de negocio.

    Me gusta

    1. Hola, Yuri.
      Pensar en AZUL es una tentación y un regalo para la capacidad de crear. Pero en este caso, igual de apasionante tiene que ser cuando toque pensar en VERDE…
      ¿Nos tocará hacerlo?
      Un abrazo.

      Me gusta

  4. Me sumo a los piropos dedicados a Julen, pero reconozco que tampoco me pierdo un post tuyo, Jesús. Es más, esta vez me toca estar de acuerdo contigo.

    Hace aún poco tiempo que me pasé a las profundidades del círculo sistémico, precisamente porque quería vivir la empresa (más allá de conocerla de oidas), y reconozco que está siendo duro porque hay muchas cosas que ni entiendo ni comparto y no sé qué hacer para mover hilos desde dentro. Pero de lo que sí me percato es de que los cambios han de venir de dentro, y para eso necesitamos gente «borroka» dentro.

    O sea que, a pesar de esos 23 años de pelea, espero que no desistas. Creo que tienes un mérito tremendo!

    Me gusta

    1. ¡23 años de pelea!… Suena muy fuerte…
      No, no, tampoco es eso.
      Como mucho, unos 8 entendiendo que la empresa debe y puede cambiar, pero sin las armas de gladiador en la arena: más bien entre «tira y afloja».
      Pero gracias por la inyección. Te debo un buen abrazo.

      Me gusta

  5. Admiro vuestra capacidad de abstracción y dialéctica fluida. Leo mucho «hay que»…, mucha crítica al concepto de empresa y la verdad, lo que me preocupa no es tanto el modelo de empresa (seguro que es mejorable) sino la actitud, compromiso, valores, etc de aquellos que hacemos empresa. La empresa es un sistema vivo, que evoluciona y sobretodo está formado por personas que hacen que ese instrumento del que se han dotado evolucione a un sitio u otro. Y sinceramente, creo que una empresa no es egoista, ni contaminadora, ni discriminadora ni … sino que somos las personas las que con nuestras decisiones hacemos que estas prácticas afloren o no. Cada vez me atraen más las ciencias que estudian el comportamiento humano porque al final es lo único que me permite entender el porqué de algunas disfunciones organizativas. Es imposible imponer un modelo de empresa si antes no has conseguido cambiar la forma de entender, percibir y observar las personas.
    Una empresa en red, extendida, abierta, global, conquistadora del cliente, etc quedará muy bonita en un powerpoint de tesis doctoral pero en la práctica se acabará encontrado con la prueba de algodón de las personas que la conforman. Y estos cambios ni son rápidos, ni unísonos ni homogéneos.

    Me gusta

    1. Pues… no podría decir que tienes déficits en el dominio del lenguaje… 😉

      En dos párrafos dices bastantes cosas. Coincido contigo (lo recuerdo con cierta frecuencia, porque a muchos parece que se les olvida) en que la empresa no tiene un cuerpo físico, que las decisiones que afectan a las personas… las toman otras personas sujetas a las presiones de su entorno (interno y externo), la mayoría de las veces como mejor saben.

      Pero quedarse en eso, siendo cierto, ¿no nos instala en la complacencia?, ¿no nos amortigua la necesidad de cambiar?

      He trabajado bastante en los últimos años el comportamiento humano y la capacidad de desarrollar «poder para hacer» como individuo… Creo que no es suficiente, que no bastan las transformaciones personales, aunque éstas sean imprescindible ingrediente para que las cosas sucedan. Hace falta actuar consciente y directamente contra el sistema, contra la cultura imperante, en sus símbolos y en sus sistemas. Y para eso… hay que ser muy líder, tener mucho poder… o ser muy valiente ¿no crees?

      Porque aunque sean siempre personas y no ogros ni malvados especuladores las que toman las decisiones en una empresa, son sólo unos pocos los que pueden verlo así. El resto simplemente no pueden, están mirando lo que pasa desde otro sitio, desde donde no se ve igual, desde donde todo está mucho más lejos de lo que pensamos. Eso es lo que debería cambiar.

      La empresa «en red, extendida, abierta, global, conquistadora del cliente» partícipe del mercado, no es sino una forma de poner nombre a algunas cosas muy concretas por las que trabajar, cosas que afectan precisamente a «las personas que la conforman». Eso sí, vuelvo a coincidir al final: ni rápidos, ni unísonos, ni homogéneos.

      Y gracias… por volver por aquí.

      Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.